El nombre de Diana irrumpió en la habitación como un eco repentino, sacudiendo la atmósfera cargada de tensión. Todos los presentes giraron sus cabezas hacia la fuente del sonido, sorprendidos por la inesperada interrupción. Samantha reaccionó rápidamente, ajustando su auricular y esperando ansiosamente por las palabras de Diana.
—Sí, estoy aquí. ¿Qué está pasando? ¿Dónde estás? — preguntó Sam, su tono impregnado de urgencia. Diana continuó con su mensaje urgente, consciente de la importancia de cada palabra en la situación crítica en la que se encontraban.
Las palabras de Diana transmitieron una advertencia urgente sobre los próximos movimientos de Lex y sus aliados, instando a Samantha y su equipo a mantenerse alerta y preparados para cualquier eventualidad. Samantha asintió, asumiendo el desafío con la seriedad que merecía la situación.
Sin embargo, antes de que Diana pudiera proporcionar detalles precisos sobre su ubicación, el sonido se desvaneció bruscamente, dejando un vacío tenso en la habitación y a todos los presentes en un estado de incertidumbre.
—¿Diana? ¡Maldita sea! Hemos perdido la conexión de nuevo— exclamó Samantha, frustrada por la interrupción repentina que les privaba de información crucial.
—Sé dónde están— anunció Kara, consciente de la gravedad de la situación. No estaba entendiendo nada. Alex se encontraba del lado de Lex y Diana era una agente. ¿Qué más le estaban ocultando?
—Si es así, permanecerás libre y bajo vigilancia mientras atrapamos a Lex. ¿Entendido? — declaró Sam, su mirada fija en Kara, transmitiendo seriedad y resolución.
—Tus crímenes no serán ignorados, después de colaborar, igual irás a la cárcel— añadió, asegurándose de que Kara comprendiera.
—Sam, Diana se comunicó. Kara queda absuelta de todo— intervino Lena, su voz firme y decidida, mostrando su lealtad y determinación para defender a Kara en medio de la adversidad. Samantha frunció el ceño, sintiendo el peso de la responsabilidad y las decisiones difíciles que debía tomar en ese momento crucial.
—Ese era el plan, pero no mi decisión. ¡Ya vámonos! — ordenó la directora, instando a su equipo a moverse rápidamente para abordar la nueva amenaza que se cernía sobre ellos.
Debían prepararse para enfrentar a Lex y detener sus planes. Sabían que el futuro de muchas personas estaba en juego, no podían darse el lujo de esperar. Samantha dirigió a su equipo con precisión y determinación, coordinando cada movimiento mientras se encaminaba al lugar donde creía que estaría Lex.
Kara, aún seguía luchando con la revelación sobre su hermana y de que Diana también trabajaba para la CIA. Aunque estaba herida por la traición, sabía que debía dejar de lado sus sentimientos personales y concentrarse en la tarea que tenían entre manos. Había mucho en juego y no podía permitirse distracciones.
La rubia guiaba a el equipo por el camino que daba hacia el almacén abandonado. En el interior de uno de los coches, Kara, Lena y Sam compartían un tenso silencio, interrumpido solo por el ocasional murmullo de radio que transmitía las órdenes y la coordinación entre los agentes.
El almacén se perfilaba en la distancia, recordando a Kara las memorias del día anterior cuando estuvo allí con sus amigos y, desafortunadamente, con Lex. La ansiedad se arremolinaba en su pecho mientras el vehículo se detenía frente al edificio, marcando el comienzo de una confrontación inevitable.
Con paso firme pero cauteloso, el grupo descendió de los vehículos, con armas listas y los sentidos alerta ante cualquier señal de peligro. Kara lideraba el camino, cada paso resonando en el silencio ominoso que envolvía el lugar, mientras recorría con la mirada el almacén.
Pero al llegar a la entrada, no encontraron nada más que el eco vacío del almacén abandonado. El aire estaba cargado de expectativa mientras exploraban el lugar, cada paso resonando en el silencio sepulcral que lo envolvía todo. Sam frunció el ceño, tratando de encontrar algún indicio de la presencia de Lex o sus hombres, pero solo encontró el vacío.
—Aquí no hay nadie. ¿Intentas engañarme? — Sam apuntó contra Kara.
—No, espera... aún no hemos llegado— la rubia se volteó y buscó en las paredes el mismo botón que había visto presionar Lex, revelando nuevamente el ascensor que daba al sótano.
