XI. Emisario del mal

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Wei WuXian fue ingenuo.

Pensó que una vez solucionados los problemas de aburrimiento de Lan WangJi, este dejaría de buscar su atención tan constantemente. Fue todo lo contrario. Reorganizó el punto de reunión de la cena; ahora, se encontró cada noche, al menos cuando lo recordó, tomando alimentos en el anexo del segundo joven maestro Lan.

Lan WangJi dejó ir el mal humor y la indisposición rápidamente. Pasó sus días en los jardines, alimentando con hojas verdes y heno a sus conejos; tocó música al aire libre, en la pérgola en donde el estanque cortaba con la bifurcación, y encontró placer en hojear algunas de las investigaciones menos mortales de Wei WuXian.

Pese a sus deficiencias previas, Lan WangJi se destacó por un aura digna e inmortal. Con una belleza envidiable en ambos reinos. Wei WuXian reconoció largos pendientes de cinabrio y ojo de buey; colas de caballo altas con pesados e intrincados adornos de oro blanco, sin olvidar las cintas largas que se ataron junto a la banda reguladora Lan.

Wei WuXian no pudo ignorar el cambio, especialmente porque GusuLan se rigió por severos preceptos que dictaron el máximo de porciones de arroz y colgantes en el yaopei. Sin embargo, al abandonar su secta de nacimiento, adoptó un estilo recatado. Cubrió su cuerpo en joyas y accesorios de buen gusto, y distó del amarillo chillon de los idiotas de LanLinJin.

Tal vez, el entorno no ameritó el uso de accesorios. Después de todo, no le resultó cómodo pensar en Lan WangJi en una cacería nocturna, vistiendo una túnica de seda blanca bordada, tampoco una chaqueta de encaje enraizado en medio del campo de batalla. Le gustó, porque distó de la imagen previa que tuvo alguna vez de Lan WangJi, y fue capaz de discernirlo como dos personas diferentes.

Se preguntó si las damas fantasmas, en su afán por mimarle y arruinarlo tuvieron que ver en ello, o si aplicaron su influencia en el cambio más allá de la perforación en sus lóbulos.

Wei WuXian pensó en que Lan WangJi era injusto con esas pobres chicas. Le había atrapado con una mirada intensa algunas noches, en la que casualmente se paseaba cerca de su estudio y le encontraba en medio de una fiesta de bebidas con las damas fantasmas o alegó a la falta de un compañero de Go. El semblante fue tan sombrío, tan visceral y amargo que Wei WuXian pensó de manera genuina que atravesaría a alguien con Bichen.

¿Segundo maestro Lan, acaso sientes celos? ¿o solo consideras a estas bellas meimei demasiado lindas para tú gusto?

Wei WuXian apartó la vista de la forma serena de Lan WangJi y añadió un último trazo al papel. Se le había pintado mientras leía alguno de los rollos del estudio privado. La razón de ello partió del hecho de que no hubo más material de lectura del interés del segundo jade.

Consideró la opción de adquirir algo de poesía o novelas populares en el mercado de Yiling, incluso en sus próximas andanzas; de este modo Lan WangJi se abstendría de apuñarlarle de puro aburrimiento.

Apartó la vista y dio un último trazo al papel.

Sin darse cuenta había pintado a Lan WangJi mientras leía un rollo. Pero no tuvo tiempo ni intención de censurarse, así que dejó secar su trabajo.

Lan WangJi se puso en pie al poco tiempo, sus cejas se fruncieron y el rollo se evidenció como un desafío indescifrable para él. Wei WuXian, distinguió los caracteres referentes a la talismanología. No respondería por su mala caligrafía, pero podía hacer excepciones por redacciones realmente espantosas. No se le pudo pedir demasiado cuando el trabajo de los últimos diez años fue escrito en un estado absoluto de intoxicación.

La pregunta en labios de Lan WangJi quedó atascada en su garganta, su atención se apartó hasta permanecer fija en el dibujo de su persona.

"¿Qué es?"

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