Capítulo 4.

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Will esa noche no durmió absolutamente nada. Intentó hacer la tarea, pero estaba descentrado, por su cabeza solo pasaban las imágenes de lo que vió en el sótano y de las palabras de Hannibal Lecter. No sabía que hacer, quería huir, pero su madre, no puede permitir que le haga algo a su madre, porque es la única familia que le queda, tampoco que el tuviese que hacer semejantes cosas con Hannibal.

Will se sentía en una encrucijada complicada, se sentía atrapado en un laberinto del que no puede salir, en el que Will es el ratón y Hannibal Lecter el gato que lo acecha por cada rincón que vaya. Y así pasó Will la noche hasta que los rayos del sol empezó a entrar por la ventana.

Hannibal se había levantado para ir a ducharse y prepararse para ir al trabajo. Al acabar de vestirse, va hacia el dormitorio de Will, el cual al sentir los pasos se acuesta en la cama y se hace el dormido. Hannibal entra y se acerca a Will, que no lo engañaba. Acercó los labios a su oído y susurró.

>Tu respuesta, la espero con ansias esta noche. O eres solamente mío y te entregas a mi, o tu madre y toda la gente que te rodee y llames "amigos", desaparecerán.

Tras decir esas palabras le besa en la mejilla y olfatea su exquisito aroma, ese aroma que le provoca sensaciones desconocidas para el. Se incorpora y sale del cuarto y de la casa para ir al trabajo. Will se acurruca en la cama abrazándose a si mismo y se limpia la cara con asco, mientras que su corazón late tan fuerte que tiene la sensación de que se le va a salir en cualquier momento.

~Will, ya veo que estás despierto. Vamos a desayunar.

-Lo siento, mamá. He quedado con una compañera de clase que resulta que vive en la ciudad. Tenemos un trabajo en común  y vamos a quedar para hacer la tarea.

~Oh, no pasa nada. Ve y disfruta. ¿Y es guapa?. Me gustaría conocerla.

-Mamá, vamos a vernos hoy por primera vez. Luego ya te cuento.

Dijo Will cogiendo la computadora portátil y saliendo. En verdad es cómodo tener varias cafeterías cerca. Quedaron en una de ellas que permitían a los estudiantes coger Wifi para estudiar, a parte de tener libros para estudios, era ideal el lugar. Al llegar, ve a una chica de pelo moreno con un pantalón vaquero gris claro y una blusa de tirantes color negro con unas sandalias negras. Debe ser ella por la descripción que le envió a Will.

-Hola. ¿Eres Alana?.

•Oh, hola. Si, soy Alana, debes ser Will, es un gusto conocerte.

-Lo mismo digo. ¿Adentro o terraza?.

•Terraza, dentro es muy caluroso y siempre está abarrotado.

Will al mirar dentro le dió la razón y fueron por la terraza de la segunda planta, que estaba prácticamente desierta, y se sentaron en una de las mesas y sacaron sus computadoras. Will fue a pedir café y la clave del Wifi, para Alana era un café latte avainillado, Will pidió para probar un caramel macchiato y los lleva a la mesa. Y se ponen a hacer el trabajo. Se ayudaron mutuamente por lo que terminaron rápido. pero se quedaron charlando un rato.

•Así que eres nuevo en la ciudad. ¿Dónde vivías antes?.

~Vivía en Williston, con alguien que creí que era mi padre. Me vine a vivir con mi madre y su nuevo esposo. Que ni sabía que tenía hasta que llegué.

•Debió ser una sorpresa para ti. Yo me vine aquí hace cuatro años. Mi madre logró escapar de un hombre horrible. Aún voy al psicólogo, y sigo yendo porque me siento liberada cuando hablo con el. Debo recomendartelo por si alguna vez lo necesitas. Ten, una tarjeta. Si, me tiene a veces de publicista, pero no me molesta.

Alana si que era habladora. El apenas cuenta nada, más que nada porque aún apenas la conoce, pero Alana si tiene esa seguridad para hablar que Will no entiende. O es tal vez porque Will recientemente tiene algunas heridas y no se siente preparado mentalmente para hablar, a parte de todo lo que le pasa actualmente. Guarda la tarjeta sin mirarla siquiera y sigue escuchando a Alana. La chica le cayó muy bien, no lo va a negar, y es divertida.

Se sacaron algunas selfies e intercambiaron números de teléfono para estar en contacto. Y a la hora del medio día Will regresó a casa, vió el coche de Hannibal estacionado frente al garaje y aprieta la mano en el asa de la mochila que lleva al hombro y toca el timbre, que para su desgracia abre Hannibal.

>Ya llegaste. En un rato comeremos. ¿Te gusta el camarón Will?.

-No, de echo, soy alérgico.

~¿Desde cuando eres alérgico al camarón?.

-Bueno, ese hombre trajo camarones rancios una vez. Me puse tan malo que desde ahí ya no como ni camarón fresco. Me pone malo.

Dijo entrando y subiendo a dejar las cosas en el cuarto, dejando a su madre completamente sorprendida e insultando a aquel hombre. Hannibal lo mira subir hasta que se fue de su vista, y fue a terminar de cocinar. Will baja después de dejar la mochila y Hannibal se le acerca.

>Tu madre salió un momento. Ahora regresa. Ayúdame a preparar la mesa, por favor.

Will colocó los platos, las copas de vino y las servilletas, Hannibal colocó los cubiertos y la comida en medio de la mesa, de forma que todos puedan coger lo que quiera a su gusto. Cuando la madre regresa y deja la bolsa de la farmacia en el mueble de la entrada y se sienta con ellos a comer. Hannibal no dejaba de observar a Will, deseoso de saber cuál es su decision, aunque ya sabía la respuesta con solo ver cómo trata a su madre.

Dulce PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora