𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐕𝐈𝐈

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Después de aquel evento, sobra decir que terminaste inconsciente. Al despertar, te encontrabas sobre tu cama, envuelta entre las sábanas. Sorprendentemente, vestida. Tus ojos tardaron en acostumbrarse a la luz del sol, pero te obligaste a ti misma a levantarte. Te dolía cada extremidad, al grado que era imposible respirar.

Sin embargo, por obra de Dios Todopoderoso, lograste sentarte sobre la cama y tus ojos cansados lograron ver la cuna vacía de tu hijo. El sueño se esfumó de tus sistema completamente para darle paso al miedo y al pavor.

No tardaste nada en levantarte de un brinco de la cama, asustada de no poder encontrar a Subaru. Te regañaste a ti misma por salir corriendo del exorcismo de esa manera, importándote menos si algo le sucedía a tu niño. Aunque en ese momento, no gozabas de tener el control sobre tu cuerpo.

Saliste de tu habitación al pasillo, sintiendo que tu corazón se salía de tu pecho y cuando llegaste a la sala, dejaste salir un profundo jadeo. Subaru estaba ahí, moviéndose entre el aire y riendo con felicidad en los brazos de su padre.

Shoto se encontraba de espaldas, cargando a su hijo. Te mantuviste en silencio mientras observabas la escena. Subaru dejó de reírse y dio un bostezo. Realmente desconocías si Shoto había estado cuidando al bebé, pero a juzgar por la cuna improvisada en el suelo y el biberón preparado sobre la mesa del centro, podías suponer que se había hecho cargo de él durante tus momentos de inconsciencia.

Justo como debía de ser.

Ambos siguieron compartiendo un adorable momento padre-hijo hasta que notaste que Subaru empezaba a bostezar con más frecuencia y para Shoto, fue la señal de que era hora de la siesta. Paró los juegos, para tomar suavemente a su bebé entre sus demoníacos brazos. Luego, lo colocó sobre la cuna improvisada, hecha de retazos de tela, algunos almohadones y unas cuantas cobijas de su pertenencia. Shoto le pasó el biberón al niño, que enseguida agarró y bebió con fervor.

Un detalle que derritió tu corazón fue el hecho de que Subaru se quedo dormido, sosteniendo el dedo de su progenitor y Shoto se veía feliz por el hecho.

- ¿Te gusta? - cuestionó, aún con los ojos clavados sobre la silueta del niño.

Te removiste en tu lugar, sintiéndote atrapada en tu posición. La mirada dispar del demonio abandonó a tu hijo para observarte a ti con picardía y algo de burla. Diste unos cuantos pasos hacia el centro del salón y luego, te detuviste a unos metros en dónde se encontraban el padre y tu bebé.

- No - le dijiste, a pesar de que era mentira -. Te ruego, por favor, que te vayas.

Shoto dejó salir una profunda risa, que te dio escalofríos. Pudiste percibir que de su boca, salía vapor, como si dentro de su garganta hubiera lava. Retrocediste unos pasos y miraste a tu bebé dormido.

- Claro, lo que tú digas - murmuró e hizo maravillas para sacar su dedo del agarre de Subaru -. Pero antes, quiero despedirme.

- No, ya quiero que te...

En un parpadeo, el demonio se encontraba frente a ti. Sus ojos desiguales estaban sobre ti, incluso antes de que te dieras cuenta. Tardaste unos minutos en reaccionar, luego, retrocediste. Shoto abrió sus alas de par en par y su cola se movió de un lado a otro, pues parecía estar ansioso. Tu corazón latió con fuerza, pero decidiste encararlo.

- Ese muchacho te ha vuelto valiente - comentó y la esquina de su boca se arqueó en una sonrisa arrogante -. Me gusta. Me gusta que me retes.

- Entonces, entenderás que ya no quiero verte - farfullaste, sintiéndote un poco más molesta.

Volviste a retroceder, pero ésta vez el brazo de Shoto rodeó tu cadera antes de que pudieras hacer cualquier otra cosa. Te atrajo hacia su cuerpo con tanta facilidad, que te sentiste frustrada por no poderlo evitar. En cambio, a él le dio tanta gracia que no echo en reparos y se río en tu cara.

Rᴇᴢᴀ ᴛᴏᴅᴏ ʟᴏ ϙᴜᴇ ϙᴜɪᴇʀᴀs; Tᴏᴅᴏʀᴏᴋɪ SʜᴏᴛᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora