♩ Now playing
Canserbero - Es Épico ♩Como una forma de cerrar ciclos y también actualizar un poco el "estilo", decidí ir a cortarme el pelo en uno de esos conocidos y connotados barbershops que hay en el centro, aquellos atendidos por colombianos y/o venezolanos que se manejan bastante bien en el arte de renovar peinados y de rebajar volúmenes de cabello.
Al entrar en uno, los pósters de Tony Montana, Rocky Balboa y Don Vito Corleone me miraban con ojos escrutadores, mientras que el brillo de las navajas me daba una bienvenida que rememoraba aquellos saludos masculinos con un fuertísimo apretón de manos. Al medio, un saco de boxeo para quién deseaba desestresarse y, de paso, reafirmar su masculinidad. De fondo, un reggeatón circa 2015 rebotaba en cada rincón del local.
«¿Qué se va a hacer, caballero?», me dijo el barbero de impecable corte, como si fuese casi el rey de la moda varonil en Instagram, el "it-boy" que genera tendencia con sus atributos de belleza. Y yo aquí, lidiando con mi cabello a lo Medusa. «Un degradado 0,5 con el jopo intacto, por favor», pedí casi como para terminar con la embarazosa situación.
Mientras los mechones caían, sentía que el peso de los días pasados se iba aligerando. Era como si el barbero extranjero fuese un verdadero artista, que iba dotando de vida lo que estaba muerto para que brillara nuevamente. Sólo faltaba música clásica para que la experiencia fuera divina, pero Baby Rasta y Gringo me llevaban a la realidad con su dem-bow. Y lamentablemente no podía ocupar mis audífonos para liberarme de ellos.
De repente, la irrupción de un sample de una flauta que aludía al cántico de un ruiseñor despertó al barbero que me dijo: «¿Conoces a Canserbero? Es el puto amo. Esta canción se llama "Es épico". Te la recomiendo». No pude escucharla atentamente, debido al sonido de la máquina rebajadora de cabello. Pero había algo allí en aquella revelación musical que me motivó a recordar su nombre y el de quién lo recomendó: Brend (Al menos eso decía la cajita de propinas que estaba bajo el espejo). Para mayor efecto, la frescura del agua atomizada por el rociador, en forma de botella de Jack Daniels, iba hidrogenando en mi cabeza la escueta recomendación del barbero.
Treinta o treinta y cinco minutos más tarde, el nuevo look quedó al descubierto. «Oye, ¿quién es ese guapo? ¿Seré yo?». Le pagué siete mil al barbero y lo primero que hice al caminar por la calle es escuchar "Es Épico", a la vez que, con un latte recién servido de un almacén, me iba observando en cada reflejo por si alguna cicatriz revelara mi antigua condición peli-aguda.
A una cuadra, aún se escuchaban los beats y bajos de un reggeatón que removían los vidrios contiguos a la barbería, filtrándose entre las barras líricas del rapero venezolano, oyéndose un poco más nítido al tener el pelo más corto y la vida más ligera, mientras el corazón hacía tucún-tucún-tucún.
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El Arte De Procafeinar
RastgeleCrónicas de la vida diaria, con música y una taza de café para comenzar el día. Juan Esteban Mayor