Muerte al mentiroso

8 1 0
                                    

- ¡Pero qué inservibles! Son guardias y ni lo que implica saben - exclamo frustrada - Uno de ustedes dió paso inautorizado a un paciente, pero veo qué quién lo cometió insensato salió -.
   Terminé de quejar a la vez que todos ya se encontraban en el patio, y en un segundo tenía a los tres culpables de rodillas frente a mí; « ¡Pero qué cómicos se ven así! ». Ellos no me importaban, porque ya les iba a echar, pero, los que sí me importan son los demás, así que ésto no lo he de lamentar...

- Les pido mil disculpas, mis queridos traicioneros - comenté dulcemente a la vez que le golpeaba la cabeza a uno de ellos, y todo se tornó tan bello; su sangre carmesí inició a brotar desesperadamente - ¡Ohh! - exclamé susurrante - Quiero que sepas que no era mi intención... Y pienso igual de tí, ¿Verdad? - me puse en cuclillas y le miré - Pero ya no importa. -.
   Sin darle mucha atención, le volví a azotar, y otra vez, por si las dudas, una más.

   Ya su cuerpo permanecía inerte; lo único que allí parecía cobrar vida era su brillosa, continúa y cálida sangre...
   Restándole importancia al cuerpo curiosamente quieto y muerto que yacía en el suelo de cemento. Dirigí mi mirada hacia aquellos dos muchachos que también estaban de rodillas ante mí.

- Desafiarme es igual a suicidarse, o te mato cómo a Albert, o te encierro y uso como a Gregorio - guardo silencio brevemente y observo al canicular cielo: « ¡Qué bello sol! Ya se está escondiendo, ¿Acaso no quieres ver mi show angelical? Sé sincero, si se ve que estás picante; tus colores rojizos y anaranjados que se mezclan con el azul son tan indescriptibles que quedan tan perfectos con la ocasión. » Me abro en una carcajada sin desviar la mirada y le grito con el corazón en la boca - ¡Vamos! ¡Ábrete, ilumíname! ¡No te vayas que si no, no me verás! - termino de exclamar, y veo como me miran todos, ¿Parezco loca?.
- ¡Por favor! Se lo ruego, téngame piedad que yo no he hecho nada - apresuró a excusar a la vez que se levantaba y señalaba a los también acusados - Ellos... ¡Fueron ellos! Me obligaron a callar, se lo juro. Deme otra oportunidad... - rogó entre sollozos.
- Prefiero ver cómo las ratas se comen de a poco a poco tu repulsivo cuerpo, cómo se manchan con tu sangre y cómo rasguñan tus diminutos órganos... A darte una segunda oportunidad , rata traicionera - susurré y le escupí en su ridículo rostro.

   Empezó a llorar, a rogar por piedad, por una segunda oportunidad, lo cual era muy descarado de su parte. « Que asco da, parece una puta. »

- Úsenlo de puta, hagan lo que quieran con él; fóllenselo, tortúrenlo, maltrátenlo, sáquense las ganas de lo que sea, y luego entiérrenlo. Ah, y al otro llévenlo con Gregorio, así se divierte un poco. -.
- Sí - aclararon todos a la vez.
- Steve, quedas a cargo - ordeno a la vez que arranco paso por entre los guardias.
- ¡Sí, señora directora! - respondió automáticamente y yo me largué de allí.

   Sus gritos disminuían a
cada que me alejaba.

___________________ 1 hora después

- Qué día agotador, mierda - quejé ya recostada en mi cama - ¿Porqué nadie sabe trabajar? -.
   Un nuevo ruido nació entre el silencio, rompió el hilo cortante de la nada y perduró durante unos segundos que parecieron interminables e insufribles. Aquel sonido era algo que acostumbraba a escuchar; cuando alguien me necesitaba, cuando ocurría un problema, cuando había nuevos ingresos, cuando tenía responsabilidades urgentes, etc.

- ¿Quién se supone que me está llamando a tales horas? Es mi rato de descanso, carajo -.

   Me acerqué desganada y atendí.

- ¿Sí? - un silencio se posó en la línea a la vez que una voz susurrante y escalofriante se abría paso entre las tinieablas.
- Hola... Disculpe la interrupción señora Directora - toma una pausa y sigue hablando - hemos tenido una complicación con el producto que nos envió hoy -.
- ¿Qué pasó? - pregunté, fingiendo interés.
- El producto ha venido con una falla de segunda mano, se ve que el traslado ha recibido tactos que anteriormente no pasaron, me llamó la atención así que le llamé -.
- Pero sea más directa, no sé preocupe que mi línea no ha sido intervenida -.
- Ok. Frederick ha sufrido una penetración demasiado grave. Su ano no me va a servir durante un tiempo, necesito otro espécimen, éste lo tiene destrozado, por ende, no me sirve hasta que lo cure. -.
- Está bien, una violación es algo menor. Te enviaré una mujer, tienen más espacio, te doy el nombre y documentación de la paciente y llamas al hospital y pides el traslado, ¿Ok? -.
- Ok. Muchísimas gracias -.
- Toma nota. Emma Bennet, entró ésta semana, es una muchacha conocida por su comportamiento esquizofrénico en un nivel insuperable. Pide un traslado inmediato, y si tienen dudas que hablen conmigo pasado unas horas. No vuelvan a llamarme. - y corté antes de que ella siquiera pudiese responder.

   Me encontraba en total tranquilidad, cuál era tanta que ya abrumaba, quería divertirme, salir de la rutina, hacer algo interesante, algo emocionante. ¿Pero qué cosa poseía tales características? Y entonces, lo único que se me vino a la mente fue la sensación de convertirme, por un mínimo momento, en una loca experimental.

   Hice unos llamados y rápidamente tuve mis nuevas herramientas y nuevos espécimen.

   Llegaron.

   Esos imbéciles ya no servían para nada, eran total y completamente inútiles, unos seres sin importancia que me llenaban de impotencia con solo verlos, eran tan asquerosos, tan estúpidos y tan torturables que me volvían loca. Lo único que pensaba era en matarlos, en asesinarlos, en hacerles sentir lo peor, y por eso mismo no me demoré.

- Ya les tocó su esperada hora de morir, malditos pedazos de mierda - hablé a la vez que los ataba en las sillas de inmovilización - Veo que te llamas Pedro - me dirijo al primer paciente - ¿Sabes cómo inicia el abecedario? - pregunté, pero como no contestó, yo respondí - Es la A. ¿Entonces qué podemos hacer con eso? ¿Qué tal si jugamos con tu a-bdomen? ¡Queda bien! - con sus mínimas fuerzas comenzó a sollozar y yo con mi felicidad a jugar.

   Perforé su hipocondrio derecho, en dónde se encuentra el hígado; realicé un corte casi perfecto, pero al retirarlo su sangre brotó y el rostro me cubrió « Es un desperdicio dejar ir toda ésta sangre » Fué mi primer pensamiento, así que sin mucho retraso, sin cuidado y cómodamente, le abrí el pecho en su totalidad y cada gota de sangre que derramó la guardé, ¿Será un buen recuerdo? No lo sé, ¿Me gusta? Sí, ¿Lo disfruté? También, pero sería mejor hacértelo a tí...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El Hospital De Los EnfermosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora