"La única cosa que podía destruir la casa del dragón era esta misma.
Aemma Targaryen sabía que solo nació
como un recordatorio a su madre que su padre nunca la amaría.
Es por ello por lo que hizo todo para proteger a su familia, a sus hermanos.
Se c...
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"Estoy obteniendo todo lo que deseo"- Middle of the night, Elley Duhé.
Daemon entraba a cada habitación de la fortaleza roja en busca de su esposa, sus capas doradas estaban tras el príncipe buscando a la joven princesa la cual se había dado como desaparecida, la mayoría creía que fue secuestrada y no la verdadera razón de su escondite.
Pero nadie conocía su destino, ni siquiera sus hermanos que buscaban a la princesa en el orfanato que solía ir e incluso los lugares que salían con ella. En todo momento el príncipe canalla sentía que no podía respirar, mientras más rápido pasaba el tiempo, más probabilidad era que su esposa no se encontrar en su mismo techo.
Lo único que lo tranquilizaba es que no se había visto a Moon volar, así que cuando la encuentra en el jardín sentada bajo el árbol siente que puede respirar nuevamente. Estaba sentada allí, jugando con algo entre sus manos luciendo más frágil de lo que jamas pensó.
- Di que ya la encontré- le dice el príncipe canalla al comandante de los capas doradas- que todos vuelvan a sus obligaciones.
- Si mi príncipe- dice el hombre haciendo una reverencia retirándose.
Daemon se acerca a su joven esposa, la cual tenia sus ojos completamente rojos a causa de sus lagrimas derramadas, ella temblaba por la fría temperatura de la madruga por lo cual él se saca su capa poniéndola sobre su cuerpo. Ella lo observa por un momento y el se da cuenta del frasco que tenía en su mano.
- ¿Qué es eso Aemma?
- Veneno- responde ella- sí tu decisión es que no tenga a nuestro hijo, lo beberé.
El principe la queda mirando.
- Eres joven Aemma.
- Es nuestro hijo, sangre de nuestra sangre ¿Cómo puedo quitarle la vida?
- Mi dulce pequeña niña- murmura el príncipe canalla ayudándola a ponerse de pie tomando su rostro entre sus manos- disculpa todo el daño que te he causado... Mis hijas confesaron que fueron ellas y créeme querida que pagaran por cada una de tus lágrimas.
- No preferiría eso mi príncipe.
- ¿Qué? - cuestiona el sin entenderla- Aemma.
- Son solo niñas que están celosas de su padre... al menos le creíste a ella me hubiese gustado que mi padre fuera igual.
- Dulce niña- murmura el tomando su mentón besando sus labios suavemente- prometo jamas dudar de tu palabra.
Aemma asiente sin decir nada llevando su mano a su vientre.
- Tu padre dijo que cambio el té de luna – cuenta el príncipe canalla- sé que no haz estado con nadie más. Lo siento Aemma, mi dulce princesa por todo el daño que te he hecho.
