MAN. CITY - CHELSEA

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——— la mística a veces se extraña

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——— la mística a veces se extraña.

Enzo respiró hondo y miró la hora una vez más en su celular.
Estaba ansioso, nervioso, todo junto. Iban a jugar contra el City, el equipo de su arañita y si era honesto estaba nervioso por volverlo a ver desde los amistosos en Argentina.
El bondi arrancó y en un tiempo no tan prolongado estuvieron en el estadio del Machester City.
Bajó con sus auriculares puestos como de costumbre, la mitad del tiempo no le entendía un carajo a sus compañeros por lo que ya ni se esforzaba para escucharlos y vivía con sus auriculares escuchando alguna cumbia que le hacía recordar y extrañar su época jugando para el millonario. Fah, como extrañaba a esos pibes, como extrañaba portar la roja y blanca.

- ¡Enzo! - lo llamó alguien de seguridad.

Por despistado se estaba yendo a cualquier lado. Caminó con su equipo hasta el vestuario donde se cambió y se preparó mentalmente para salir.
En el túnel no vió a Julián y se decepcionó un poco, pero dejó de pensar en Álvarez y se centró en que tenía que jugar muy bien hoy.
El partido comenzó y apenas a los doce minutos Julián metió un gol, corriendo y haciendo su característico festejo como hombre araña.
Le ponía feliz, pero a la vez pensaba en remontar el partido.
Corría como una bestia, de una punta a la otra de la cancha, cortando jugadas, sacando pelotas, era cansador el siempre tener que sacar a tu equipo adelante solo. Pero no podía quejarse de absolutamente nada, los medios ya lo mataban cada vez que perdían, claro todo era culpa del pibe de veintitrés comprado por ciento veinte millones. Ponían tanta responsabilidad en sus hombros que terminaba autoexigiendose tanto como en River, aunque ahora no tenía a su Julián diciéndole que relaje, que no todo era responsabilidad suya.
A pesar de haber pegado buena onda con Joao no era nada comparado a cualquier otro de sus compañeros en River. A Julián no le llegaba ni a los talones.
Había convivido tanto tiempo con el cordobés que decían las mismas frases, hacían exactamente los mismos movimientos, se comprendían sin una sola palabra de por medio.
Esa mística y complicidad no se comparaba a nada, ni siquiera a la relación con Valentina.

— ¡Pero la puta madre! — se quejó y dejó caer la mitad superior de su cuerpo hacia abajo cuando la pelota fue robada nuevamente por los azul cielo.

Siguió corriendo y esforzándose, pero cuando el partido se dió por finalizado el marcador quedó igual que a los doce minutos. Sólo había cambiado una vez, cuando Julián hizo su doblete, pero el gol había sido anulado volviendo al resultado inicial.
Salió de la cancha exhausto, realmente estaba cansado mental y físicamente, pero todas sus penas fueron borradas cuando vió a Julián en el túnel. Esperándolo a él. Sólo a él.

— Enzo. — sonrió mirándolo.

— Juli. — dijo de la misma manera y se acercó a abrazarlo.

¿Tanta falta le hacía un abrazo? ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se había visto con el cordobés? Realmente necesitaba hablar con él. De temas serios o boludeces, tomarse un mate o un fernet, salir de joda o quedarse en la cama.
Lo extrañaba tanto.

— Doblete eh, sos un hijo de puta. — dijo a modo de felicitación.

Julián rió.
Hace tanto no escuchaba una risa tan bonita.

— Casi, casi. Vos sos una bestia, igual que siempre. — lo halagó. — Quiero la camiseta, eh. — dijo Julián haciéndolo sonreír.

Se quitó la prenda azul y siguieron conversando con tranquilidad.
Julián estaba apoyado por la espalda contra un armario negro, el estar tan lejos lo tenía harto por lo que de ratos apoyaba su brazo en el armario, generando que sus cuerpos tuvieran menos distancia. En un momento uno de sus compañeros saludó a Álvarez y odió sentirse celoso de aquello, pero no podía evitar querer al oriundo de calchín solo para él.
Ansiaba más contacto aún con Julián, pero el tener a compañeros cerca y cámaras filmando lo hacían dudar y terminar rechazando su propio deseo.
Se quedaron hablando por varios minutos.
No hablaron nada muy serio, más que nada del partido, de sus ciudades y sus familias, no pensaban conversar algo serio con tantas cámaras a su alrededor.

— Te extrañé. Te extraño. — admitió por fin y vió como una sonrisa se dibujaba en el rostro de quien anotó el uno a cero.

— Nos tenemos que ver más, Enzito. — lo molestó con el apodo haciéndolo reír.

Esas joditas no se iban a pesar del tiempo distanciados. Le hacía tan bien.
Uno de sus compañeros le gritó que partirían en unos momentos, agregando que Julián también tenía que retirarse por lo que se acercó a él y le extendió su mano.
Julián entendió aquello en pocos segundos.
Hicieron su saludo de siempre y se abrazaron también, era como un mimito al corazón tratarse así.
Volvió a casa, almorzó con Valentina y Olivia, les contó como fue su día y les preguntó por el suyo.
El día pasaba con lentitud hasta que un mensaje le hizo latir el corazón con demasiada rapidez.

juli álvarez ❤️

nos vemos?

cuando quieras

llegate a casa y me haces unos matecitos

Julián le había escrito para verse, se iba a ver con Julián. ¿Qué más podía pedir?
Se despidió de Valentina excusándose con un entrenamiento, la chica no sabía demasiado de fútbol por lo que no se le hizo extraño el tener un entrenamiento después de un partido.
Manejó en su BMW negro hasta la casa de Julián con una sonrisa en el rostro, escuchando en el estéreo temas de La T y la M.
Al llegar, bajó de su auto y tocó la puerta dos veces. Le abrió Julián, tenía una de sus camisetas de River, un short negro y una sonrisa radiante.

— ¿Cómo estás? — preguntó Enzo abrazándolo.

— Ahora mejor. — admitió el otro.

La tarde había sido mágica, Julián había vuelto a probar los mates del bonaerense y el mismo había disfrutado demasiado de la compañía de Álvarez.
Todo se sentía cotidiano, calmo y feliz. Ese ambiente familiar le transmitía ese calorcito en el pecho que hasta ganas de llorar le daba.

— ¿Vos cómo estás, Enzi? — preguntó.

— Bien, creo. El equipo no viene muy bien y extraño mucho Argentina, pero bien. —

— Te entiendo, digo, es difícil estar tan lejos de la gente que querés. — expresó Julián.

— Es difícil estar lejos de vos. — admitió.

Julián abrió y cerró su boca en pocos segundos. No supo que decir.

— Yo estoy acá siempre, Enzo. Para vos, aunque en su momento no me hayas elegido a mí, sino a Valentina. —

n/a: espero les guste, cualquier error q haya me dicen 💞

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