삼⸽⋆ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕯𝖎𝖊𝖟

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- ¿Entonces, que quieres hacerme? -Pregunto jihyo, el libro aun se hallaba en las palmas contrarias, lo sostenía de una forma suave, esperando el tacto de jihyo.

Pero esta no se atrevía a tomarlo. Lo anhelaba, sin embargo, le aterraba tocar la piel contraria.

Esa piel tersamente blanquecina y gélida. Casi muerta.

- Hablar contigo. Lo único que deseo es... eso -Sana hizo el ademan de darle el libro empujándolo gentilmente hacia jihyo, sin quitarle ni un segundo la mirada, no miraba su ropa, ni su maquillaje, ni siquiera su desastroso moño; miraba su alma, excavaba en ella, observando y analizando cada perímetro de su corazón, de su ser. Tratando de leer, aunque sea un poco la mente de la contraria, deseosa de saber que pensaba.

Sin embargo, como siempre, fallaba.

- Ok, creo que me agradas. Eres ese tipo de chicas que no le temen a hablar directamente. Eres segura de ti misma. Cool. -Jihyo acepto el libro dándole una sonrisa y rozando sus manos castamente, para sana eso era suficiente «por ahora»

- ¿Cool? -Pregunto sana confundida, ladeando la cabeza como un cachorro, gesto que no paso desapercibido por jihyo- Eso es bueno, ¿verdad?

- Si sana -Jihyo se acerco e involuntariamente planto su mano en la mejilla de sana.

«su piel, tan pulcra, blanca y perfecta.»

Sintió un cosquilleo, el mismo cosquilleo cuando sana toco su brazo. Ahora, admiraba el rostro de la peli naranja, sin decir ni una sola palabra, solo mirándose. Y sana estaba en el cielo, la coreana se había acercado a ella espontáneamente, no tuvo ella que hacerlo. Sonrió achicando sus ojos y convirtiéndolos en dos lunas.

Dos lunas que siempre acompañarían a jihyo.

- Gracias por bajar el libro, realmente tenia un problema, me has salvado. -Agradeció cortando el contacto no tan cálido con sana, al contrario, sana pensaba que fue lo mas acercado a calor humano que pudo experimentar en su vida. El toque de jihyo la lleno de calidez, un calor irradiaba de ella y la envolvió con gentileza, sin juzgarla, solo llenándola de algo que necesitaba. Calor.

- No es nada, de hecho, fue fácil. -dijo abriendo los ojos y con una voz suave, armónica, casi en un susurro.

- Para ti fue fácil, mides lo mismo que tzuyu, malditos postes de luz. -Con el mismo susurro jihyo maldijo.

- ¿Tzuyu?

- Haces demasiadas preguntas. Curiosa eh.

- Puede ser, mi curiosidad se basa en ti. -Se a sincero sin dejar de mirarla. «¿acaso está coqueteándote?» La vocecilla de su razón hablo, cayendo en cuenta, antes de caer en las garras de sana. O eso sentía jihyo, su penetrante mirada, su persistente seguir y esos ojos, ojos depredadores, la miraban como si fuese la presa mas tentadora, apetecible.

Confusión - Sahyo G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora