Paciente 006; Vesper Conley

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El sol cálido de la mañana golpeaba con suavidad mi bello rostro.

- Levantad de vuestra cama, joven Vesper - dijo mi madre en casi un susurro. Me despegué de mis suaves cobijas y obedecí. Me levanté de mi cama y me vestí con un hermoso traje.
Ya en sí, me detuve frente al espejo y observé mi clara belleza.

- Buen día corazones, ¿Qué tal amanecieron? - ajustaba mi corbata. Esbocé una sonrisa - Miren mi traje, muy hermoso, ¿No? Es de seda, de la más alta calidad -.
Hablaba y hablaba de mi vestimenta, de lo hermoso que era, hasta que mi madre interrumpió mi momento de auto-coqueteo.

- ¿Acaso no podéis ver que en pleno show me encuentro yo, madre? - inquirí, con una ceja en alto.
- Lo lamento, pero la visita le espera -.
Volqueé los ojos y bajé las escaleras. Fuí a la sala de estar, donde me encontré con varias personas.

- ¿Y vosotros quiénes sois? -.
- Un gusto, Sr. Vesper - comienza a hablar la muchacha - Nosotros somos del hospital, y hemos venido aquí por un llamado -.
- ¿Un llamado? Disculpadme, pero, ¿De qué estáis hablando? - interrogué confundido.
- Su madre está muy preocupada por usted, dijo que su síndrome de Truman está cada vez más sacado de control - hace una pausa - Y usted necesita ayuda de un profesional, nuestra ayuda - finalizó con un semblante serio.
- ¡Que ridículez! Yo no he de tener tal cosa, vosotros estáis mintiendo, exagerando - me doy media vuelta - Y usted, madre, ¿Quién se cree que es usted para diagnosticarme? -.
- Lo lamento mucho, hijo - responde a mí queja - pero es lo mejor, para ti, y para mí - suspira y me sonríe - Cariño, si vos estás bien, yo estoy bien -.

La furia e indignación recorría todo mi ser, lo desagradable que me sentía por sus palabras era... Era imposible de explicar, solo podía sentir mi enojo apareciendo por todos lados, nublando mi mente.
Y en un rápido acto, levanté mi brazo y le dí una gran bofetada, arrojándola al suelo. Ella se puso a llorar, y el mayordomo se acercó a ella e intentó levantarla.

- ¡A mí nadie me dice que hacer! - exclamé y me fuí.
Pero de repente, sentí un pinchazo en mi cuello, y todo se puso borroso, luego, mi cuerpo se desplomó.

_______ 15 horas después

< Que dolor siento.... Maldición. > Quejé para mis adentros.
   Cada parte de mi cuerpo dolía, mis costillas ardían, mis pensamientos volaban y mi cráneo amenazaba con quebrarse. < Me siento...  sofocado... > Inquirí mentalmente.
   Mi cama se sentía diferente, incómoda y fría. Revolqué mi cuerpo de un lado a otro, hasta que mi apreciado cuerpo se cayó al tibio suelo, y todo volvió a su lugar. Incluyendo aquella desesperada sensación... Quedé tumbado en el áspero suelo un largo rato, esperando que mi mayordomo viniera en mi rescate, pero no, nada pasó, nadie vino a preguntarme si estaba bien... Así que, torpemente me senté y observé mi alrededor.
   Me encontraba en una amplia habitación, muy blanca, iluminada y silenciosa.

- ¿Hola? ¿Alguien? - hablé fuertemente - ¡Tsk! - quedé pálido por la puntada que sentí en mi abdomen. Pero nadie respondió, y lo único que escuché, fué mi puta voz - ¿Es en serio? - quejé en voz baja.
- ¡¿En dónde mierda estoy?! ¡¡No importa quiénes seáis vosotros, estáis jodidos!! ¡¡Insensibles chupa media!! ¡¡Esperad y veráis vuestra ejecución!! - exclamé a cuatro paredes, arrojando al piso los pocos objetos que habían a mí alrededor.

   Me sentía desesperado, solo, abandonado, secuestrado, y no había nada que pudiera ayudarme a calmar, ¿Dónde estaba mi mayordomo? ¿En dónde estaba yo? Eran dudas que volaban en mi cabeza, ¿Acaso, me botaron como basura mal oliente?
   < No... No... Por favor, no... ¡Prometo comportarme! >  Grité mentalmente, las lágrimas se deslizaban velozmente por mis mejillas, mi garganta ardía de tanto gritar, y mi cuerpo apenas me permitía abrazarme a mí mismo...

________ 32 minutos después

  Me encontraba helado, acostado debajo de mi cama, esperando que alguien entre a ésta recámara.
   Y cómo si Dios hubiera escuchado mis plegarias, la pared frente a mí se abrió, y una bella mujer ingresó en la habitación.

   Se acercó a mí y se agachó.
- ¿Estás asustado, querido? -.
- ¿En dónde estoy? ¿Quién eres tú? - cuestioné a la defensiva.
- Tranquilo, usted se encuentra en el hospital, y aquí cuidaremos muy bien de usted, así que no se preocupe y ahora salga de ahí, por favor - dijo con una hermosa sonrisa.
   Asentí, aceptando y obedeciendo lo que ella me dijo, pero cuando ví que podía irme, que tenía la oportunidad de escapar, la empujé y cuando alterado me acerqué a la puerta, un golpe en el rostro me dejó tumbado en el piso, pegado a la pared, y sangrando sin parar.

- ¡Que cobardía! - gritó el oficial, y me calzó una patada en la cara.
- Por favor, no le haga mucho daño, acuérdese que lo necesitamos vivo - comentó la señorita, con un semblante sombrío.
- Entendido - respondió con una sonrisa, y ella se retiró, dejándome solo con éste señor.
- Aléjese de mí, el simple hecho de golpearme ya lo condena -.
- Ubícate rata experimental, no eres nada más ni nada menos que un ser insignificante del cual se deshicieron fácilmente -.
- C-cállate.... Mientes... - susurré con ojos llorosos.
- ¿Qué pasa? ¿Te pones a llorar al escuchar la verdad? -.
- Basta ....  -.
- No cariño, no me puedes decir eso ahora, no es el momento indicado - sonrió.

   Yo estaba llorando, tapándome los oídos para no escucharlo, pero luego de un leve período de tiempo, un muchacho joven muy atractivo ingresó a la habitación, y le dijo algo en una lengua desconocida para mí.

   El oficial me tomó por las muñecas y me arrojó a la cama, se subió encima de mí y me esposó... Intenté sacarlo de mi lado, pero fue un acto en vano.
   Me desvistió de las caderas para abajo, y ver lo que pretendía hacer, me paralizó.

- No... No... ¡No! ¡No quiero! ¡¡Alejaos de mí cuerpo!! -.
- Suficiente de palabrerías, tú solo gime -.

   Él se quitó su pantalón, y se puso un condón... El muchacho que permanecía allí se arrodilló y comenzó a mamarle la verga, cuando ésta estaba dura me penetró. El dolor era insoportable, le rogaba que parara pero él no me escuchaba, y cada vez que hablaba me ponían un vibrador en la boca ....

- Ahg... Sí, dios, sí - gemía él.
- Ah~ Mhm ~ - gemí para no gritar.

   Y me embistió un largo tiempo, hasta lograr correrse dentro de mí.

El Hospital De Los EnfermosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora