10 | Nuestro comienzo

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Luan

No era la primera vez que al despertar, la primera cosa que veía era a Aster con mechones rubios cubriendo su rostro, el sol los iluminaba haciéndolos parecer hilos de oro. Estaría demasiado cansado por toda la tarea que tuvo ayer, así que lo dejé dormir otro rato. No me sorprendió que tan pronto me levanté de la cama Mokka se fuera a acurrucar a su lado. A veces siento que prefiere a mi novio antes que a su dueño.

Bajé a la cocina y empecé a preparar el desayuno: unos panqueques con extrañas formas, no estaban quedando para nada bien —la cocina nunca ha sido mi fuerte—. Por suerte, la siguiente en despertar fue mi salvadora, Ann se encargó de lo que faltaba para que yo pudiera ir a despertar a Aster.

Desayunar los tres juntos como ahora, crea un ambiente de comodidad. Antes de conocer a la persona a mi lado, pocas veces esta casa se sentía tan reconfortante, su sola presencia se tornaba en rayos de luz que iluminan todo a su alrededor, incluso a mí. Estar juntos como ahora me hace creer que es así como se debe sentir una verdadera familia.

Estos días, Aster suele pasar la noche aquí y se marcha con Ann a la universidad por la mañana. Los fines de semana solo perdemos el tiempo, a veces pinta, cosa que disfruto mucho verlo hacer.

Algo curioso de él es que es ambidiestro, pero acostumbra pintar con la izquierda, es algo que descubrí las veces que lo aprecio, lo hago sin que lo note, no le gusta que otros lo vean pintar, incluso tiene la creencia que para un artista es mejor cuando no se le conoce la apariencia, una creencia que no termino de entender.

Como de costumbre, dejé que los dos se fueran; por mi parte, seguí trabajando en la canción que debía enviar ese día y, alrededor de las 12 fui a Ocean's Eleven, donde ya me esperaba Sun. Mis días se resumen en intentar perseguir mi sueño de ser compositor por las mañanas y preparar cafés por las tardes.

Cuando estaba por cerrar, me llegó un correo, algo me decía que no podía esperar a llegar a casa para leerlo. Al abrirlo no lo podía creer, por un segundo todo desapareció y lo único en mi mente era: "Es de nuestro entero gusto informarte que su solicitud ha sido aceptada". Mis manos comenzaron a temblar, quería gritar, llorar, hasta que de pronto toda mi felicidad se disipó. El hecho de ser aceptado conllevaba irme por un largo tiempo.

May me encontró sentado en el suelo, tratando de aclarar mi mente.

—¿Qué haces ahí? ¿Qué ocurre?

—Me iré a Inglaterra.

Le di una breve explicación y enseguida comprendió mi preocupación. "Creo que hay dos personas con las que debes hablar", lo dijo y me tendió mi celular.

Llamé a Aster para decirle que fuera a mi casa esta noche. Sin importar cómo reaccionaran, quería que las dos personas más preciadas de mi vida fueran de las primeras en enterarse.

Todo el camino me estuve preparando sobre cómo les debía decir. Al tenerlos enfrente y a punto de darles la noticia, mi voz comenzó a temblar, las palabras no se estaban formulando, estaba feliz por ser aceptado, pero no quería alejarme de ellos. Tomé una gran bocanada de aire y lo dije sin vacilar. Ambos se emocionaron y corrieron a abrazarme, incluso Mokka comenzó a mover su cola de un lado para el otro. Sin darme cuenta, unas pocas lágrimas salieron de mis ojos. Puede que ellos erróneamente pensaran que son de felicidad, no tardarían mucho en comprender que esta noticia trae consigo el adiós, tal vez momentáneo y aun así con el dolor de la partida.

Contárselo a mi madre fue más realista, se limitó a felicitarme para luego preguntarme cuándo me iría "Dentro de unos meses", respondí. Por la noche me pareció escuchar sus suaves sollozos. Sufrir mientras nadie ve fue una de las pocas cosas que heredé de ella. Sabía que me quería y le dolía que yo también me fuera.

Caramel MacchiatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora