Capitulo 3

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Soy todo sobre la autodeterminación. La voluntad. El control. Yo determino mi camino en la vida. Decido mis fracasos y éxitos. Que se joda el destino. El destino puede besarme el culo. Si quiero algo lo suficiente, puedo tenerlo. Si me concentro, sacrifico, no hay nada que yo no pueda hacer.

¿Cuál es el objetivo de mi postura, te preguntas? ¿Por qué hablo como un destacado orador en una convención de auto ayuda? ¿Qué exactamente estoy intentando decir?

En pocas palabras: Yo controlo mi polla. Mi polla no me controla. Al menos, eso es lo que me he estado diciendo durante hora y media cuatro minutos

¿Me ves ahí, en mi escritorio, balbuceando como un maldito esquizofrénico sin sus medicinas?
Soy yo recordándome los principios, las sagradas creencias que han me llevado tan lejos en la vida. Los que me han hecho un éxito indiscutible en el dormitorio y en la oficina. Los que nunca me han fallado. Los que me muero por tirar por la ventana. Todo por culpa de la mujer en la oficina al final del pasillo.

Mariana todos me llaman Lali Esposito.
Hablando de un lanzamiento de directo.
De la manera en que lo veo, todavía podría ir por el oro. Técnicamente hablando, no conocí a Lali en el trabajo; La conocí en un bar. Eso significa que ella podría renunciar a la etiqueta de "compañero" y conservar el estatus de "ligue casual" con el cual fue originalmente señalada.

¿Qué? Soy un hombre de negocios; es mi trabajo encontrar lagunas.

Así que, al menos en teoría, definitivamente podría tirármela y no socavar mis propias leyes personales de la naturaleza. El problema con esta estrategia, por supuesto, es lo que pasa después.
Las miradas de anhelo, los ojos esperanzados, los patéticos intentos para darme celos. Las reuniones supuestamente "accidentales", las preguntas acerca de mis planes, los paseos aparentemente casuales más allá de la puerta de mi oficina. Todo lo cual inevitablemente se multiplicaría en un comportamiento semi- acosador e inquietante.
Algunas mujeres pueden manejar una aventura de una noche. Otras no pueden.

Y yo definitivamente he estado en el lado equivocado de aquellas que no pueden.No es bonito.

Entonces, como ves, no importa cuánto quiera, no importa cuán duro la cabecita este tratando de llevarme por ese camino, esa no es la clase de cosa que quiero traer a mi lugar de trabajo. Mi santuario, mi segundo hogar.

No va a suceder. Punto.

Eso es todo.

Fin de la discusión.

Caso cerrado.

Lali Esposito está oficialmente tachada de la lista de posibilidades. Está prohibida, es intocable, un ni hablar-nunca. Justo al lado de las ex novias de mis amigos, amigas de mi hermana y la hija del jefe.
Bueno, esta última categoría es un poco un área gris. Cuando tenía 18 años, la amiga de Euge, Mery Del Cerro, pasó el verano en nuestra casa. Dios la bendiga — esa chica tenía una boca como una aspiradora Hoover. Por suerte para mí, La Perra nunca se enteró de las visitas de su amiga a las dos de la mañana a mi habitación. Habría sido un infierno por pagar — estoy hablando de fuego y azufre-de-proporciones-apocalípticas del infierno— si ella se enteraba.

De todos modos, ¿dónde estaba?
Oh, cierto. Estaba explicando que he llegado a la decisión inequívoca de que el culo de Lali Esposito es uno que, tristemente, nunca voy a aprovechar. Y estoy bien con eso. Realmente.

Y casi me lo creo.
Hasta que aparece en mi puerta.
Cristo.

Lleva gafas. El tipo de montura oscura. La versión femenina de Clark Kent. Darían un aspecto friki y poco atractivo en la mayoría de las mujeres. Pero en ella no. En el puente de su pequeña nariz, enmarcando la belleza de esas largas pestañas, con el pelo agarrado en ese bollo ligeramente flojo, son nada menos que el completo look sexy.

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