V. Errante

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Wei WuXian se había mantenido tranquilo y con un perfil bajo. Los últimos años transcurrieron en relativa paz. Y su venganza no fue cobrada en su totalidad.

Por supuesto, aún deseaba hacer pagar a aquellos dentro del mundo del cultivo quienes arruinaron la estabilidad de su mente, y tenía grandes planes bajo la manga.

Maldiciones que preparó con esmero en periodos de ocio y diversión. Muchos de sus experimentos continuaron en etapa de desarrollo y supo que esta vez no sería tan fácilmente capturado.

No era ese ingenuo inmortal de aquella vez. Ya no creía en la falsa justicia que pregonó la cultivación.

De esta manera decidió darse prioridad, para vivir una vida en libertad, con el resto de sectas cayendo a sus pies para reverenciarles por la benevolencia de su indulgencia.

No quería gobernar la realeza del cultivo. Eso era trabajo de Wen RuoHan, todo lo que alguna vez deseó fue el feliz exilio y la vida en ostracismo. Enfocado en sus pasatiempos, vagando por el mundo bajo un cielo estrellado y bebiendo hasta que su corazón se viese saciado.

Lan WangJi se contempló dentro de su venganza, pero él fue un elemento a parte dentro de todos sus planes. Aún se debatía entre asesinarlo u obligarlo a favorecer su postura. De esta manera el mundo del cultivo se vería debilitado ante la pérdida de su opulento jade.

Wei WuXian notó ciertas fallas de aprendiz en Lan WangJi, pero asumió que se trató de su joven edad. Sin embargo, reconoció la letalidad de su poder, y elogió la potencia de sus estocadas.

'Si me hubiese atacado así aquella vez sobre el techo de Gusu, me hubiese partido en dos en apenas un golpe', pensó con horror.

Definitivamente, Lan WangJi tenía el potencial de la ascensión, pero aún necesitaba pulir sus habilidades ya de por sí refinadas.

Después de encerrarse en su estudio durante un par de meses para concluir con algunos talismanes de trampa, encontró propicio salir y buscar un núcleo de resentimiento que pudiese alimentar las protecciones de su barrera, ya que los núcleos con minerales cultivados en sus fosas de alquitrán tendían a estallar en cientos de diminutos granos debido a la fuerza opresiva del resentimiento.

Buscó en su manuales por algunos antiguos mapas, y trazó el camino hacía YunCheng, cerca del territorio de los Wen. En su realidad anterior se había dado caza a un dios corrupto, a un falso XuanWu de cuatrocientos años. El poder de dicha bestia debió ser tal, que Wei WuXian podría tomar su caparazón para crear la fuente de poder para alimentar sus protecciones. Con ello en mente cargo todo dentro de sus mangas y se desplazó activando la matriz de desplazamiento dibujada en el medio del laboratorio.

Wei WuXian aterrizó en las afueras de la ciudad, y se camufló con una falsa piel antes de adentrarse a trotes dentro de la ciudadela. Mientras menos se viese su apariencia real, menos llamaría la atención. Además, tenía hambre y no había comido nada decente en un tercio de ciclo lunar.

Mientras devoraba el jiaozi extremadamente picante y aguardaba por el sichuan mala, escuchó a comensales y cultivadores deshonestos hablar de los movimientos despiadados de Wen RuoHan y el incremento en la desaparición de cultivadores con alto potencial. A Wei WuXian le importó poco el asunto, y agitó el liang feng con sus palillos hasta que se obligó a tragar.

"¿Qué hay de los temblores y el rugido que viene del subsuelo? ¿Alguien ya ha investigado al respecto?", inquirió el propietario.

Un cultivador con túnicas de un verde oscuro, y un acento que recordó al norte de las montañas de QingHe dijo: "Apenas se puede investigar nada. Este es territorio de los Wen. Nadie se interpone en su camino si desea vivir".

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