El reloj iba a marcar las 5:00am, dentro de una hora la muchacha llegaría. Todo iba en orden. El cielo amanecía y yo lo acosaba por la ventana, esperando el momento justo para adentrarme por las puertas de éste loquero y mandar a todo mundo a la mierda, fingir que éramos buenas personas; confiables.
Vestía una pollera hasta las rodillas de color negro y hecha de cuero, una camisa blanca de seda con los primeros botones desabrochados, un labial rojo y un leve delineado negro.
Uno podría decir hasta que lucía cómo una persona decente.______________ 1 hora después
El tiempo voló.
En pocos segundos la puerta tocaron.
Y me informaron de que la muchacha ya había llegado.Suspiré, y fuí a entrevistarla.
Mis tacones resonaban en el suelo, el ruido sordo que venía de afuera me erizaba la piel, y la suave briza me refrescaba, me renovaba.
« No hay nada mejor que calmarse y lucir relajada ante alguien nuevo. »Entré a la sala de reuniones.
- Buenas tardes - miro mis documentos a la vez que tomo asiento - ¿Señorita Lousey? - cuestiono alzando una ceja.
- Sí - afirmó con autoridad.
- Bueno - inicié. Acomodándome en la silla, alzando mi aura superior ante ella - ¿Sabes de qué va el trabajo que pides? -.
- C-claro - no sonó tan confiada, sino más bien, nerviosa - Ser guardia de seguridad conyeva una gran responsabilidad; ser atenta, educada y seguir las reglas -.
- Ajá - iba anotando sus respuestas - ¿Porqué te diste de guardia? - pregunté, amenazante.
- Quiero hacer lo mejor que pueda para ayudar en poder lograr un mejor sistema - hizo una pausa - Que todo sea en voluntad de Dios, amén - procedió a hacer un acto religioso que me fastidió.« ¿Tú Dios? Acá no llega, que se te aclare. »
Hize otras preguntas y evaluaciones más a la muchacha; sobre todo mentales, para ver si era apta para el trabajo.
Hasta que llegué a mi parte favorita, dónde aclaro mis reglas y ella asiente, aterrada, o se retira, espantada.- Bueno, hemos llegado al punto en el que te comunico las normas del hospital. - la miro a los ojos - Acá tú decides el sí te quedas o te vas -.
Tragó en seco, y asintió. Ya dispuesta a hacer una nota mental.- Bueno, primero que nada; mis órdenes son la ley, si no son debidamente cumplidas será inmediatamente castigado, no se puede hacer nada que me moleste, o también será castigado. Los hombres tienen el cabello de color negro y las mujeres rubio. - retomo una inhalación - Cualquiera que hable de mí o de mí institución a mis espaldas, será severamente sancionado - la miré, esperando preguntas inoportunas.
- Es..... Son increíbles las reglas, señora -.
- Señora Directora - interrumpí.
- Pero, ¿Porqué tengo que pintarme el pelo? Sinceramente no qui-.
- Sinceramente nada, mi palabra es la ley, ya le he dicho. Si tiene problemas con mis reglas puede retirarse - señalé la puerta - Allí está la salida -.
- Quiero el trabajo - dijo, decidida, firme.Charlamos un poco más, le asigné su puesto, le dí información de los pacientes que cuidaría y le ordené a otro guardia que se encargara de darle un recorrido, mientras que yo estaba "ocupada con papeleo".
Iba caminando, sumergida en mis ideas, hasta que una mano se posó en mi rostro, disgustada, le dirigí una patada al causante.A los segundos, pude ver la figura de Piter cayendo al suelo, inhalando y exhalando con desespero, quedándose sin aire. Se veía tan diminuto, tan frágil, patético, apretable, pateable, y por sobre todo, comible.
- ¿Crees que tienes un toque de autoridad mayor que al de tus colegas, Piter? - interrogué fríamente.
- D-disculpa - tartamudeó aún intentando recobrar el aire.
- Entonces levántate del suelo, inútil -.
- S-sí - asintió a la vez que comenzaba a levantarse con lentitud. Parecía un perro, tan obediente, tan fiel, tan, moreno, sólo le faltaba el collar atado a un poste.
No dudó ni dos segundos en abrirme la puerta.
« Es tan patéticamente dulce y educado que me dan ganas de escupirle en la cara. »
Entré en su despacho y me senté en su escritorio.
- Cierra las ventanas, estoy estresada. Me viene bien un poco de entretenimiento - aclaré.
- A mí también -.
- Nadie te preguntó - contesté.
A la vez que obedecía mis órdenes y cerraba la puerta lentamente. Se acercó a mí y tomó mi rostro con sus manos, examinó cada facción de éste y me besó, fué uno corto y suave, torpe y patético. Hasta que no fué necesario el tener que decirle que prosiguiera; bajó sus manos a mi camisa, quitó los botones restantes y tomó en sus manos mis senos, después de claramente aver corrido de lado mi sostén.
Empezó a tocarme de una manera que me estresó, molesta, le agarré por el pelo e hize que me mirara.
- Arrodíllate y haz tu estúpido trabajo - ordené. Me levanté y bajé la cremallera de la falda, él se puso de rodillas ante mí y metió su índice dentro de mi cuerpo.
Joder, qué bien era sentirlo; se movió lentamente, formando pequeños círculos, pero, cuando me vió a los ojos incrementó su potencia, introduciendo dos dedos más en mi interior.
Yo me arqueba...
- J-joder - gemía - Pi-piter, dios~ - quejé ahogadamente. Me estaba haciendo perder la cordura, y ya no era la primera vez que hacíamos ésto, mierda, era difícil acostumbrarse a una sensación tan placentera.
Él sí sabía lo que hacía, no era cómo otras personas de su edad, y joder, le tendría que pagar muchísimo por éstas mamadas.
A continuación, retiró sus dedos de una manera increíble; los chupó, sintiéndome en su boca; probando otra vez mi dulce sabor. El sabor de mi interior...Luego, sin siquiera decirle, empezó a trazar leves movimientos con su lengua sobre mi clítoris; yendo de arriba a bajo, de la derecha a la izquierda. Haciéndome retorcer, arquear y gemir perdidamente; se robó todo el líquido que mi cuerpo había expulsado, y me hizo sentir la persona más feliz del mundo; parecía estar completamente drogada por culpa de sus buenas habilidades.
- M-mierda, Piter - exclamé entre gemidos.
Él solo me miró con sus ojos brillosos y oscuros, haciéndome anhelar que todos los días fuesen así... Pero él y yo, no tendríamos nada; jamás...
- Amo que grite mi nombre, Señora Directora - aclaró, con una voz que me erizó la piel.Cuando volvió a introducir su lengua en mi interior, me retorcí. Estaba a punto de llegar a mi climax, hasta que tocaron la puerta.
« ¡Carajos! »
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El Hospital De Los Enfermos
Mystery / ThrillerÉste libro se trata de un hospital psiquiátrico en el cual solo gente realmente rayada puede ingresar. Es sanguinario y espero único en su tipo. Aquí no existe salvación, ni para un Rey, o mucho menos, un plebeyo cómo tú, y ellos.