XX. Extra II. Festividad

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El mundo se llenó de caos, y se asentó a su manera.

Las grandes sectas lidiaron con la ausencia de sus líderes, la deserción de sus discípulos y un enorme ojo vigía sobre sus cabezas. Aún así, la paz había sido tratada, lo que les hizo asumir que no habría más inconvenientes por parte del Yiling Laozu a partir de ahí.

Sin embargo, la credibilidad de la realeza del cultivo cayó por los suelos. Campesinos y gente común comenzó a confiar en los cultivadores errantes, tomando parte con las pequeñas sectas locales.

Nie MingJue comenzó una campaña contra los Jin para que Jin GuangShan pagará por los crímenes cometidos en su administración corrupta. Lo que derivó en pérdida de poder por parte de dicha secta, cuyos números se habían mantenido intactos después de la guerra.

La destitución y encarcelamiento de Jin GuangShan fue evidente. Se consideró a su hijo reconocido, Jin ZiXuan como tentativo a heredar el clan. Aún así, los problemas se acumularon en sus hombros, ya que tendría que comenzar desde una posición desprestigiosa; a lo que hizo promesas de recuperar la gloria de su clan manteniendo la humildad en sus acciones.

Algunas personas dentro de los terrenos de LaoLing y LanLin lo creyeron, otros cultivadores no.

YunmengJiang fue la secta que mayores problemas atravesó. No solo había perdido a sus discípulos durante la masacre orquestada por Wen Chao, sino, resentido la ausencia de su líder, que se debilitaba día a día bajo temibles pesadillas. Los discípulos más fieles confiaron en que su maestro rompería su maldición en cuestión de días. No asignaron un líder en reemplazo, ya que Jiang WanYin recobraría la consciencia pronto.

Wei WuXian no pudo evitar pensar en que eran crédulos y confiaban demasiado en un hombre que no valía la pena.

La administración del LianHua Wu paso a la mano derecha del líder Jiang, y su popularidad cayó. Las personas de Yiling y los alrededores se encontraron pidiendo por la intervención de Hanguang-Jun para interceder por sus casos tempestuosos. Yaos, fantasmas, maldiciones, demonios. El clan Jiang se enfocó en recuperarse a raíz de la falta de atención. MeishanYu había crecido como secta al verse poco opacada por YunmengJiang, más no se mostraron orgullosos por temor a las represalias del patriarca. Así que mantuvieron el perfil bajo.

Para Wei WuXian, los días se mostraron luminosos y serenos. Podía ver al cielo sin sentirse miserable, y empaparse sin temor a una sacudida violenta por electrocución. Sus pesadillas aún lo atormentaban, ya que no le era fácil hacer frente a sus múltiples traumas, pero lo estaba intentado.

Lan WangJi, sus experimentos y las cacerías lo mantenían distraído. Y eso era suficiente, de momento, para traer paz a su corazón.

Los cultivadores honestos se mantuvieron muy lejos de ellos. En los grandes círculos del cultivo se siguió apuntando a Hanguang-Jun como partidario del Yiling Laozu, cuya voluntad había sido quebrantada y su memoria alterada. Era risible de considerar, hasta que a Lan Zhan dejó de parecerle divertido.

Las personas en Yiling dejaron de temerle, ya que la presencia de Lan WangJi brindó seguridad a los oprimidos. Si bien, el Luanzang seguía siendo una colina maldita en la que nadie se atrevía a dar un paso, supieron que de necesitar ayuda, podrían obtenerla de aquellos cultivadores desinteresados.

Fieles a sus palabras, los tributos mensuales fueron enviados; así como libros para Lan WangJi, reemplazos para sus túnicas de lujo y tantas decoraciones de jade que Lan WangJi creyó imposible hacer uso de todos los adornos en lo que le restó de vida. Wei WuXian también lo vio excesivo. Lan Zhan pondría utilizar dos horquillas de jade y adornos diferentes, al menos tres veces al día; y utilizarlos durante un año sin repetir, ¡Y aún así quedarían demasiadas joyas sin utilizar!

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