Capítulo 29🦋

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Alex

«¿Dónde estoy?», Me pregunté abriendo levemente los ojos.

Moví la cabeza hacia un lado y un dolor agudo me presionó las sienes. Gruñí y automáticamente intenté tocarme la cabeza, pero un pinchazo en mi mano me lo impidió.

—¡No te muevas, te harás daño!

Aria corrió a mi lado. La observé confuso para después dirigir mi vista hacia el catete que estaba puesto en mi mano.

—¿Dónde estoy? —pregunté desorientado.

—En tu habitación.

Aria se sentó en la cama y cogió mi mano con suavidad.

—Me duele demasiado la cabeza —me quejé—. ¿Qué me pasó?

Dejó escapar un largo suspiro mientras su pulgar hacía círculos en mi mano.

—Ayer... cuando me llamaste ocurrió algo.... —hizo una pausa y tomó aire—. Te contesté la llamada, me dijiste unas cuantas palabras, pero de un momento a otro dejaste de hablar. Me preocupé y le marqué a tu madre. Al parecer de inmediato entraron a tu habitación y te encontraron inconsciente en el suelo.

Fruncí el ceño y otro pinchazo traspasó mi cabeza.

—Eso no es posible —aseguré incrédulo—. Me sentía perfectamente bien.

Aria soltó mi mano y de inmediato sentí la ausencia de su calidez.

—¿Perfectamente bien Alex? ¡Pero si entraste en un coma etílico! —gritó hecha una furia —¿Cuánto bebiste anoche?

—¿Anoche? —repetí como estúpido.

—Sí, ¡anoche!

—Pero si hace un rato te llamé al móvil —sonreí pensando que era una broma, sin embargo, Aria se mantuvo sería, provocando que mi sonrisa desapareciera. Pocas veces la había visto con esa expresión. Tragué grueso al darme cuenta de que estaba hablando en serio—. ¿Cuánto he dormido?

—Casi dos días.

—¡¿Dormí casi dos días?! —abrí los ojos con asombro.

—¿Alex, cuanto bebiste anoche? —replicó un poco más impaciente.

Dudé un momento en decirle la verdad, ya había mentido suficiente. La culpa me recorrió el cuerpo. Aria no se merecía todo el daño que le estaba haciendo. Ayer la había tratado mal y, aun así, ella seguía a mi lado. Con lo que le dije en la cena esperaba que no quisiera verme nunca más en su vida.

—Aria —susurré—. Perdón por lo de...

Levantó la mano silenciándome y negó con la cabeza. En sus ojos podía ver el dolor que le habían provocado mis palabras.

—No quiero hablar de eso ahora.

—Pero...

—Te hice una pregunta Alex, ¿Cuánto bebiste anoche?

—No lo sé, creo que unas cuantas botellas de Vodka.

—¿¡Que!? ¡Estás demente! —caminó hacia el ventanal dándome la espalda y luego de unos segundos se volteó mirándome furiosa—. ¡Alex, te podrías haber muerto!

Sonreí para mis adentros, había sacado algo bueno de la situación... Aria estaba preocupada por mí.

Creo que debería desmayarme más seguido.

—He bebido mucho más en una sola noche, créeme, y aun así estoy aquí, vivo y enamorado de...

—¿Puedo pasar? —la puerta se abrió y la voz de mi madre me interrumpió. Maldije en voz baja y la miré frunciendo el ceño.

Una luz a Medianoche © (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora