Esclava Sexual | CNCO Y Tu [+18] (Editando)

14; Regalo

Narra (____)

—Señorita (____) — se escuchó detrás de la puerta, solamente me removí en la cama y no me levante — Señorita tiene que levantarse o los muchachos se enojaran cuando lleguen.

—¡Déjelos que se enojen! — grite mientras me tapaba la cara con la sabana.

—Por favor, señorita, hágame caso.

—Está bien, puedes pasar, María — dije sentándome en la cama y tallándome los ojos, la puerta se abrió y entro la señora — ¿Qué hora es?

—Las 2 de la tarde, señorita — respondió mirando su reloj en la mano — Pensé que le había pasado algo mientras dormía.

—No tengo tanta suerte, María — comente bostezando — Ya voy.

¿Tanto dormí? Si estaba cansada, la verdad. Me levanté de la cama y me dirigí al baño, tomé mi cepillo de dientes y los comencé a cepillar.

Cuando salí del baño, fui a buscar algo de ropa para ponerme.

—¿Ayer termino de conocer el resto de la casa? — preguntó María mientras arreglaba mi cama.

—No pude, María, me vine directo a dormir — respondí agarrando un conjunto de Louis Viutton que compramos ayer.

—Que mal, ¿Entonces no conoce las caballerizas? — pregunto — Están muy hermosos los caballos.

¡Por Dios, tenían caballos!

—No, no los conozco — respondí con voz triste —¿Pero en serio tienen caballos?

Fueron pocas las veces que monte un caballo, pero me encanto hacerlo.

—Así es, señorita, también hay lugar para salir con ellos — afirmo terminando de tender la cama —¿Le gustaría dar un paseo?

—¿Haría eso por mí? — pregunte emocionada.

—Con gusto lo hare — respondió sonriendo —Señorita, esto se lo dejaron los muchachos.

—Gracias, María.

—La espero afuera de la habitación.

Lo que habían dejado los chicos era un regalo, lo abrí y contenía unas botas y un traje para cabalgar. De seguro le dijeron a María que me llevara. Aunque eso no importa, iré.

Me quité la ropa que ya traía y me puse el traje para cabalgar junto con las botas. Mi cuerpo se contorneaba perfectamente con este tipo de ropa. Deje mi cabello suelto, el cual caía de una manera linda por mis pechos.

Ya lista, salí de la habitación y bajamos hacia la cocina, María me dio un jugo de naranja y un sándwich para que fuera comiendo en el camino hacia las caballerizas. Estaba algo retirado de la casa, pero aún era parte de ella. De lejos se podían mirar algunos caballos que andaban paseando los empleados. Dios, que hermoso.

Cuando llegamos había muchos caballos, de tres tipos de colores, negro, blanco y café, María me explico de donde provenían y de cuál de los chicos era cada caballo, cada uno tenía 4 y tienen bastante tiempo con ellos.

Llegamos a un establo donde había un caballo blanco muy bonito, estaba separado de todos los demás.

—Este caballo es de usted, señorita — dijo María entrando al establo y agarrando al caballo de una cuerda.

—¿Mío? — pregunte confundida y a la vez emocionada.

—Sí, los muchachos lo compraron ayer especialmente para usted.

—¿Pero en qué momento? — pregunte de nuevo confundida.

—Cuando usted se fue a dormir.

Deje escapar una risita de felicidad, tenía un caballo para mí.

—¿Sabe? Los muchachos no siempre fueron tan fríos y egoístas — comento María acariciando el caballo.

—¿Por qué lo dice? — pregunte más confundida que nunca.

La verdad me interesaba muchísimo saber eso.