—¿Quién colocaría un ascensor en un lugar como este? — preguntó Sam.
—Alguien que quiere ocultar su ubicación— respondió Lena.
Samantha dio órdenes antes de descender. Si no volvían en diez minutos autorizó a que mataran a toda persona desconocida que saliera sin ella. La directora, uno de sus hombres, Lena y Kara bajaron juntos, cuando el ascensor avisó que habían llegado el lugar se llenó del eco de disparos. Lena, instintivamente, se lanzó hacia Kara, protegiéndola con su propio cuerpo mientras las balas silbaban a su alrededor. Samantha y su compañero, ágiles y determinados, se apartaron a un lado, buscando cobertura.
Cuando finalmente cesaron los disparos, Samantha se asomó con cautela, preparada para enfrentar lo que fuera que encontrara al otro lado y lo que vio la dejó sin aliento. Diana estaba recostada en el suelo, luchando desesperadamente contra la muerte que amenazaba con reclamarla. El corazón de Samantha se encogió al ver la escena, mientras se apresuraba hacia ella, dejando a un lado cualquier precaución en su afán por ayudar a su amiga y colega.
—¡Diana! — exclamó Samantha, arrodillándose a su lado y evaluando rápidamente sus heridas.
La sangre manaba de la herida de Diana, pero su mirada estaba llena de firmeza a pesar del dolor que la consumía. Sam la miraba con desesperación, sabiendo que cada segundo era vital en la lucha por su vida.
—¡Necesitamos ayuda médica aquí, ahora mismo! — gritó Sam, para que llamaran a una ambulancia mientras ella intentaba contener la hemorragia de Diana lo mejor que podía.
—Prince, aguanta un poco más. La ambulancia viene en camino. Solo aguanta un poco más.
El tiempo parecía detenerse en el sótano, mientras Sam luchaba contra el reloj para salvar la vida de Diana. Lena y Kara, con el corazón en un puño, observaban la escena con impotencia, deseando poder hacer más para ayudar a su amiga en su momento de necesidad.
Mientras Diana luchaba por su vida en el suelo del sótano, los segundos se convertían en una eternidad. La tensión era palpable, y el silencio solo era roto por los esporádicos susurros de la directora y los jadeos dolorosos de Diana. Kara, con las manos temblorosas, trataba de mantenerse firme, Lena por otro lado se encontraba ansiosa. Quería detener a Lex, pero la situación en la que Diana se encontraba debía ser atendida con prioridad.
—Samantha, debemos movernos rápido. No podemos quedarnos aquí indefinidamente— dijo Lena, su voz firme, pero cargada de preocupación. Sam asintió, pero su mirada no se apartaba de Diana.
—Lo sé, Lena. Pero no podemos dejarla así. No hasta que llegue la ambulancia— respondió su amiga. En ese momento, uno de los agentes que había quedado arriba bajó rápidamente con un botiquín de primeros auxilios.
—Directora, la ambulancia no tarda en llegar, pude conseguir esto en uno de los coches— dijo, entregándole el botiquín.
—Gracias— respondió Sam, buscando desesperada dentro del botiquín. —Aguanta, Diana. Vamos a sacarte de esta.
—Lo sé... no es la primera... vez que... esto sucede... creo que... me estoy... acostumbrando.
—Cállate, tonta.
El sótano, a pesar de su diseño de alta tecnología, ahora parecía más claustrofóbico y opresivo con cada segundo que pasaba. El sonido distante de sirenas les dio una pizca de esperanza.
—La ambulancia está cerca— murmuró Kara, más para sí misma que para los demás. Samantha no levantó la vista, concentrada en mantener a Diana estable.
Finalmente, el sonido de pasos apresurados y el crujido de equipos médicos rompió el silencio anunciando la llegada de la ambulancia. Los paramédicos descendieron rápidamente al sótano, tomando el relevo de Sam y comenzando a atender a Diana.
—Estaré bien... atrapen... a ese maldito.
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𝑶𝒃𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝑨𝒓𝒕𝒆 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈
FanfictionEn esta historia conocerán la hazaña más problemática de tres chicas. Luego de haber sido despedidas de sus respectivos trabajos, tuvieron que irse por la vía fácil. Se volvieron ladronas de arte y al volver a Ciudad Nacional tuvieron un encargo, pe...