Athanasia, la Princesa Imperial, era conocida como la mujer más bella del Imperio. Ella era una mujer que no conocía nada más que el mal y el lujo.
Sin embargo, estaba destinada a la ruina: su hermano menor la utilizaría como pieza de ajedrez para a...
Antes de que Reyna pudiera decir algo más, entró un médico en busca de audiencia con Octavian.
Fue el mismo médico que trató las heridas de Athanasia.
Se estremeció cuando entró, sintiendo el extraño estado de ánimo en el aire.
—Vine a informar sobre las heridas de Su Alteza.
Los fríos ojos azules de Octavian se centraron en el médico.
El médico sintió que un sudor frío le recorría la espalda.
La mirada en los ojos de Octavian fue una que lanzó cuando no estaba de buen humor.
—Un pastel sin enfriar le tocó el brazo izquierdo, pero la quemadura real es del tamaño de un puño. Mientras se aplique ungüento durante los próximos días, no tendrá cicatriz.
—¿Por qué el pastel tocó el brazo de mi hermana?
—Eso es...
Como el médico no pudo responder, Reyna abrió la boca.
—Una dama de la corte, Lydia Benzeman, dejó caer el plato de pastel. Tocó su brazo y cayó al suelo.
Teniendo en cuenta que había causado daño a la familia imperial, Athanasia estaría en su derecho de pedir la muerte de Lydia.
Sin embargo, sería un desperdicio hacerlo, ya que la familia Benzeman fue bastante útil.
Además, la familia Benzeman estaba cerca de la familia Chase, ya que era la familia que administraba los almacenes del Imperio.
—Pero... Su Alteza la ha perdonado, dijo que estaba bien.
Zenón tenía una expresión de incredulidad cuando Reyna dijo que la malhumorada Athanasia había perdonado a su dama de honor.
Realmente, la reciente Princesa Athanasia era demasiado extraña.
De todos modos, fue una suerte. Zenon estaba detrás de Octavian, por lo que no podía ver el rostro del príncipe.
—La familia Benzeman todavía tiene mucha utilidad. Es una suerte que se esté pasando por alto el incidente.
Pero Octavian pensó de manera diferente.
Odiaba a los que no conocían su lugar. Le recordó al archiduque Ares
Octavian se puso de pie y dijo con frialdad:
—Voy al palacio de Athanasia.
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Para llegar al palacio de la princesa desde el palacio del príncipe, uno tenía que caminar un largo camino a través de un pasillo entre ellos.
Octavian caminó esa larga distancia con sus largas piernas y una capa ondeando detrás de él.
