— Qué lindo es tenerte acá. — habla Enzo mirando al castaño recién despertado justo a su lado.Julián le dedica una sonrisa adormilada, pero sincera. Se acerca más al azabache y lo abraza con fuerza, queriendo que no se escape de sus brazos jamás, aunque en pocos minutos se levantarían y claramente sucedería.
— ¿Nos levantamos y te cebo unos mates? — pregunta el menor entre sus brazos y Julián asiente después de quejarse un poco.
Ambos se levantan y se asean dejando la cama sin hacer, después tendrían tiempo para eso.
Enzo buscó yerba y azúcar en la habitación del lado; la que compartían Cristian y Nahuel ante la ausencia de Lisandro.— Chicos, ¿Tienen yerba? — pregunta adentro de la habitación ajena sin haber tocado la puerta.
Nahuel aún está en la cama, tapado hasta la nariz porque aunque no hiciera frío disfrutaba demasiado de estar entre las colchas calentitas, mientras que Cristian recién sale de ducharse. La toalla en su cintura y su torso desnudo lo dejan en evidencia.
— Fa, que vista, no miro mucho igual que si se entera Lisandro me mata. — bromea Enzo y los tres presentes ríen.
— Sí, seguramente te mata. — asiente Romero buscando, entre las cosas de Nahuel, la yerba. — Toma, nene. — le pasa la yerba y Enzo se retira del lugar no sin antes guiñarle un ojo.
Fernández camina pocos pasos hasta la habitación contigua; la propia.
Al entrar ve a Julián tirado en la cama, probablemente con intenciones de volver a dormir.— Dale, levantate. — le pide Enzo sentándose en el pequeño living que tienen la habitación.
Sin duda ese hotel era magnífico, cada quien tenía pequeños sillones dentro de su pieza, la cual era muy espaciosa.
— Ya voy. — se queja el cordobés levantándose y sentándose a su lado para comenzar con su clásica ronda de mates.
Dicha ronda se extiende durante un largo tiempo, hablan de boludeces porque, si son honestos, odian hablar sobre lo que viven estando separados.
Si bien chatean con frecuencia por la distancia, no es algo que les fascina.— Tenemos la entrevista en un ratito. — comenta Julián llevándose el mate a la boca.
— ¿Y cómo les vamo' a entende'? Si no sé ni hablar inglés. — dice dejando el termo a un lado.
Julián ríe.
— Como cuando haces conferencia de prensa allá en el Chelsea, nos ponen esos aparatito'. — le asegura el mayor apoyando el mate en la mesita ratona de cristal.
La mañana vuela y tienen que partir hasta el lugar donde los entrevistarían, que por suerte no es demasiado lejos de su hotel.
Van en un auto negro, vidrios polarizados y aunque no es momento, a ambos les traen muy buenos recuerdos la oscuridad generada en el interior del vehículo.