16

11.9K 1.2K 138
                                    

Yo nací en 1922, en una familia con un buen posicionamiento en Noruega. Mi padre era un importante pescador y, en ese entonces, su barco de pesca era el más grande de todo Noruega. Además, tenía muchas embarcaciones más pequeñas.

En realidad, su posición era porque se codeaba con las personas más influyentes de ese entonces. Mercenarios temidos y empresarios respetados. Y aunque en ese momento no lo sabía, después entendí que él también era como ellos y el "negocio familiar" era solo una fachada.

Él tenía solo una debilidad: mi madre.

Ellos se habían enamorado cuando eran tan solo unos niños, y se casaron en cuanto tuvieron la edad suficiente. Yo nací unos pocos años después, rodeada de padres amorosos y personas que vivían solo para servirme. Lo tenía todo.

Mi padre a veces se iba semanas por negocios, así que mi madre y yo nos quedábamos solas en casa junto a lo que, en ese entonces, llamábamos servidumbre. Y aunque ambas extrañábamos a mi padre, esperábamos con paciencia su llegada, mientras nosotras hacíamos de todo juntas. Ella me enseñó a cocinar, a tejer, a cepillar mi cabello y a amar la naturaleza.

Yo crecí, y con los años, mi madre comenzó a mostrarme los deberes de una ama de casa, pero mi padre también me mostraba cómo llevar el negocio familiar. A él nunca le importó lo que los demás decían sobre mí, a él no le importaba que yo fuera una mujer, porque confiaba en mí y en mis capacidades. Así que siempre me esforzaba por no defraudarlo, y nunca lo hice.

Cuando cumplí dieciséis años, mi padre me llevó por primera vez a una reunión de trabajo con sus socios. Yo estaba emocionada por presentarme como heredera de todo, pero cuando llegamos, lo primero que esos hombres hicieron fue presentarme a cada uno de sus hijos. Lo único que ellos hacían era verme como un premio que debían conseguir, por supuesto, para ganar la fortuna que mi padre poseía. Yo era como un boleto de lotería para ellos.

Él me aseguró que no tenía de qué preocuparme, que lo tomara con calma y no me cerrara a conocerlos, porque ellos serían con quienes yo trataría en un futuro. Así que lo hice, hablé con cada uno de ellos y todos parecían solo hablar de lo que poseían, como si trataran de impresionarme. Como si se estuviesen postulando.

Ese día conocí a una hermosa chica. Ni siquiera recuerdo bien su apariencia, pero sé que sentí algo distinto. En el fondo siempre supe que había algo distinto, pero ese día lo entendí. Ninguno de esos hombres era mi tipo, porque mi tipo eran las mujeres.

Pasó el tiempo y mi papá olvidó el tema. Comencé a hacerme cargo del negocio por mi cuenta, y mi padre tenía sus propios asuntos. Mi madre se quedaba sola en casa, pero había encontrado una fascinación en las flores, así que siempre estaba entretenida con esto. Mi padre le había hecho un pequeño vivero en el patio trasero, y siempre que llegábamos ella se encontraba ahí.

Todo iba tan perfecto. El negocio prosperaba bajo mi mando y mi padre parecía siempre mantenerse ocupado rodeado de personas que lo respetaban y se peleaban por su atención.

Cuando cumplí veintiún años, las personas rumoreaban sobre mí, sobre cómo no tenía un esposo aún. Pero no me interesaba prestarles atención, porque con todo lo que tenía que hacer, no tenía tiempo para sus habladurías. Mi padre y mi madre estaban orgullosos de lo que yo había logrado, aunque en el fondo ellos también esperaban que yo formara una familia en algún momento. Aun así, agradecía que no me presionaran con el tema.

Yo sabía que mi madre sospechaba mis preferencias. Podía verlo en sus ojos cuando hablábamos sobre mi futuro, sobre mi pareja. Además, era mi madre, por supuesto que lo sospechaba. Pero cuando hablábamos del tema con mi padre, ella decidía cambiar de tema y solo darme una cálida sonrisa que me hacía saber que todo estaba bien.

Vanessa, I Found You | Vampire |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora