Capítulo 1.

1K 86 0
                                    

En una pequeña casa de Williston, Florida, se desata una discusión entre un padre y su hijo. Desde que sus padres se divorciaron y su madre se fue de casa todo cambió. El padre bebía demasiado y jugaba en los casinos, derrochando el poco dinero que ganaba. Le echaba la culpa a su hijo, el cual era completamente inocente. La culpa es suya, pues su madre descubrió que su esposo le fue infiel. Por eso se fue.  Porque todos en el barrio sabía de eso, y ella era el hazmerreír.

Will Graham, así se llama el joven que estaba discutiendo con su padre. Tiene su carácter por lo que empieza a responderle diciéndole las cosas como son.

-¿Culpa mía?. Eres el que se acuesta con otra mujer, ¿y es culpa mía?. No, eso no es verdad. Si no fueras tan cerdo nada de esto hubiese pasado. Me equivoqué quedándome contigo. Por sentir pena por alguien como tú. Pero me cansé. Ya no te aguantaré un maldito día más.

En el momento que terminó la frase recibió una bofetada por parte de su padre. Dejándole la mejilla completamente roja. Will le mira y se contiene de pegarle, por consideración.

>Cállate. Tú no sabes nada, maldito mocoso desagradecido. Déjame decirte que cuando digo que la zorra de tu madre ha jugado con hombres no es mentira. Ni siquiera eres mi hijo biológico. Te he mantenido como mío porque he sido demasiado bueno con tu madre. Pero se acabó. Si tanto lo quieres, lárgate de aquí. Vete con esa puta que a saber con quien estará revolcándose ahora mismo. Y pregúntale. No será capaz de decirte la verdad. O si. Ya ni sé ni me importa. Pero no te llevas nada de aquí. Porque todo esto lo pagué yo. ¿Entendido?.

Dicho eso, el hombre va a la cocina a coger otra botella de whiskey para seguir tomando. Will fue a su cuarto y recogió el dinero que había ido ahorrando y el celular. También metió en una bolsa algo de ropa de abrigo ya que hacía frío. Había aprovechado que su padre, bueno, ese hombre, estaba tan borracho que ni cuenta se daba de donde estaba parado. Cogió también su computadora portátil, los cargadores y par de piezas de ropa más. Coge una maleta de viaje y coloca todo dentro. Luego sin hacer ruido baja las escaleras. Ve al hombre tirado en el sofá y sale de la casa.

Fue a una estación de camiones, se acerca al mostrador y compra un boleto para Tallahassee, es donde vive su madre ahora. Coge el celular y le envía un mensaje de WhatsApp. Aunque era de madrugada, llegaría allí por la mañana, por lo que a su madre le daría tiempo de leerlo antes de que el llegue. Se sentó cerca de la puerta de salida, en la parte de la ventanilla. Solo el y cuatro pasajeros más iba en el camión. Al no subirse nadie más, se pone en marcha.

Will miraba el barrio en el que creció alejarse. Todo su pasado, su vida quedarían en el pasado. No iba a volver más a ese lugar. Pues nada le quedaba ahí. Pero le dolió saber la verdad de esa manera. Ya lo hablaría con su madre. Merece la verdad. Ya es grande para encarar a la verdad. Se fue quedando dormido, hasta que se duerme del todo. Con la cabeza apoyada en la ventana.

Se despertó diez minutos antes de llegar a la estación de Tallahassee. Al llegar baja con la maleta y empieza a andar fuera de la estación. Miro la dirección que su madre le había enviado hace tiempo por si algo pasaba. Vió que solo era una hora a pie de la estación hasta allí. Por lo que agarra la maleta, que da gracias a que tenga ruedas, y empieza a andar hacia la casa de su madre.

Al llegar al barrio, Will sintió que ahí no encajaba en lo absoluto. Las casas se veían lujosas incluso desde fuera. La gente allí iba  trajeados como si fuesen a irse de boda. Las mujeres llevaban vestidos muy llamativos, aunque alguno que otro llevaba ropa de deporte y salían a trotar. Comparado con Will, que lleva un pantalón vaquero con algunos agujeros, unas converse viejas negras, una blusa que le quedaba algo grande, una sudadera negra y su pelo rizado desordenado por el viento lo hacen parecer un mendigo.

Dulce PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora