莫⸽⋆𝖈𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖘𝖎𝖊𝖙𝖊

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Las mañanas decoraban la universidad con su resplandeciente sol, iluminando los tragas luces; las noches concluían con la luna despidiendo el día con su magnífico tenue azulado.

Y así, pasaron días y luego, después de mucho tiempo, meses en aquella universidad.

Entre peleas insignificantes de park jihyo y minatozaki sana, las dos con su mirada pedante. Pero, ya habían madurado y se encontraban en la universidad una con 18 años y la otra con 300, sabían lo que era la vida y esas peleas tontas solo quedaban siendo eso, peleas tontas.

No se aguantaban mutuamente o no aguantaban el hecho de estar en frente de la persona que te ponía nerviosa, porque, mutuamente se atraían. Como dos polos opuestos, su magnetismo siempre hacia a alguna de las dos encontrarse y era el mismo drama; nervios, enojo, peleas miseras y adiós.

Y era lo que mas le enojaba a sana, esa chica de ojos grandes, su profundidad y su gran color café. ¨Tan oscuro, como en una cueva, sin nada alrededor. Sin salida¨.

[...]

En una sala inhóspita que se hacía llamar ¨biblioteca¨ desierto en su punto máximo se encontraba sana, oculta en las sombras leyendo el ultimo tomo de la más famosa obra de Dan Brown ¨Infierno¨, desapercibida jihyo entra en la misma habitación; ninguna enterada de la presencia contraria.

Al tiempo las dos asistían a la biblioteca, una para satisfacer sus necesidades lectoras y la otra, para no reprobar el semestre.

Tiempo paso así y jihyo se enteró de la estancia de la chica de cabellos anaranjados, aun desconocía su nombre, muy a pesar de ella, realmente deseaba saber el nombre de la chica que la ponía nerviosa y ese nerviosismo llevaba más allá a un enojo incontrolable; por eso peleaban.

Jihyo buscaba cualquier excusa para poder llamar la atención de la contraria, pero, como no era de esas personas que le encantaban hacer el ridículo, decidía, simplemente, el conflicto, palabras malas por aquí y palabras malas por allá, escuchando la armoniosa voz de la chica de cabello naranja, insultándola.

Estaba en un estado de confusión ¿Le gustaban las chicas? No sería problema alguno, pero, nunca se había sentido de esa forma. De una forma extraña, esa pesadez en su cuerpo, los choques eléctricos que petrificaba su alma dejándola anonada, tonta; y eso la enojaba.

Le enojaba el no saber porque actuaba de esa forma o porque su corazón revoloteaba de un sentimiento extraño cada vez que veía a la nipona, causándole arcadas. Tenía miedo, miedo a los sentimientos, pero, más miedo le daba la contraria, misteriosa, siempre pasando desapercibida, envuelta en una penumbra escalofriante.

Confusión - Sahyo G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora