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Vanessa

Después de volver del bosque, no pude dormir. Las palabras de Nathalie daban vueltas en mi cabeza como un bucle, y por más que trataba de controlar mis emociones, mi corazón seguía agitado. Me sentía feliz, pero también asustada, porque los sentimientos de Nathalie parecían ser tan fuertes que me daba miedo estar en medio de ellos.

No supe qué decir. Tampoco me presionó para responder algo. Sabía que las cosas no se podían quedar así, que teníamos que aclarar esto, y que tenía que darle una respuesta. Me agobiaba el solo imaginar tener que hacerle frente a todo. Seguro que había exagerado, ¿cómo puedes amar a alguien que apenas conoces? Pero parecía tan segura de sus palabras que incluso me convencía de la idea de que es de verdad amor lo que siente. No lo sé, nunca he amado y nunca nadie me había amado. Al menos nunca me lo habían dicho.

No quería dejar las cosas así, pero tampoco estaba segura de qué decir. Realmente no estoy segura de lo que siento por ella, no quiero ilusionarla, pero tampoco estoy segura de querer declinar sus sentimientos hacia mí. La idea de que ella se fijara en mí era tan lejana desde un principio que yo misma me obligué a dejar esa idea de lado. Se suponía que solo éramos amigas, ¿en qué momento mi corazón comenzó a trabajar por su cuenta?

Pensé que cuando la viera de nuevo ella sacaría el tema, pero no lo hizo. Solo actuó como siempre, o al menos lo intentaba, porque podía ver en sus ojos esa mirada nerviosa de "ahora sabes lo que siento". Me sentía igual. Aunque también más libre, sentía que si sus sentimientos eran tan fuertes, entonces podría ser yo misma y seguiría sintiéndose cómoda a mi alrededor. No entendía por qué, pero quería tenerla cerca, me reconfortaba mucho estar con ella, tanto que el vernos solo unos minutos al día ya no me era suficiente.

Mis sentimientos estaban revueltos y, en el fondo, tampoco quería arreglarlos. No quería enfrentarlos.

Estábamos en mi habitación, ella estaba dando vueltas para inspeccionar todo a detalle, de vez en cuando tocaba cosas que le causaban curiosidad y sonreía cuando algo en especial llamaba su atención. Yo me quedé sentada en la cama, viendo cómo ella miraba todo con curiosidad como si fuera una niña pequeña. Luego de unos minutos, ella se acercó hasta mí y se sentó a mi lado.

—Me gusta. —no dijo más, seguía mirando a su alrededor.

—Qué bien. Seguro que te gustaría más si estuviera ordenada.

Ella negó con una sonrisa.

—¿Tienes hambre? Puedo preparar algo, si quieres. —dijo amablemente.

—No acostumbro a cenar —me miró sin decir nada, pero entendí que quería hacer esto por mí—. Pero puedo hacer una excepción.

—Bien, entonces.

—¿No quieres cambiarte antes? —se miró a sí misma y luego me miró a mí. Se encogió de hombros no muy convencida, pero igual le pasé una pijama limpia y yo tome una también— Me cambio en el baño, tú hazlo aquí, ¿sí?

Terminé de cambiarme y salí del baño. Toqué un par de veces la puerta de mi habitación antes de pasar, pero Nathalie ya no estaba ahí, solo su ropa perfectamente acomodada en la orilla de la cama. Bajé hasta la cocina y ella ya se encontraba preparando algo que no sabía bien qué era. Se veía tierna con el pantalón de dormir a cuadros y la playera blanca varias tallas más grandes que la suya. Era extraño verla así, porque siempre se veía impecable, pero de hecho, verla desarreglada y aun así viéndose bien, solo mostraba que de verdad era hermosa sin importar qué tuviera puesto.

—¿Te gustan los hotcakes? —preguntó cuando me acerqué lo suficiente para ver qué preparaba.

—Sí, me encantan. ¿Sabes hacerlos?

Vanessa, I Found You | Vampire |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora