Capítulo 3.

131 7 0
                                    

Foto de Max Hudson en multimedia.

Más allá de molesto, Alan estaba furioso cuando abrí la puerta, lo deduje fácilmente porque sus manos temblaban a sus costados y una pequeña vena saltaba inquieta en su sien izquierda, sin incluir que su nariz estaba de nuevo roja.

Tomó mi muñeca y me sacó del baño con fuerza, quitando hábilmente su teléfono de mi mano. Me encogí de hombros restándole importancia cuando una mirada asesina me penetró los ojos. Pasé por un lado y me acerqué a mis zapatos en un costado de la cama, para ponérmelos.

-No me asustas Salva, mi madre casi me asesina con un cuchillo, créeme que no me asustas.- Dije utilizando su apodo como medio de ayuda, para ver si se le bajaba un poco la ira.

Vi por el rabillo del ojos como sus hombros se aflojaban un poco, no podría decir si por el apodo que nunca utilizaba o por la mención de mi madre.

-Tú no entiendes Paige, no sabes lo que es vivir como yo.- Dijo tomándose frustrado mechones de cabello tirándolos hacia atrás. Sus manos tiritaban incontrolables y sus ojos no me veían, pero sabía que moría por hacerlo.

En cuanto terminé de colocarme los zapatos me acerqué lentamente a él, más por precaución que por miedo, y tomé su barbilla obligándolo a mirarme. Le sonreí suavemente cuando por fin logré que las orbes azules se centraran en mi y no en cualquier estúpido punto en el suelo. Escogí mis siguientes palabras con cuidado, no quería herirlo, pero quería hacerle entender la realidad.

- Sabes, tienes razón, no sé como debe sentirse tenerlo todo y nada a la vez.- Mi mano cayó a un costado y dejé de mirarlo, no podía ver su cara de dolor cuando dije eso, no podría sentirme débil ante él.

Me acerqué a la puerta luego de tomar las llaves de mi auto y cartera. Brody me había enviado la dirección segundos antes de que los gritos de Alan me obligaran a abrir la puerta, la urbanización era conocida para mí, no quedaba muy lejos de mi antiguo instituto y quedé sorprendida al ver que no era una zona de gente adinerada, no al menos para la que vivía allí.

Dejé la puerta abierta sabiendo que Alan vendría detrás de mí y sonreí cuando lo sentí efectivamente siguiendo mis pasos. No era nadie para obligar a una familia a unirse de nuevo, pero su hermano se veía realmente desesperado y sabía que Alan estaba demasiado sumido en su propia mierda como para ayudar a alguien más.

Cuando pensé que su mano me detendría tan solo lo escuché suspirar y montarse en el lado del copiloto de mi viejo Volkswagen negro, un regalo de mi padre por haberme destacado tanto como para ganarme una beca.

Su mano se colocó sobre la mía cuando iba a poner el carro en retroceso, mis ojos viajaron rápidamente a los suyos que me veían neutros.

-Gracias.- Casi susurró.- Realmente quería hacer esto y puedo poner de excusa que me secuestraste y obligaste a ir hasta allá.- Su intento por darle humor a la situación me hizo entender que no estaba realmente cabreado conmigo, sino con cualquier otra cosa. Sabía que lo que me contó no era toda la historia, pero me conformaba con eso por el momento. Nunca me ha gustado presionar a las personas para que me cuenten sus problemas.

-Tienes la nariz de nuevo roja.- Reí volteando mi cuerpo para retroceder correctamente, mi brazo pasando por encima de su asiento para sostenerme, su cara demasiado cerca de la mía por su propia acción de acercarse.

-Tú me estás tratando de tocar de nuevo.- Rió también negando con la cabeza.- Te he dicho hace menos de media hora que si quieres tocarme, solo tienes que pedirlo.- Su mano derecha fue a mi costado haciendo pequeñas cosquillas allí. Di un salto alejándome de inmediato mientras contenía cualquier carcajada que estuviera por salir y negué con la cabeza tomando el volante para empezar a conducir.

Toxic CureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora