Capítulo 7: Hannibal enseña a un hombre

1K 196 16
                                    

Los labios de Will eran suaves al tacto y no tendían a abrirse cuando Hannibal lo besaba. Le enseñó a hacerlo de nuevo, lo que no requería mucho. Su Will era una criatura inteligente.

Primero, le dio de comer, por supuesto. Luego le ayudó a cepillarse los dientes, lo sentó en la tapa del retrete, y allí, en el baño, con el agua caliente corriendo y el vapor condensándose en vidrios y azulejos, Hannibal se arrodilló.

El dulce Will había dejado atrás su ausencia y su desconocimiento, y en el fondo de su corazón Hannibal se aseguró a sí mismo que ambos se conocían como nadie lo había conocido a él antes, y esperaba que a Will tampoco.

—Me temo que hemos llevado a cabo esto varias veces en el pasado, Will, y sé que prefieres la búsqueda de nuevos conocimientos, pero es algo que vale la pena perfeccionar —insistió Lecter, y le plantó un casto y delicado beso en la mejilla derecha. Will gruñó. —Ten paciencia conmigo, amigo mío.

El escalofrío que lo recorrió fue cualquier cosa menos insignificante una vez que las manos callosas del hombre cayeron sobre las suyas, mientras agarraba las rodillas desnudas de Will. El moreno resopló, lo suficiente para que Hannibal entendiera.

—Baja la cara, solo un poco.

Will casi nunca recuperaba por completo la precisión de sus movimientos, y de vez en cuando Hannibal se daba cuenta de ello. Especialmente cuando Will se inclinó hacia delante para responder a la petición de Hannibal y sus frentes chocaron sonoramente, provocando la risa de Hannibal mientras Will gruñía de frustración.

Pero Hannibal no le dio espacio, momentáneamente, para investigar qué significaba la punzada de incomodidad que se extendía por su rostro. Hannibal tenía otras sensaciones que mostrarle.

Empujó hacia abajo los dedos que acariciaban la frente magullada de Will, llevándolos a su propia cara, obligándolo a acunarla. Hannibal sonrió cálidamente y esperó que todo en sus rasgos transmitiera hasta la última gota del mar de devoción que se elevaba en su interior. Will frunció el ceño, pero no se apartó cuando las manos de Hannibal agarraron su cuello.

Sus manos sobre el otro, estaban cubiertas de vapor, que comenzaba a convertirse en agua tibia deslizándose sobre ellos. La baja temperatura de Will subió lentamente, incluso pareció sonrojarse, algo que solo sucedía en la proximidad del fuego.

Sus labios, generalmente helados también, recuperaron un poco el tono rosado que debieron mantener en vida; todos rellenitos y tentadores. Hannibal lo besó una vez y se apartó para evaluarlo. Will se veía concentrado, su mirada mortal, buscando descifrar los secretos de tan íntima lección.

Fue otro beso el que siguió, más húmedo, más largo. Los ojos de Hannibal se cerraron. Y contra su boca murmuró: —Čia yra pusė mano gyvenimo. Fragmentos de Kiekvienas.*

Otro roce de labios, seguido por la audaz lengua de Hannibal acariciando la comisura de la boca de Will. Incluso limpio, había un vago sabor a sangre que lo hizo arder.

Will relajó su rostro. También sus manos, que, desde que lo conocía, parecían estar siempre renuentes. Descansando por completo contra las mejillas sin barba de Hannibal, se sentían seguras y confiadas. Will todavía no se acercaba por su propia determinación.

Hannibal murmuró sobre su boca de nuevo. Inhalando contra él, exhalando en él.

Neversk manęs maldauti, kad ją pasiimtum, mano meile.*

Y Will lo besó, bajando los párpados, ocultando los lagos en sus ojos. Asegurando su agarre alrededor de la cara de Hannibal, a quien podría haber desfigurado en ese mismo instante, si así lo hubiera deseado.

La lengua de Hannibal fue más rápida y le cedió unos labios vacilantes, que se abrieron para dejar que la curiosidad de Hannibal jugara en su interior. Sus manos descendieron sobre el ahora cálido cuerpo, agarrando la cintura del hombre mientras estaba de rodillas, para devorar y saborear profundamente.

Fue el turno de Will de suspirar contra él mientras los dedos errantes de Hannibal arañaban la tierna carne alrededor de sus heridas abiertas. Dos fuertes brazos imbuidos de calor del tibio baño de vapor se cerraron alrededor de sus hombros. Un gruñido escapó de la boca de Will, pero como ese, Hannibal nunca había escuchado uno igual de él.

Hannibal gruñó a cambio.

☆☆☆☆☆

El otro gran número de dudas por aclarar venía de forma racional. Por supuesto, Will tampoco podía resolverlas por él, ni siquiera los libros de anatomía y ciencia forense que guardaba. ¿Qué podrían decirle aquellos de tales... condiciones?

Por la mañana, mientras Hannibal ayudaba a Will a ducharse y pasaba la media hora habitual sentado junto a él junto a la bañera, observándolo mientras lo acicalaba correctamente, Hannibal cogió una navaja de afeitar del botiquín.

Se acercó y le ordenó a Will que extendiera un brazo en su dirección. Will no respondió ni sacudió el brazo cuando Hannibal lo sujetó con firmeza por el codo y, con la hoja de metal, hizo un corte poco profundo de siete centímetros, paralelo a las venas.

Lecter lo miró fijamente durante un minuto entero, ante el asombro palpable de su amigo. Solo cuatro gotas de sangre brotaron de la herida. Hannibal lo miró a la cara, amable como siempre.

—Necesito comprobar algo para nuestra próxima lección.

☆☆☆☆☆

Čia yra pusė mano gyvenimo. Fragmentos de Kiekvienas: Esta es la mitad de mi vida. Fragmentos de ella.

Neversk manęs maldauti, kad ją pasiimtum, mano meile: No me hagas rogarte que me tomes, mi amor.

Nocturno [HANNIGRAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora