Capítulo 2: Walk under the moon

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Había pasado toda una semana y la presencia de Nathalie había sido constante. Comenzó a acompañarme a mi casa porque parecía que lo tenía de camino, y aunque al principio estaba un poco insegura al respecto, su compañía me hacía sentir un poco más tranquila. Desde el día en que alguien o algo me había seguido, me había sentido muy tensa de camino a casa, pero cuando miraba a mi lado y ahí estaba Nathalie, una especie de calma venía a mí.

—Ness, ¿puedo hablar contigo un segundo? —me acerqué a Jess antes de que saliéramos. Nathalie ya se encontraba afuera esperando— ¿Estás bien? Es que Nathalie me parece un poco... extraña.

—¿Extraña?

—No sé, algo en ella. Es una especie de vibra.

No pude evitar reírme. Jess me había dicho que en su familia podían sentir cierta "vibra" emanando de algunas personas. Pero, claro, para mí era un poco más una suposición que un hecho.

—Estoy bien, Jess.

Salimos de la tienda y ahí estaba Nathalie, sosteniendo una bolsa de papel en la mano derecha con el logo de alguna tienda del pueblo, imagino. Con la otra mano acomodaba el cuello alto de su jersey negro.

Cuando me vio salir una sonrisa fugaz se dibujó en su rostro y yo la devolví con un movimiento de mano para saludarla.

—Hola, Jessica. ¿Cómo estás? —habló hacia mi amiga, acercándose un poco hacia nosotras.

—Estoy bien. ¿Y tú? ¿Qué tal tu día?

—Muy bien. Gracias por preguntar.

Su interacción duró tan solo unos segundos y cuando comenzó a ser lo suficientemente incómodo fue cuando decidí intervenir.

—Nathalie —en seguida su mirada volvió a mí—, ¿nos vamos?

—Por supuesto.

Comenzamos a caminar luego de despedirnos de Jess. Estos últimos días había compartido el camino a mi casa con Nathalie, pero no sabía casi nada de ella. Era muy callada, y aunque no había un ambiente incómodo en realidad, aún así me gustaría conocerla un poco mejor.

Hasta ahora lo único que sé de ella es que se acaba de mudar desde Noruega hace poco más de un año y que le encanta ayudar cuando tiene la oportunidad. Hace dos días, antes de que cerráramos la tienda entró por una lata de comida para perro y me explicó que había un cachorro que parecía necesitarla. Lo suponía, en realidad no era la primera vez que compraba algo así aquí.

—¿Vanessa? —volví a la realidad y dirigí la mirada hasta ella que me miraba atenta y un poco preocupada— ¿Está todo bien?

—Ah, sí. Disculpa, ¿me estabas diciendo algo?

Ella no dijo nada, solo extendió la bolsa hacia mí y la movió un poco para que yo la tomara. No entendía muy bien qué estaba pasando, pero la tomé y cuando Nathalie no hizo más que quedarse quieta con una sonrisa delante mío entendí que esperaba que la abriera. Saqué con cuidado lo que había en su interior y dejé la bolsa un momento en el suelo.

—¿Qué es esto?

—Si sigues llevando ropa tan delgada vas a enfermarte.

Extendí la prenda cuidadosamente para examinarla con mayor detalle. Era un abrigo similar al que me había prestado el otro día, pero este tenía un gorro y la tela parecía ser ligeramente más gruesa. Además, era más largo, llegando casi hasta mis tobillos.

—Gracias por preocuparte, Nathalie, pero no lo puedo aceptar. —devolví la prenda a la bolsa y la estiré hacia ella para que la tomara.

—Bien, pero si no lo aceptas lo voy a tirar.

La miré con los ojos entrecerrados intentando descifrar si hablaba en serio, pero ella todavía tenía esa sonrisa en su rostro y su mirada relajada sobre mí.

—Pues tíralo.

Ella asintió, tomó la bolsa y caminó hasta un bote de basura que había al otro lado de la calle. Giró su mirada hasta mí y luego solo soltó la bolsa y esta cayó dentro. Luego volvió hasta mí y rió por lo bajo cuando vio mi expresión de shock.

—¿Vamos?

—No puedes hacer eso.

—¿Por qué no? Si tú no lo quieres entonces no lo necesito.

—Bien. Si lo quiero.

Ella fue por el y lo sacó de la bolsa. Lo extendió hacia mí esperando a que me lo pusiera, así que eso hice. Metí los brazos en las mangas y ella lo acomodó bien sobre mis hombros, entonces me giré para agradecerle, pero estaba más cerca de lo que esperaba. Su rostro estaba a unos pocos centímetros y miraba ligeramente hacia abajo por la diferencia de altura. Tenía aquella expresión seria suya.

—Gracias. —dije, pero mi voz salió más en un susurro de lo que esperaba.

Ella no dijo ni hizo nada, solo me miraba como si yo fuera a desaparecer si apartaba la mirada un segundo. Aclaré mi garganta para romper la extraña vibra que se había formado y continué caminando, con ella siguiéndome unos segundos después.

Llegamos hasta mi casa y me detuve para despedirme, pero no pude decir nada porque un maullido desesperado resonó en toda la calle. Era el gatito negro que siempre corría hacia Nathalie cuando la veía. Ella sonrió y se agachó para recogerlo entre sus brazos, cosa que el bebé aceptó de inmediato.

—Te llevas bien con los animales, ¿verdad? —ella asintió.

—Especialmente con los gatos. Son animales maravillosos.

Acerqué mi mano hasta el pequeño para acariciarlo y aunque se mostró un poco inseguro al final se inclinó entre ronroneos hacia mí. Miré a Nathalie emocionada y ella me devolvió la mirada con una leve sonrisa y moviendo sus ojos entre los míos.

—¿Qué?

—Nada. —contestó.

—Siempre es nada —ella frunció un poco el ceño pidiendo una explicación—. Es que siento que... no conozco nada de ti. Sigo sintiendo que eres una extraña, aunque ya no lo seas.

—Yo tampoco sé mucho de ti —no dije nada porque tenía razón—. ¿Te parece bien si salimos? Así puedes preguntarme lo que quieras. Y yo a ti.

—Hum.

Ella bajó al gatito de sus brazos y este corrió lejos de nosotras.

—Entonces vengo por ti mañana a medio día y así cuando terminemos te llevo a tu trabajo —yo me reí, pero asentí feliz y emocionada, aunque lo suficientemente tranquila para que Nathalie no lo notara—. Bien, entonces descansa, Vanessa.

Ella da un paso hacia atrás que ya se había vuelto costumbre cada vez que se despedía. Asentí y me giré para entrar a mi casa, solo entonces Nathalie comenzó a caminar para irse. Sonreí inconscientemente ante el comportamiento tan peculiar.

—Vanessa —salté y miré detrás mío. Era mi papá—. Tenemos que hablar.

Vanessa, I Found You | Vampire |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora