Foto de Julia Hudson en multimedia.
-¿Por qué no te quedas a dormir?- Preguntó Alan en cuanto llegamos a su habitación en el campus. Ésta estaba en el edificio de adinerados gilipollas, dónde residían todos los niños de papi que le caían mal a la mayoría de las personas y sí, esto incluye a Alan.
Me quedé mirando alrededor unos segundos antes de contestar.
- Max ya está lo suficientemente cabreado conmigo, creo que dormir aquí lo mataría.- Suspiré cansada, ya podía sentir el calor de mis sábanas y suave almohada.
Alan torció la boca en señal de disgusto.
- No es como si fuéramos a follar ni mucho menos.- Dijo alejándose de mí para tomar la ropa que se pondría de pijama, era una de las personas más pulcras y organizadas que había visto en mi vida. Todo el orden geométrico de la habitación me hacía querer llevarlo a un psicólogo por tener OCD. Sus brazos tomaron la camisa que llevaba puesta para retirarla de su cuerpo, fuertes músculos se veían marcados en un flacuchento cuerpo, su cabello se había desordenado en todas direcciones cuando puso la camisa del pijama en su torso. -A menos de que quieras que follemos, sólo dilo y soy todo tuyo.- Su tono pícaro me dio a entender que él no estaba enojado conmigo, reí suavemente negando con la cabeza.
-Nos vemos mañana.- Dije dirigiéndome a la puerta, agradeciendo haberme detenido en el camino para colocarle gasolina al auto y así poder volver a mi habitación, la cual quedaba literalmente al otro lado del campus.
-¡Espera!- Elevó la voz provocando que mi cuerpo se detuviese de inmediato, mis ojos se encontraron con los suyos y tuve que contener una sonrisa al ver la imagen frente a mi.
Su cara estaba sonrosada y las pecas de sus mejillas resaltaban el doble, sus ojos brillaban con recelo y su cabello seguía desordenado.- Gracias por lo de hoy linda, hace mucho que no la pasaba así de bien.- Me rodeó en un cálido abrazo, haciendo que mis brazos lo tomaran por el cuello, dejó un beso en mi cabeza para luego bajar su cara a mi cuello y dejar un pequeño y doloroso mordisco allí.
-¡Salvatelli!- Casi chillé estallando de la risa, me alejé de él y seguí mi camino no sin antes recibir una nalgada de su parte, pero ni siquiera me volteé para reclamar sabiendo que solo me encontraría con una cara burlona.
Mi camino hacia el auto fue corto, no había mucha gente en los pasillos a esas horas y los pocos que estaban no eran personas de mi agrado, básicamente porque a la única persona que le hablo en el edificio es a Alan.
No podía parar de pensar en que aún tenía que solucionar mis problemas con Max.
Quiero a Max, él y Julia han sido mis amigos desde hace ya varios años y no puedo quejarme en los absoluto, ambos me han ayudado mucho con el tema de mi mamá y jamás han pedido nada a cambio.
Max solo tenía un problema y eran sus ataques de ira, podía pasar de ser una persona muy pacífica a una explosiva en cuestión de horas y sabía que hacer que dejara de estar molesto conmigo iba a ser complicado, más que todo porque tenía que ver con Alan y él odiaba a Alan.
Lo odia.
Lo odia mucho.
Troné los huesos de mi cuello en un suave movimiento, sintiendo como una ola de relajación viajaba por todo mi cuerpo. Mis pasos eran un poco apresurados porque solo me quería tirar sobre mi cama y no despertar mañana sino a eso de las 12 P.M, no habían clases porque era sábado y tampoco trabajaba.
El reloj del Hall marcaba las diez de la noche, habían varias personas caminando hacia la salida del edificio preparadas para ir a la fiesta que se hacia todos los viernes en casa de Trevor, uno de los chicos de mi clase de francés.
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Toxic Cure
Fiksi RemajaÉsta no es una historia de amor, ésta es la historia jamás contada, la historia de la chica que ve a su mejor amigo enamorarse mientras que ella se enamora de él. Quizás no sea amo, quizás sí. Quizás terminen juntos, quizás no. Lo único que Paige s...