Capítulo 3: Firefly feelings

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Nos sumergimos poco a poco en el bosque y la luz comenzó a ser mínima, haciendo que mis pasos fueran cada vez más torpes, en cambios los suyos se mantenían firmes y confiados. Nathalie no me decía nada, y esto no parecía ser una buena idea, pero tenía curiosidad de a dónde nos estaba llevando, porque parecía saber perfectamente a dónde estaba yendo.

—Si me vas a matar, ¿podrías decírmelo ya para mentalizarme?

Ella rió, cubriendo su boca con su mano tímidamente. Levanté mis cejas sorprendida, era la primera vez que la escuchaba reír, que escuchaba con claridad su risa y con casi ningún otro sonido alrededor además de los pequeños grillos y el aire moviendo las hojas. Mi cabeza definitivamente volvería este momento un recuerdo destacado.

Me sentí feliz porque nos estábamos volviendo muy cercanas, y aunque aún prevalecía esta sensación frustrante de no saber entender mis sentimientos y mucho menos los suyos, no tenía mucha prisa por hacerlo, porque con ella todo se sentía tan espontáneamente perfecto que aceptaría lo que sea que viniera.

—¡Cuidado!

Miré a Nathalie, pero una piedra en mi camino hizo que tropezara y perdiera el equilibrio. Ella se acercó a mí sorprendentemente rápido y me atrapó antes de caer. Me sorprendió la velocidad con la que había reaccionado, porque juraba que estaba lo suficientemente lejos como para no lograr atraparme en un segundo, pero supuse que solo había visto mal por la poca luz que había.

—Gracias.

De pronto sentí un escalofrío recorriendo mi cuerpo desde la punta de mis dedos. Miré mi mano y ahora estaba siendo sostenida por la fría mano de Nathalie, quien había entrelazado nuestros dedos y movía suavemente su pulgar para acariciar el mío en lo que supuse era una un intento de tranquilizarme.

—A partir de ahora yo te guío, ¿sí? No te preocupes, yo seré tus ojos.

Asentí con el corazón acelerado.

—¿T-tienes frío? —intenté conversar para que no prestara atención a mis fuertes latidos.

—Lo siento, ¿estoy muy fría? Mis manos siempre lo están, pero estoy bien.

—Está bien, me gusta la sensación.

—¿Sí?

—Nuestra temperatura choca, se siente como... complementarnos.

—Seguro que sí. —dio un leve apretón a mi mano.

No dijimos nada más y caminamos por lo que parecieron ser unos diez minutos. Seguro que no estaba tan lejos, pero ella trataba de ir lento para evitar que yo volviera a tropezar, y cada vez que algún ruido me asustaba, apretaba ligeramente mi mano para hacerme saber que estaba todo bien. Que ella estaba ahí.

Nathalie nos detuvo cuando llegamos a un lugar parecido a un claro, donde los arboles se abrían formando un círculo alrededor de lo que parecía ser un jardín de la naturaleza, porque estaba repleto de flores que sinceramente no reconocía, pero que tenían colores hermosos y brillantes gracias a la luz de la luna, que en ese momento me percaté, era luna llena. Unas pocas luciérnagas se asomaban mientras avanzábamos, pero Nathalie intentaba evitar tocar las flores en las que descansaban, para evitar despertarlas. Aunque sinceramente me hubiera gustado verlas llenar el lugar con su luz.

Caminamos hasta un tronco caído y me hizo una seña con la cabeza para que me sentara para luego sentarse a mi lado. La miré y luego al paisaje frente a mí, pensando que seguro no se veía igual de hermoso de día y no se sentiría igual de bien si no la tuviera a ella a mi lado.

—¿Te gusta?

Sonreí en respuesta, pero recordé la razón por la que había venido por mí esta noche en primer lugar.

Vanessa, I Found You | Vampire |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora