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AXEL TORRISELI


Una mujer... Nunca creí que una mujer se metería tan a fondo en mi cabeza, tan a fondo en mis pensamientos, en mi alma.

No creí desear tanto a una diosa como lo es ella, con su mirada inocente, pero letal. Con su aura tranquila, pero mortal. Con su cuerpo escondido, pero ocultando un monumento.

Ella es luz, es claridad, es esperanza, es amor, es paz. Pero también es oscuridad, es problemas, es tentación, es deseo, es descontrol.

Ella... Anne Rice, venezolana de tan solo 21 años de edad, una joven hermosa de cabello negro y mirada atrapante, de ojos como la miel y labios carnosos y suaves, su piel morena bañada de lunares escondidos en lugares que he deseado besar.

Se ha vuelto mi perdición y mi inspiración... Se ha vuelto mi musa y ella no sabe lo que acarrea eso para mi. Tan importante, tan valiosa, tan mía.

Por eso cuando escuche el grito que dio al responder, cuando solto ese sollozo, cuando su voz se entrecortaba por cada palabra que salía de su exquisita boca, un golpeteo en mi pecho se acentuó y una preocupación enorme apareció.

Alex me seguía en silencio, sabía que habia llamado a Anne por la nota que encontro y las llaves, estabamos preocupados por ella y algo confusos por como se fue.

Se que no me comporte como era debido, pero la espera me mataba, que no decidiera me tenia asfixiado y decidí subir a distraerme con mis pinturas, en mi ambiente.

Ahora no sabremos si ella a aceptado nuestro trato o no, no quiero que se aleje, pero tampoco la quiero tan cerca de nosotros, le traeriamos muchos problemas y no queremos eso, bueno yo no.

—¿Porqué le diste esa escusa tan barata? —Pregunta Alex cuando arranco el coche y salgo del estacionamiento.

Sabía que preguntaría eso en algún momento, ya me lo veía venir, pues a diferencia de él y mia, yo si pienso en como se sentirá la otra persona con las palabras que digo, Alex no, el tiene la maldita costumbre de decir todo lo que a la mente le llega sin preocuparse en como se sentirá la otra persona.

—Era lo mejor, ¿Querías qué le dijera la verdad? —Bufe y lo miré de reojo —¿Crees qué iba a aceptar?.

—No se, pero por lo menos nos fuesemos evitado problemas en un futuro.

Y tenía mucha razón, en el momento de que Anne se entere de la razón del porque nos acercamos a ella podría odiarnos o quizás no, puede beneficiarla, pero también puede traerle problemas. Se que es una maldita escusa barata, pero fue a la única que conseguimos que podría ayudarnos y bueno los dos cometimos el error de acercarnos a ella de la peor forma, ahora no solo la queremos cerca para que nos ayude, sino por el deseo que creció en nuestro interior y lo sobreprotectores que nos hemos vuelto.

—¿Y qué le íbamos a decir? —Mi voz sonaba agria, estaba molesto por haberle mentido a mi Amore, pero era por su bien —Anne, te elegimos entre mil mujeres más para que nos ayudarás a no arruinar nuestra vida, necesitamos que finjas ser nuestra mujer y que además le coquetees a nuestro primo para que su mente éste en otro lado y no en nosotros, así podríamos quizás encontrar a una persona muy importante para nosotros... Si Alex, sería una muy buena idea.

—No te hagas el chistoso —Frunce el ceño —Pero piensalo bien Axel, no creo que Anne valla a coquetearle a Francisco teniendonos a nosotros dos, si alguien le pregunta ¿que somos para ella? dira que solo es una amiga porque no tenemos ninguna etiqueta, cuando se entere de la verdad le dará un infarto, uno porque ya le mentimos en el dinero y en nuestro trabajo.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora