Lan WangJi había bajado al mercado de Yiling para reabastecer sus cocinas.
Había tantos insumos que podían producirse dentro del palacio de piedra en el Luanzang, como lo fueron tejidos, o vegetales para sus conejos de la huerta en la sección este. Y hubo toda clase de joyas y túnicas de seda con hilo de oro y plata, como parte del tributo mensual que las grandes sectas enviaron a Wei WuXian en aras de mantener el tratado de paz.
Aún así, necesitaba realizar pequeños viajes, de vez en cuando, ya que el 'aceite' se había terminado, y necesitaba fideos de cristal para el tazón picante que tenía planeado para la cena. Además había conseguido un par de cuerdas para el guqin e inciensos de sándalo para su habitación.
Hizo una reverencia corta a la señora Cai, una anciana cuyas reumas le impedían ponerse en pie. Ella siempre se mantenía sentada en una silla fuera de su cabaña, desde la cual disfrutaba la vista de los nísperos, y pelaba castañas de agua y semillas para secar al sol.
Lan WangJi le ayudó a obtener un poco de agua fresca del pozo, y le apartó del sol directo de la media tarde mientras, la anciana esperaba el regreso de su hijo de los campos de arroz cercanos.
La anciana le regaló algunos caquis y WangJi se despidió tras haber intercambiado un par de oraciones.
Subió la montaña sin prisa, y las protecciones le reconocieron debido a la cuenta de jade. Aunque, Wei WuXian había señalado dicho adorno como obsoleto ya que había registrado la sangre de Lan WangJi en el arreglo que nutría las protecciones del Luanzang. Se desvió de la senda principal para activar la matriz de acortamiento de distancia, pero, mientras más se aproximaba al corazón de la montaña, más conmoción escuchaba.
Su atención se desvió hacía la senda principal, donde el resentimiento se contentaba con fuerza debido al cultivo de cabezas enterradas. Bien, Lan WangJi no juzgaría los métodos de su esposo, pero, ciertamente, sus protecciones se destacaron por ser creativas.
Pronto, divisó un puñado de personas atrincherándose en un sequito de mediano tamaño. Hubo túnicas de todos colores. Y emblemas que develaron la secta a la que pertenecían los hombres.
Algunos yacieron inconscientes por el miasma, y otros más fueron atacados por cadáveres feroces. Lan WangJi se recordaría tocar por las almas de los desafortunados más tarde. Pero ya nada podía hacerse con aquellos que invadieron las protecciones bien resguardadas de Wei Ying.
Notó algunas túnicas blancas, de las cuales destacó una figura decorosa que le resultó familiar.
"Xiongzhang", llamó.
Los hombres se exaltaron, y alzaron sus armas. WangJi parpadeó con extrañeza, no hizo ningún movimiento y aguardó. Todos se veían sucios, ensangrentados y cansados. Lan WangJi hubiese sentido pena de ellos de no haber atentado contra sus vidas entrando en protecciones que fueron erigidas por una razón: contener la oscuridad del resentimiento dentro de la montaña del Luanzang.
XiChen dio un escaneo rápido. Sus cejas se fruncieron con incredulidad. Antes de dar un paso determinado, dudo, como debatiéndose en si la persona frente a él era una persona de carne y hueso o una alucinación visual.
"¡WangJi!", finalmente reaccionó.
El estupor fue dejado de lado. Caminó rápido, más no corrió, y acortó la distancia hasta que sobraron un par de pies entre ellos. Lan Huan tembló. Sus manos se sacudieron bajo las mangas y sus puños se apretaron dolorosamente. Vio a Shouyue en su funda y a Liebing en su cintura. Lan XiChen parecía exhausto y vulnerable, a lo que WangJi sintió pena. Pensó que sus cartas habían sido lo suficientemente claras y concretas para aliviar las inquietudes de su hermano mayor. "Didi, ¿cómo has estado?"
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Ladrón de destinos
FantasíaWei WuXian escapa de su prision después de trece años de tortura por crimenes a los que fue adjudicado. Ha desatado el caos y transmigrado a un mundo alternativo donde el héroe del cultivo, Hanguang-Jun, se encuentra en camino a la cima. Wei WuXian...