Era una nueva mañana después de los locos acontecimientos de la noche anterior, los jovencitos habían caído rendidos sin mencionar el moretón de la mejilla del castaño, pero no todo había sido malo, ahora Leon sabía que la luna es un satélite natural.... Y que el sol sí es una estrella o al menos éso dijo su ojiamarillo amigo.
"-¿De verdad no sabes que el sol es una estrella, DE VERDAD?"
-.... No- pero, por favor, no me lances ésa cosa otra vez, duele como el carajo.-rió nervioso.
-No quiero romperla más de lo que ya está."
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Por lo mientras, una morena mujer iba en dirección a la habitación de su hijo, ayer no había podido dormir muy bien debido a contantes risas y demás ruidos que provenían de lugares no identificados por su quinto sueño, despertando por instantes, había amanecido más malhumorada que de costumbre. "Ése niño"... Seguramente se había quedado toda la madrugada usando el celular, si tan sólo fuera más comprensivo con su propia madre... ¡Ella tenía que trabajar para mantenerlo! Y ni en la noche la deja descansar. Suspiró molesta, estaba segura de que el ojiamarillo seguía durmiendo, pues, ¿cómo no? Si era correcta su teoría, había tenido una fuerte desvelada hasta las 4 a.m y luego se quejaba de que tenía ojeras, pero esta vez no lo dejaría seguir haraganeando hasta que se le diera la gana. Tara en ocasiones podía ser algo dura con él.
-¡Sandy, maldito holgazán, el desayuno está list-... -Entró finalmente, abriendo bruscamente la puerta, estaba a punto de gritarle al menor que se despertara de una buena vez y darle un castigo, hasta que vio una escena muy peculiar, encontrándose sorprendida sin terminar lo que estaba a punto de decir.
Su hijo, nada fuera de lo común, pero éste estaba con... el hijo del señor Bo, acurrucados entre las sábanas, cobijas y almohadas, durmiendo plácidamente, sin mencionar que yacían abrazados; ésto por el contrario de casuarle molestia como se pensaría, la dejó demasiado conmovida, sacando su celular y enviándole la foto al padre de Leon. A ambos les daba un exceso de ternura su inocente amistad y Tara ya estaba acostumbrada a las constantes pijamadas de los chicos. Finalmente decidió irse y dejarlos seguir durmiendo, no sin antes ponerle al pelimorado una nota en el refrigerador:
"Tu desayuno está en la mesa, dejé dinero para que compres comida. Nada de charra, por favor. Leonard y tú comen demasiadas porquerías
-Con cariño, mamá"
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