2 | Los girasoles empiezan a florecer

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A pesar de dejarle bien claro mi odio por las cafeterías y el café, Luan insistió en que fuera a su trabajo para que me preparara otro caramel macchiato, sus palabras fueron "de esa forma te irías acostumbrando al sabor del café, ven cuando recién...

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A pesar de dejarle bien claro mi odio por las cafeterías y el café, Luan insistió en que fuera a su trabajo para que me preparara otro caramel macchiato, sus palabras fueron "de esa forma te irías acostumbrando al sabor del café, ven cuando recién abrimos para que no haya mucha gente". Al principio pensé que sería mala idea, pero aun así aquí estoy con un frío del infierno caminando 5 cuadras por un simple café. A veces creo que soy muy fácil de convencer. 

Reflexionándolo él dijo que esa vez fue pura coincidencia, ya que trabaja por las tardes, entonces tal vez ni siquiera este él ahí.

—Se me hacía raro que estuviera aquí por la mañana, pero parece que ya entendí la razón —dijo Sun mientras dejaba de hablar con Luan para dirigirse a mí—.

—Hola Sun, pensé que no estarías —con lo último me quise referir a Luan—.

—Dije que yo mismo lo prepararía y yo siempre cumplo mi palabra.

Luego de que me diera mi bebida los tres nos quedamos hablando mientras esperábamos a que un cliente llegara, sinceramente no sé cuánto tiempo me pase hablando con ellos, son bastante interesantes los dos.

Los siguientes días seguí yendo por la mañana a la cafetería, aunque algunas veces no estaba Luan. Durante ese tiempo me enteré de varias cosas como que en realidad Sun se llama Sunset, aunque resulta más fácil abreviarlo; que Luan había trabajado en otra cafetería antes, pero renuncio porque no le gustaba el ambiente, tiene una hermana que asiste a la misma universidad que yo y también sé que ninguno de los dos sabe cuidar una planta adecuadamente.

—Esa planta se va a marchitar si no le dan el cuidado que necesita —dije señalando unos tulipanes que tenían en el mostrador— también se le están empezando a caer los pétalos de las rosas que tienen ahí.

—Un cliente dejó esas rosas aquí luego de que su aparente novia lo dejara, así que las pusimos en un jarrón y ahí se han quedado, aparte de echarles agua, ninguno sabe cómo cuidar de las plantas.

«Entonces no deberían de tener» pensé un poco para mis adentros.

Moví los tulipanes a donde les diera más luz, a pesar de no necesitar mucho sol, tampoco los podía dejar en esa sombría esquina del mostrador donde los tenían. Las rosas no tenían salvación, en su momento decoraban muy bien la ajetreada cafetería y cuando estaba vacía le daban un poco de vida, pero ya no durarían más de un día.

A la mañana siguiente, en vez de ir directo a la cafetería, pasé antes por una florería, la verdad no me gusta mucho que me den flores que ya están cortadas, que no duran mucho tiempo, pero de todas formas ninguno de los dos guapos baristas iba a tomarles demasiada importancia y me dolía que las rosas se fueran a marchitar.

—Aquí tienes —dije entregándole unos girasoles a Luan— ponlos en donde estaban las rosas.

—No sabía que ya habían llegado al punto donde se regalan flores —menciono Sun de forma algo burlona sin quitar la atención a los cafés que estaba preparando—.

En verdad los girasoles no eran un regalo para Luan, no teníamos ese tipo de relación, luego de esa vez en el restaurante no habíamos vuelto a salir, él no me había preguntado y yo tampoco había hecho mucho esfuerzo por invitarlo, de todas formas, lo veía la mayoría de los días cuando venía por las mañanas. 

¿Debería de invitarlo? No es mala idea, me he llevado bien con Sun, tal vez deberíamos salir los tres. 

—¿A dónde vas tan temprano por la mañana? —me pregunto Oli mientras se hacía un café—

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—¿A dónde vas tan temprano por la mañana? —me pregunto Oli mientras se hacía un café—.

—Voy a la cafetería.

—Ah... ahora entiendo, vas a ver a ese chico. Como dijiste que se llamaba ¿Luan?

Antes de contestar volteé a ver a Nora, la cual estaba sentada en el sofá mirando algo en su teléfono, al no ver reacción alguna de su parte ante lo que dijo Oli supe que no tenía de que preocuparme.

—No voy solo por él, también voy a ver a Sun y a tomar café.

—Pero admites que en parte si vas a verlo.

—Cree lo que quieras.

—No entiendo, vas todos los días y todavía no lo invitas a otra cita.

—Solo... —tampoco sabía porque no lo hacia— no lo sé, lo pensaré.

—Cambiando de tema, recuerden que este fin de semana vamos a ir al museo y más les vale no faltar, ya tengo las entradas.

—¿Era este fin de semana? —como lo sospechaba lo había olvidado— tengo que verme con unos chicos para terminar nuestro trabajo.

—¡Mierda! Oliver si te lo recordé hace dos días.

—Ya lo sé, lo siento, al menos podrás ir con Nora.

—Lo siento As mis padres quieren que vaya a verlos.

—Bueno... creo que tendré que ir solo de nuevo.

«O tal vez no... Esta parece la oportunidad que estaba buscando, solo espero que no esté ocupado ese día»

A la mañana siguiente lo primero que les dije tan pronto llegue fue sobre la invitación para el museo.

—Quisiera ir Aster, pero quede que vería a unas personas ese día —lo dijo como si un mal recuerdo le viniera a la mente— si me hubieras avisado antes te aseguro que no me lo perdería.

—Luan por favor dime que tu si puedes.

—Siempre y cuando sea en la tarde no tengo problema con acompañarte.

Saber que Luan me acompañaría me alegro, me gusta salir solo, aunque no es malo tener compañía de vez en cuando.

Durante nuestro recorrido por el museo nos la pasamos bien, me pareció como si Luan tuviera conocimiento tanto de las pinturas como del autor, me hablo de datos curiosos y cosas que yo no conocía.

—¿Tienes hambre? Conozco un buen restaurante cerca de aquí.

Me llevo a un restaurante no muy lejos de donde nos encontrábamos, el lugar se encontraba repleto de plantas, tenía un estilo industrial, no había mucha gente y el ambiente era agradable, se podía sentir una increíble paz.

—Luan como conociste un lugar como este. Pensé que eras alguien más de bares o clubs nocturnos.

—Qué clase de idea errónea tienes de mi Asteri. Primero me llamas aburrido y ahora piensas que me la paso en bares. 

—No lo sé, no te conozco lo suficiente para saber esas cosas.

—Lo conozco por mi hermana —dijo rindiéndose ante mis palabras—.

—Tu hermana tiene buenos gustos, me gustaría conocerla en algún momento.

—Le diré que pase al café antes de ir a la escuela. Ustedes se llevarían muy bien.

Caramel MacchiatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora