莫⸽⋆𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕺𝖈𝖍𝖔

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En menos de un milisegundo sana se había levantado del rígido suelo, desconcertada por la melodiosa voz y el cálido aroma. Abrió los ojos negando, incapaz de pronunciar alguna palabra. La coreana en silencio se acercó, mirándola inquisitivamente. - ¿Hablaras o acaso eres muda?

- No tengo... no tengo nada que decir. -Entre jadeos disimulados -por el nerviosismo- hablo sana con la cabeza gacha y con una voz frágil, tan suave que pareció un susurro.

- Estabas mirándome. -No pregunto, afirmo, mirándola con curiosidad lejos de la hostilidad, sonrió divertida viendo la imagen patética de la peli naranja.

- Yo, yo no, no estaba... -Señalo torpemente la pila de libros que se encontraba en el tieso y rígido suelo en donde hace unos momentos ella estaba sentada leyendo. Hasta que cierta castaña perturbo su tranquilidad. Rodo los ojos y sacudió levemente su cabeza, alejando así la torpeza que empezaba a yacer en su interior - estaba haciendo lo que se hace en una biblioteca. -Su tono sarcástico hizo que jihyo la mirara mal.

Y otra vez empezaría el mismo cuento, como en una canción esperando el verso pegadizo y con mayor éxito. Como una escena en una película con líneas conocidas por ya ser previstas. Como si vivieran en una burbuja de epifanías.

Pero nada de eso paso, solo se miraron. Miraron sus ojos de colores completamente diferentes, desde puntos diferentes, desde alturas diferentes. Sin embargo, tenían algo en común: la admiración por los ojos contrarios. La fascinación por la persona contraria.

- Yo sentí que alguien me miraba, y, curiosamente eres la única persona aquí, aparte de mí. - Acercándose a paso lento jihyo dijo, con la mirada aun fija en su presa. - ¿Siempre me miras no es así?

Sana, por enésima vez, se quedo sin habla, alejo su mirada de la castaña y la fijo en sus libros. Empezaba a transpirar y esa sensación no le gustaba, tomando coraje fijo su vista en la chica contraria que tenía una ceja alzada y una sonrisa burlona, sus brazos abrazaban sus pechos y parte inferior a estos dándole una pose erguida y completamente dominante.

Jihyo, por otro lado, ya sabia que aquella peli naranja la observaba, siempre sentía una mirada dura y penetrante en su espalda cuando se encontraba en la cafetería, volteaba, pero no encontraba a nadie mirándola, desconcertada volvía a sus actividades, sin embargo, tenía sus dudas. Siempre sentía esta sensación cuando la peli naranja se encontraba en el mismo espacio que ella: cafetería, la plaza, algunas veces en las canchas. En sí, en todos lados sentía esta sensación extraña, y la dueña -aunque no estuviera segura- era esa misteriosa chica de ojos ámbar.

Ahora, jihyo se sentía embriagada, el aroma de aquella chica alta se mezclaba con el de los antiguos libros, y para su asombro, olía extremadamente bien. Una combinación de elementos indescifrables acogía a sana dando esa aura odorífera de buen gusto. Se siguió acercando hasta ya quedar frente a frente, a pesar de sus alturas completamente diferentes jihyo no se sentía intimidada por esa extraña chica, solo quería algo: Una respuesta a su pregunta.

Confusión - Sahyo G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora