Una historia en donde Olivia y Charles quieren tener un hijo pero desafortunadamente no es posible.
Ambos acuden a la adopción, quieren darle un hogar a un niño pero no será fácil, enfrentarán problemas, situaciones difíciles pero lo harán juntos.
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📍Italia
Amanecer en Italia teniendo la mejor vista era increíble para ambos chicos, habían llegado una noche antes para celebrar su primer aniversario de boda. Era el primer año que cumplían siendo esposos y estaban más que felices, la aventura de ellos apenas estaba comenzando y lo sabían.
Una resolana del sol alumbró aquella habitación del lujoso hotel, Leclerc abrió lentamente sus ojos y miró a la mujer que tenía encima de él con su espalda descubierta, llevó sus manos a ella y gimió al sentir los anillos fríos de su esposo en su espalda.
—Amor, basta.
—Tengo frío — susurró —Abrázame.
La neerlandesa lo abrazó y escondió su rostro en el cuello del piloto, las suaves manos de Charles recorrían la bronceada piel de Olivia al igual que sus brazos.
Se quedaron por varios minutos así acariciandose mutuamente.
Liv se levantó de la cama quedando desnuda frente a él, la mirada del mismo recorrió el perfecto cuerpo de ella. Se puso la camisa que Leclerc había usado la noche anterior y pasó directamente al baño, él se levantó de la cama y se puso su bóxer.
—¡¿No has visto mi short?!
—¡No cielo! — le gritó —Creo que está en la cocina.
Leclerc se rió y fue en busca de su short que efectivamente estaba en un banco de la pequeña cocina.
Minutos después la rubia jaló la cortina y abrió la ventana teniendo una de las mejores vista de Italia, ambos amaban ese lugar, la abrazó por detrás y besó su hombro.
—Feliz aniversario mon amour — susurró en su oído —Hace un año te convertiste en la señora Leclerc.
—Feliz primer aniversario amor — se volteó para mirarlo —Aún recuerdo nuestra luna de miel — lo abrazó por el cuello —¿Tú lo recuerdas?
—Completamente — besó sus labios —Esa noche jamás voy a olvidarla, creo que nunca en nuestra vida habíamos tenido tanto sexo.
Se rieron y ella mordió su labio inferior, las manos del ojiverde llegaron hasta el trasero de ella y lo apretó.
—Podemos recrear lo que hicimos esa vez ¿te parece?
—Me parece perfecto pero antes hay que desayunar.
—Eso ya está arreglado amor, en unos minutos traerán el desayuno aquí.
Veinte minutos después ambos ya estaban con sus pijamas listos para desayunar, tocaron la puerta de la habitación y Charles se levantó de la cama para abrir. Dos personas de servicio entraron y dejaron los platos de comida sobre la mesa incluyendo los vasos y las copas.
—Buen provecho y muchas felicidades señores — dijo el de servicio —Cualquier cosa estamos a sus ordenes.
