ANHELO ENTRE SOMBRAS

CAPÍTULO 8

Historia creada sin fines de lucro.
Los personajes pertenecen a Nagita & Igarashi.
Historia basada en la temática del "Fantasma de la Ópera" en conmemoración al aniversario del grupo Biblioteca Grandchester.

El fic contiene escenas violentas y para adultos mayores; descripciones sexuales explícitas. Si no gustas de ellas, pasa de largo.
La historia está en proceso.

El fic es completamente de mi autoría. No se permite su reproducción, parcial o total, en ninguna plataforma.

Imagen tomada de la red. Crédito a su autor.

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La rubia pareja se adelantó al elegante y discreto lugar, un restaurante con una vista espectacular hacia los enormes rascacielos y la ciudad de Nueva York, de ahí su tan conocido nombre, View of the world. El mesero los llevó hasta una de las mesas exteriores, donde el aire corría un poco fresco, les dejó la carta y se retiró mientras elegían y esperaban a Karen.

--Hacía tanto que no salíamos. –Comentó Albert tomando un sorbo de su copa de agua que le había dejado segundos antes el mesero junto con el menú.

--Lo sé, esto es... refrescante. –Comentó la chica admirando la vista con gran entusiasmo.

Contrario a lo que las personas creían acerca de los vampiros, ellos eran capaces de convivir con la gente e incluso ingerir alimentos "normales", siempre y cuando estuvieran satisfechos con su porción de sangre diaria que necesitaban, la cual no debía ser mucha, a menos que estuviesen heridos, amamantando o apareándose entre su especie, y esto último era casi imposible, pues la mayoría de los vampiros habían decidido establecerse en la zona montañosa de Europa y pocos, casi nulos, deambulaban por América.

--Tenemos derecho a estar aquí. –Afirmó él mirándola fijamente.

Sabía que Candy se sentía inquieta siempre que salía, ella miraba constantemente hacia los humanos, esperando el momento en que descubrieran que era "diferente", pero realmente era imposible que pudieran saberlo, ni siquiera su palidez podía ser una pista de ello, pues lo cierto era que, en su anterior vida, habían sido humanos y sabían cómo actuar y comportarse entre ellos.

--Lo sé. –Respondió con cierto recelo. –Sólo temo que... algo pudiera suceder.

--No sucederá nada. –Albert tomó su mano y la hizo ponerse de pie. –Vayamos a la pista mientras llega Karen, hace tiempo que no bailo con mi sobrina amada.

Con reticencia, Candy se puso de pie. No era que no le gustara bailar, sino que había comprobado que los hombres se la comían con la mirada y eso la hacía sentir incómoda. Varios rostros se giraron hacia ellos, pues, a simple vista, hacían una pareja encantadora, lo que la hizo tensarse, pero la fuerte mano sobre su espalda alta la empujo para que avanzara y la tranquilizó.

--Eres tan seguro de ti mismo. –Reconoció Candice mirándolo sonriente.

--Trescientos años me respaldan. –Bromeó el hombre que, pese a su edad vampiresa, no parecía pasar de los 40 años.

--Aun no entiendo cómo es que mi mamá y yo hayamos existido en tantas vidas.

--Pues así es, pequeña. Te sorprenderías de los misterios en el tiempo.

La rubia asintió y colocó su cabeza sobre el pecho de su tío. Era increíble cómo su vida había dado un giro tan determinante que, aquí estaba, viviendo una vida en donde, en vez envejecer, parecía rejuvenecer. Aún la invadían los miedos e inseguridades. Sabía que, al igual que Albert, le tocaría vivir una vida solitaria, y no estaba segura de querer eso. Años atrás, cuando aún lidiaba con su transformación, había intentado quitarse la vida, pero no ahora, nunca más lo haría.