Capítulo 16. El tiempo.

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REGRESÉ DE ENTRE LOS MUERTOS.

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Las últimas horas de la vida de Hinata habían pasado como un borrón de sonidos distantes y pequeños momentos de consciencia cuando Kenma lo despertaba para obligarlo a comer algo de yogurt, ya que su estómago parecía poco interesado en la comida.

No podía saber con seguridad cuanto tiempo llevaba durmiendo, y tampoco le interesaba contar. Era impresionante lo cansado que se sentía a pesar de que dormir era lo único que había hecho desde que se acostó en la cama de Kageyama la mañana del día de su cumpleaños.

No había vuelto a llorar, tampoco se sentía particularmente devastado como se había sentido en un inicio. Su cuerpo había entrado en una especie de entumecimiento. Todo se sentía sin sentido. No tenía ganas de nada, solo quería dormir. Él simplemente era un cascaron vacío.

— Shoyo, deberías hablarle a tu madre. — la voz de Kenma interrumpió sus melancólicos pensamientos. — Mañana es Navidad. — agregó, al darse cuenta de que Shoyo no iba a responder.

Oh, así que habían pasado tres días desde que Kageyama se había ido. Eso significaba que llevaba dos días durmiendo. De alguna manera parecía más tiempo del que había pensado, y menos tiempo a la vez. Se sentía como si simplemente hubiese cerrado los ojos, luego los había abierto para comer unas cuantas veces y luego simplemente había despertado, y solo así ya habían pasado dos días. Sin embargo, también parecía que hubiesen pasado semanas desde que Kageyama se fue, destrozando su corazón y su vida.

Uh, el tiempo era una cosa extraña después de todo. Que corto era el amor, y que largo el olvido.

¿Quién diría que un corazón roto lo podría volver tan poético?

—Si no hablas con tu madre se preocupará —añadió Kenma —Siempre vas a verla en Navidad.

—Yo...no quiero ver a nadie. — dijo con dificultad. Su voz se sentía extraña para sí mismo porque no había hablado en voz alta en dos días y eso era una especie de récord para él.

—Por eso deberías hablar con ella y explicarle el porque no irás a casa este año — dijo Kenma, acariciando el dorso de la mano de Shoyo. El contacto se sentía bien, cálido y cómodo. — Puedes decirle que la pasarás conmigo, lo cual no será una mentira.

—¿No podrías decirle tú por mí?

—Sho, tienes que hablar con ella.

—Odio cuando tienes razón.

—¿O sea siempre? — dijo Kenma con una sonrisa, pasándole su celular. No había tocado su teléfono por días, Kenma debió cargarlo por él porque hasta donde recordaba la maldita cosa estaba muerta y Shoyo no tenía ansias de revivirlo.

—Um, Sho, Toto vendrá esta noche a estar contigo, ¿Está eso bien?

Shoyo se encogió de hombros y asintió ligeramente con la cabeza. Quería decirle a Kenma que en realidad estaba perfectamente bien estando solo, pero sabía que Kenma jamás lo permitiría. Estaba bastante seguro de que Kenma no había ido ni una sola vez a casa en días.

Y aunque pensara que estaba perfectamente bien solo, también agradecía el no tener que estarlo. Kenma era un maldito ángel dorado. Joder, si no fuera su mejor amigo y totalmente no su tipo podría enamorarse de él, pero su relación era tan pura que no podía verlo de esa manera. Hinata creía en las almas gemelas en forma de mejores amigos, y Kenma definitivamente era la suya.

𝐁𝐎𝐃𝐘𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃 𝐎𝐅 𝐀 𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓𝐌𝐀𝐑𝐄 (𝐊𝐚𝐠𝐞𝐇𝐢𝐧𝐚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora