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Charles Leclerc siempre quiso una familia grande, cuando comenzó su relación con Olivia sabía que ella era la indicada para él y con la cuál quería compartir toda su vida.

Cuando nació su primero hijo se volvió completamente loco y no quería perderse nada del embarazo, no la dejaba hacer nada y cumplía cada uno de sus antojos y así fue con los dos embarazos más.
Sus tres hijos llevan sus nombres y para el cuarto bebé quería que se llamara Perceval pero su mujer se negó y tuvo suerte por que fue niña, la preciosa Chiara.

El piloto vivía por sus niños y por su esposa, cuando estaban más chicos y cuando le hacían caso todo era maravilloso para él pero crecieron y lo vuelven completamente loco corriendo de un lado a otro con cada travesura que hacían en casa sobre todo los gemelos.

Y ahí estaba Charles mirando a Olivia con una mueca en la cara escuchando como sus gemelos lloraban y se negaban a usar un moño en el cuello, ellos se estaban alistando para un evento de la mujer, había una pasarela de su nueva colección y a como cada año ellos iban.

—Hervé, no grites hijo — le pidió la madre y él negó cruzándose de brazos —Solo será por un rato, después de las fotos te lo puedes quitar.

—¡No! — lloriqueó —No quiero mami, eso me ahoga.

El piloto puso sus ojos en blanco y se acercó a sus hijos para tratar de calmarlos.

—Amor, agarra a Marc.

—Oh no — negó caminando a la puerta —Son tus hijos, llevan tus nombres, tú te harás cargo cielo. Suerte iré a ver a Chiara y a Jr.

Y antes de que él respondiera la diseñadora salió de la habitación provocando un gruñido por parte del piloto, miró a sus hijos suplicandoles con la mirada que le hicieran caso.

—Hay que apresurarnos, en una hora nos vamos — los sentó en la cama —¿Ya dejarán de llorar?

—No quiero usar ese moño papá, quiero ir en playera — protestó Marc —Esta camisa me da mucha comezón y los zapatos me apretan, mírame me estoy ahogando.

Charles suspiró ruidosamente y se incó frente a ellos después de poner una almohada para no ensuciar su pantalón.

—Hagamos un trato.

—Te escuchamos — dijeron al mismo tiempo.

—Si usan el moño y dejan de protestar al terminar el evento iremos por unas hamburguesas.

—¿Y papas?

—¿Con una soda muy grande? — asintió mirando a Hervé —Trato, Marc y yo aceptamos tu trato.

Sonrió complacido y los llevó frente al espejo para acomodarle los moños y peinar el suave cabello que ambos castaños tenían, les puso perfume y limpió nuevamente los zapatos de ellos.

Mientras tanto Olivia peinaba los prqueños rizos del cabello rubio de su pequeña, la niña sonreía ampliamente al ver su vestido que era igual al de su madre.

—¿Me veo bonita mami?

—Te ves preciosa mi amor — besó su mejilla.

—Papá se pondrá feliz al vernos vestidas igual — sonrió de lado acomodando el tirante de su vestido, los ojos de Olivia brillaban al ver a su niña, por lo menos ella fue la única que sacó un parecido a la rubia —Aunque.. ¿y si se enoja por que tiene un hueco atrás? — se tapó su boca con sus manitas —Papá es muy celoso mami.

La mayor se rió y se agachó con cuidado quedando frente a frente a su hija.

—Quizás sea algo celoso pero estoy segura que quedará maravillado al verte mi amor — acomodó su medallita —Quédate aquí y no te vayas a ensuciar, iré a ver a tu hermano y en unos minutos más nos vamos ¿si?

Los Leclercs | Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora