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Regreso en silencio a la cocina, Alex no me dijo nada, solo dejo que saliera y me siguio en silencio. No se que decirle, ¿Qué se le puede decir a alguien después de ver su cuarto de juegos?, ¿Jugamos? Ja, aunque quisiera no lo diría, aqui hay varias razones por la cual no puedo hacerlo, la primordial es que soy virgen y no pretendo perderla en un cuarto de esos donde me azoten y me rompan. Otra de las razones es que no soy nada de mis profesores, esa es otra son mis profesores, soy su alumna, nos llevamos como 8 o 10 años, sino es que más y para rematar debemos conversar.

Al llegar al gran salón me acerco a los sofás y me siento en uno de ellos, miro la ciudad pensativa, ¿Qué tendrán para decirme?, ¿Cambiará algo?, ¿Implicará mi desición en los estudios?. Todo es muy difícil de responder, aunque las personas que  pueden darme las respuestas estan frente a mi, uno recostado en la isla mirándome con el ceño fruncido y el otro sentado con los codos sobre la isla y las manos en su cabello.

Supongo que Alex pensará que me he traumado y que ya no lo veo de la misma manera que antes, supondrá que esto acarreará en mi desición o que ya no quiero que este cerca de mi, pero ese es el problema, no llevo ni un mes aquí y no quiero alejarme de ninguno, son como una droga adictiva que después de probarla no puedes dejar de consumirla a cada instante.

Me pongo de pie lentamente y me acerco a Alex, poso mi mano en su espalda y siento como los musculos de su espalda se tensan; Axel solo nos ve en silencio, detalla cada movimiento que hago y eso me pone nerviosa, mi profesor de educación sexual eleva su mirada y ese par de ojos verdes bosquejo me determinan, puedo divisar la preocupación en ellos y hace que mi corazón se arrugue de entendimiento.

—Estoy bien —Susurro regalandole una sonrisa sincera —Eso no cambia nada —Eso quisiera, solo a cambiado el desastre de mi ropa interior, me sonrojo, siento mi cara arder de la vergüenza por mis pensamientos —Mi perspectiva hacia ti no cambia.

Me separo de él incómoda por sentir tanto tiempo su penetrante mirada en mí, antes de alejarme por completo dejo un beso en su mejilla, rodeo la isla y frunzo el ceño al ver que le llego al pecho a Axel.

—¿Qué? —Dice burlón. Valla, tenemos humor.

—Si también quieres un beso baja un poco —Me cruzo de brazos molesta, A veces odio mi altura, él baja y le dejo un beso en la mejilla y me separó de los dos.

Vuelvo a dirigirme al sofá y me arrecuesto en este para descansar, muchos sentimientos, mucha adrenalina, muchas facetas. Hoy a sido un día demasiado largo.

Alex y Axel se me acercan y se sientan en los sofás que sobran, quedando Axel frente de mi y Alex a mi lado. Suspiro nerviosa y muevo mis manos en mis piernas. Mucha atención, mucha cercanía, mucho deseo en sus miradas, muchos nervios de mi parte.

—¿Qué quieren exactamente de mi? —Pregunto en un hilo de voz sin voltear a mirarlos, mi vista esta fija en el gran ventanal que da vista a la hermosa ciudad y al cielo que poco a poco se torna más oscuro.

—Lo que fluya —Frunzo mi ceño al oir a Axel. ¿Lo que fluya? ¿A que se refiere con eso? —Nunca he tenido una relación seria, no se de esas cosas, solo se que quiero estar contigo.

Trago grueso y asiento lentamente, pero no respondo, espero la respuesta de Alex y tarda en llegar.

—Lo mismo que él...

—Esa no es una respuesta —Le interrumpo.

Escucho como suspira frustrado y me lo imagino revolviendose el cabello.

—No se que es lo que quiero, si he tenido relaciones anteriormente, pero ninguna funciono y no estoy seguro si en estos momentos quiero eso —Mi corazón late desbocado por cada palabra que dice, entiendo su punto, pero ¿Entonces que quiere? —Diría que dejemos que todo siga su rumbo, que veamos a ver que sale con esto.

Una última vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora