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— Y pasa Julián también. — comenta la profesora y Álvarez sonríe orgulloso de su trabajo.
Iba a ir hasta Buenos Aires para la competencia de matemática. Ya había pasado la instancia local y la provincial, solo le quedaba ir hasta la capital de su país para competir contra los mejores de cada provincia. Cristian iba a ir con él, pero de onda, el colegio lo dejaba porque su tía era la directora. Si Romero no sabía un carajo de matemática.
— Que bochita mi rey. — comenta sacudiendo su cabello.
Julián ríe.
— No estaba tan seguro, había pibes buenos allá, pero pasé. — dice feliz por haber quedado en la competencia.
— ¡Pasamos muchacho'! — festeja Dybala sonriendo, él también había pasado a la instancia que seguía.
— Me voy a quedar re solo acá, llevame Cuti, te lo imploro. — le pide Nahuel tirado en el banco.
— Sí vamos a ir Molinito, vos tranqui. Nos colamos en el bondi, total mi tía nos deja. — le asegura feliz de sus privilegios.
Faltar al colegio y encima viajar era un gran plan para Nahuel y Cristian, quienes ni siquiera se habían anotado al concurso. En una semana, las mochilas estaban listas, los cuadernos repletos de problemas matemáticos y el colectivo por partir, iba a ser un viaje largo. Mientras un par estaba modo estudio, totalmente concentrados en números y letras, el otro par estaba en modo vacaciones. Aún así, eran un buen complemento, Nahuel y Cristian logrando que Dybala y Álvarez sacaran la cabeza de los cuadernos durante un momento, y Julián y Paulo haciendo que Romero y Molina entendieran un poquito de matemática. Fueron más de diez horas sentados en aquél colectivo, cosa que detestaron en cada momento.
— Llegamos por fin. — comenta con alegría Cristian bajando del colectivo.
Les habían alquilado habitaciones en un hotel bien barato. Exterior pintado de rosa viejo con detalles en blanco, un solo piso, sala y comedor con abuelas jugando al bingo y un jardín con una pileta y un juego de living de exterior. No era mucho, pero estaba demasiado bien para ser un viaje escolar.
— Me canto la de arriba. — se anticipa Romero subiéndose en la parte de arriba de la cucheta.
No había cosa que Julián odiara más que eso. Lo único que hacía ese estilo de cama era recordarle cuando iba a la casa de su abuela junto a su primo y el mismo lo molestaba desde arriba. Se olvidó de lo horroroso que le parecía tener que usar ese estilo de camas y desempacó un par de boludeces para después ir a comer. Estar en Buenos Aires era bastante loco, cosas del interior, los porteños nunca lo iban a entender. Visitaron la capital y muchos de sus monumentos y lugares importantes, les gustaba lo grande que parecía ser el lugar.
— Ya me harté. — se queja Paulo sentándose en un banco, estaba exhausto de caminar por la gran ciudad aunque le encantara recorrer.
Después de conocer y recorrer la capital volvieron al hotel, preparándose para el día de mañana; donde tendrían un día de ambientación, algo así como un día libre para conocer a los otros competidores y también el lugar donde se daría la competencia. La noche voló y a la mañana siguiente, después de desayunar, se vieron parados en una escuela lo suficientemente grande.
— Que sueño. — bosteza Nahuel y Julián ríe.
— Son las diez y media, Nahue. —
El lugar tenía una buena cantidad de chicos de su edad junto a profesores. Recorrían el lugar juntos hasta que de la nada perdieron a Nahuel y terminaron por encontrarlo quince minutos después, charloteando con un par de desconocidos.
— Chicos. — sonríe volviendo a ver a los tres cordobeses.
— Hola Nahue. — saluda Romero.
— Él es Enzo, él Lean y este Lisandro. — presenta sonriendo.
Los seis se saludan con sonrisas y pegan onda al instante, exceptuando a Julián y Enzo, que se miraban con disgusto cada que podían. Álvarez, por los pocos segundos que había pasado con el azabache, se había hecho la idea de que el mismo era un egocéntrico insoportable. Mientras que el otro solamente hacía uso de su humor, pero también se había hecho la idea de que Julián era un amargado que no se reía ni de uno solo de sus chistes, un ortiva pensaba el bonaerense. El resto se había llevado tan bien que saldrían juntos a comer y merendar también, claramente el par sería parte de aquellos planes aunque no soportaran al otro.
— ¿Que onda ese boludo? Se las da de que es el más inteligente del mundo. — dice Julián indignado, viendo a Enzo a lo lejos.
— 'Ta jodiendo nomás, Juli. — le asegura Cristian para seguir charlando con Lisandro.
Se sentaron a almorzar y por obra del destino estaban frente a frente, mirándose con su mejor cara de asco. En la merienda sucedió exactamente lo mismo, el cordobés mirando al bonaerense con odio y viceversa. No podían esperar para ver qué sucedería al día siguiente en la competencia, esperaban quedar cara a cara para competir entre ellos y hacerle saber al otro quién era mejor. El día voló y a pesar de no soportarse entre sí, habían hecho buena miga con el grupo contrario.
— ¡Vamos chicos, tenemos que ir saliendo! — apura su profesor en la mañana.
Salen hasta la escuela que habían visitado el día anterior y se preparan allí mismo para el exámen que tendrían que realizar en unos cuantos minutos.
— Estoy re cagado Dios. — dice Lisandro moviéndose de un lado al otro.
La mayoría ríe por la acción, Cristian le dedica una sonrisa y un guiño.
— Te va a ir bien, rubia. — le asegura el más alto.
— Gracias. — responde el gualeyo.
— Una onda pegaron estos. — le dice Dybala en susurro.
Julián asiente con una sonrisa, nunca había visto a Cristian tan tonto con un chico. En los altavoces del colegio resuena la voz de una mujer, que avisa que los exámenes estarían a punto de darse por lo que tendrían que ir hasta el sum del colegio.
— Bueno, suerte a todos. — desea Dybala con una sonrisa y todos se dedican la misma frase.
— ¿Vos no entras? — le pregunta Cristian a Leandro.
— Ni en pedo, yo vine de onda. — dice junto a una risa. — ¿Y ustedes? — pregunta mirando a Romero y a Nahuel.
— Nosotros también. — admiten los cordobeses riendo.
Los minutos corren con rapidez en el sum de aquél colegio de Buenos Aires, lleno de alumnos con su cabeza yendo a mil por hora. Para cuando salen del lugar, quienes los esperan afuera les preguntan cómo les fue y en su mayoría contesta que bien, pero no saben si pasarían a competir en la siguiente instancia. En el altavoz anuncian que estarían por nombrar a quienes pasan a la siguiente y última instancia, todo el grupo se mira con nervios y escuchan con atención.
— Julián Álvarez y Enzo Fernández a la internacional. —
— Me estás jodiendo. — se escucha a unísono.
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n/a: holaa, perdón si esta muy choto pero les quería actualizar algo ojalá q les guste💞 pronto actualizo más seguido, las tengo re abandonadas, mil perdones 🙏🏻