Capítulo 4 - Invítala a salir

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Los chicos llegaron al pequeño apartamento donde vivían, Kara había pedido algo de comida por el camino y a los pocos minutos se encontraban en la sala comiendo. Mientras tanto, Winn estaba inmerso en su diminuto estudio. Concentrado en trabajo con el cuadro falso. En la sala reinaba un silencio incómodo, el cual Alex rompió rápidamente.

—Entonces... ¿tú y la señorita Luthor? — Kara casi se atragantó con la comida al escuchar la pregunta de Alex, y su mirada acusadora se posó en Diana, como si fuera la culpable de haber desatado el interrogatorio.

—A mí no me mires así, yo no he dicho nada— intervino Diana inocentemente.

—Ella y yo no... — Kara dejó su plato a un lado, intentando ocultar lo que sea que Alex estuviera insinuando.

—Hay que ser tonto para no darse cuenta de que tú y Lena están teniendo algo, Kara— continuó la pelirroja.

—¡Nosotras... no tenemos nada! — replicó Kara con firmeza.

—Sí, claro. Y todos somos ciegos— dijo Diana inconscientemente y miró enseguida a la rubia.

—¡Prince, cállate la puta boca o juro que cumpliré con lo que dije en la camioneta! — Kara estalló, sintiendo las palabras resonando en su mente como un eco persistente.

—Cálmate, Kara. No tiene nada de malo que te guste alguien, además es Lena Luthor y podríamos usar eso a nuestro beneficio. Podrías distraerla mientras nosotros hacemos el resto. Y así todos ganamos, obtenemos el cuadro y tú una novia para el fin de semana— sugirió Alex terminando su plato.

—Sí, eso suena como una gran idea— Winn se asomó desde su silla, terminando con el cuadro que recién había imprimido.

—¿Entonces? — preguntó la pelirroja sentándose al lado de su hermana.

—No, no lo haré. Ella y yo no tenemos nada y tampoco fingiré que tenemos algo — afirmó Kara con determinación.

—No tendrás que fingir nada, solo...

—Bien, entonces yo lo haré por ti. Podría decirse que Lena me cae exactamente como anillo al dedo, si saben a lo que me refiero— dijo Diana, desafiando a Kara con la mirada.

—¡Ni se te ocurra Prince! — gritó Kara y esas mismas palabras rebotaron en su cabeza como una pelota, golpeándola mentalmente.

—¿No que no te interesaba? — Diana alzó una ceja, mirando interrogante a Kara.

—No me interesa es solo que... te conozco... y.... no debes ir por ahí... jugando con los sentimientos de los demás.

—¿Quién dijo que iba a jugar con ella? Al contrario, dejaría que ella juegue todo lo que quiera conmigo. ¿O sea no la has visto? Bueno, creo que esa pregunta estuvo demás, porque si las has visto... y completa.

—¡Ok, ya basta! Distraeré a Lena mientras ustedes terminan con todo. ¿Contentas?

—Eso fue fácil— dijo Diana recostándose del sillón y sonriendo de lado.

—Debes ingeniártelas para sacarla de la casa y nosotros poder intercambiar el cuadro. Sabes que debemos hacerlo lo antes posible. Si la invitas mañana a salir será muy conveniente para nosotros.

—Y si lograra sacarla, ¿qué harán con las sirvientas y los guardias?

—Ya pensaremos en algo, tú solo encárgate de Lena. Que hasta ahora es nuestro mayor problema.

—Está bien— la rubia jugó con su comida, no quería engañar a Lena, pero tampoco quería defraudar a sus amigos.

Al día siguiente llegaron temprano a la casa de Lena, entraron y se fueron directo a la cocina para terminar lo que habían empezado. Kara se encontraba al pie de la escalera, pensando en que decirle a Lena para que salieran juntas y que sus amigos hicieran el intercambio del cuadro.

𝐎𝐁𝐑𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐑𝐓𝐄 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora