3 | Botas de tacón

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Los trabajos de la Universidad nos están matando a Oli y a mí, he sobrevivido gracias a bebidas energéticas y pocas horas de sueño, por suerte Nora no estudia arquitectura, así que se encarga de que no nos olvidemos de comer y nos ayuda en lo que ...

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Los trabajos de la Universidad nos están matando a Oli y a mí, he sobrevivido gracias a bebidas energéticas y pocas horas de sueño, por suerte Nora no estudia arquitectura, así que se encarga de que no nos olvidemos de comer y nos ayuda en lo que puede, no sé qué haríamos Oli y yo sin ella.

Por obvias razones no he podido ver a Luan, le dije que lo iría a ver tan pronto acabara mis proyectos, nunca pensé que eso tardaría tanto tiempo. Me han regresado el mismo trabajo dos veces, estoy en mi límite. Si no tomo un descanso, terminaré enloqueciendo. Nunca me había sentido tan feliz de entrar a una cafetería como este día.

—Aster —dijo Sun bastante animado tomando en cuenta lo temprano que era— te ves terrible, ¿ya terminaste tus proyectos?

—No, necesitaba un descanso, no podía seguir viendo mini árboles.

—Dicen que estudiar arquitectura no es nada sencillo y, por lo que veo, es verdad. Debido a tus ojeras, dudo mucho que hayas dormido.

—He dormido dos horas el día de hoy. No quiero pensar en eso. ¿Cómo han estado las cosas por aquí? ¿Han cuidado las plantas? —me acerqué a una de ellas para examinar su estado.

—Se siente algo vacío sin la persona que nos trae girasoles. Con las plantas hacemos lo que podemos. Alguien se ha encargado de cuidarlas. Me dijo que vendría por la mañana, supongo que se sorprenderá de verte aquí.

—Cuando me desocupe, les volveré a traer girasoles.

La puerta se abrió y entró Luan acompañado de una chica con el mismo tono rojizo que tenía él en su cabello, por sus ojos grises diría que es su hermana, pero al contrario del chico, cuya mirada era-, la de ella parecía vacía, era como si el gris de sus ojos también le hubiera quitado al mundo sus colores.

—Asteri no pensé verte hoy.

Le sonreí, aunque seguía viendo a la bajita chica a su lado, supongo se percató de ello, así que la presentó. En efecto, era su hermana menor, Anning. Me presenté amablemente, ella solo asintió y se acercó más a Luan. Muchos me han dicho que parezco un lindo perrito, pero me dio la impresión de que para ella yo era el ser más peligroso que ha pisado este mundo. Si ese era el caso, tenía que hacerla cambiar de opinión, me fui con una plática sencilla para no asustarla más.

—Tu hermano me contó que vas a la misma universidad que yo, ¿qué estudias?

—Estudió Comunicación.

—Igual que mi amiga Nora, está en cuarto semestre. Deberías de conocerla, es increíble en su carrera. Te aseguro que, si tienes algún problema, ella te ayudará. Gracias a ella he podido avanzar con mis proyectos.

—Lamento interrumpir su charla sobre lo genial que es Nora, pero les traigo un té de menta para mi hermana y un Caramel Macchiato para Asteri.

—Había esperado por probar tu Caramel Macchiato.

—Admites que te gusta.

Nunca dije que no lo hiciera.

—Todavía no terminas tus trabajos, ¿verdad? Avísame cuando los acabes.

—Serás el primero en enterarte, como recompensa por cuidar las plantas.

Un mensaje de Oli me indicó que mi descanso había terminado, intentaría darle una mejor impresión a Anning en otra ocasión.

Luego de varias horas de esfuerzo logré terminar y justo como lo prometí, antes de tomar mi anhelada siesta, llamé a Luan para contarle.

—Felicidades por acabar. Para festejar, ¿qué opinas de salir el sábado?

—Lo siento, le dije a Nora que saldría con ella, ¿qué te parece el domingo?

—No puedo, debo llevar a Mokka al veterinario. Nos podríamos ver el lunes.

—El lunes será —dije de forma animada.

—Te llevaré los-

Un grito repentino seguido por el nombre de Luan interrumpió lo que estaba diciendo.

—Debo irme.

No me dejó decir nada cuando la llamada ya había terminado.

«Tal vez algo malo pasó. ¿Luan estará bien?» Fue lo primero que pasó por mi mente.

Volví a llamarle, pero no contestó. Le dejé un par de mensajes esperando que cuando se desocupara los contestara, nunca hubo respuesta. Sun tampoco me las dio: "No te preocupes, Luan lo arreglará" fue lo único que respondió.

El sábado, como estaba planeado, saldría con Nora. Estar preocupado por Luan no me daba ánimos para ir, pero le habría prometido que la acompañaría. Puse mi mejor sonrisa y traté de concentrarme solo en mi cita con Nora, no podía hacer nada más.

—¿A dónde vamos? —dije mirando por la ventana del coche— No reconozco esta ruta.

—Es una sorpresa, lo descubrirás cuando lleguemos.

—No debe ser muy lejos, si no, Oli se volverá a quejar de que llegamos muy tarde.

—También te quejas.

—Con justificación, cada vez que llegan hacen mucho ruido, tienen la costumbre de romper cosas, sin mencionar la vez que se confundieron de puerta y el vecino pensó que querían entrar a robar.

—Solo rompimos dos cosas. Sobre el vecino, después de llevarle una caja de chocolates se olvidó del incidente. Regresando a lo que estábamos hablando antes de que empezaras a quejarte de nosotros. El sitio no queda tan lejos, seguro te gustará.

Nuestro destino era un restaurante con temática de gatos que debió ver en alguna red social. A pesar de no aborrecer a los gatos, yo era team perros, pero no dije nada, porque el solo hecho de que pensara en mí cada vez que los veía en internet me hacía creer que estábamos destinados a estar juntos.

—Gracias por traerme.

—No tienes que agradecerme. Somos amigos, teníamos que venir juntos.

"Amigos", no importaba cuántas veces pronunciará esa palabra, viniendo de ella siempre duele, no solo por el significado, sino porque yo no hacía nada por cambiar nuestro concepto.

Después de una comida maravillosa y varias fotos de gatos, fuimos a dar un paseo antes de regresar a nuestras vidas normales. El paseo había sido idea de Nora, pero estaba seguro de que para regresar al coche la tendría que cargar, traía sus botas favoritas, para mi mala suerte, tenían un tacón tan alto que con ellas. A pesar de su metro con sesenta y dos, podía estar a la misma altura que yo. Son sus botas favoritas, pero no aguanta más de dos horas con ellas.

—As, me gusta salir contigo de esta forma. Me siento cómoda.

—¿Si?¿Y cuándo sales con Oli?

—Estar con Oli es agradable, pero no se compara a estar contigo.

En ese instante me abrazó por encima del hombro y me plantó un suave beso en la mejilla.

—¿Lo sabes, verdad As?

Que iba a saber, siempre es tan cariñosa con todos y no estoy seguro si es diferente conmigo. Sus abrazos y sus besos amistosos me dan falsas expectativas. Hacen que me guste cada vez en mayor medida.

Me gusta, me gustan sus labios que pinta tan rojos como el vino, amo su embriagante olor a fresas, la manera en la que puede cambiar todo el ambiente con solo entrar en una habitación y, a pesar de que al final cuando se canse, la tendré que cargar, amo como se ve con esas botas de tacón.

Caramel MacchiatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora