Pov Abril Garza.
¿Qué yo era... suya? ¿Suya?
Cuando mi lento cerebro logro entenderlo, grite enfadada.
-¡Yo no soy de nadie!
Por supuesto, ya era demasiado tarde, y nadie me escuchó. No podía creerlo, me tenía aquí encerrada, como si fuera su puta mascota.
Agradece que no te vayan a prostituir.
Y una mierda, no podía quedarme aquí ¿Que pasaba con la universidad? ¿Y mis amigas? ¿Y mi padre? No había derecho, pensé, sintiendo como lágrimas nuevas se deslizaban con lentitud por mis mejillas. No tenía ningún derecho a arrebatarme mi vida de esta forma.
Grité, rabiosa.
Mi madre siempre había encontrado mi forma de descargar mi ira con gritos y chillidos increíblemente insoportables desde que descubrió mi orientación sexual.
No me importo, volví a gritar.
Yo no era suya, no era de nadie.
No supe cuánto tiempo estuve allí, gritando, llorando, golpeando las almohadas, pero pareció una maldita eternidad. Tuve que callarme de golpe cuando la puerta se abrió con brusquedad.
-Si sigue gritando de esa forma, no pienso atenderla - un hombre de unos cuarenta y tantos años, de cabello negro como el carbón, me observaba desde el marco de la puerta.
-¿Usted es el doctor?
-Lo soy
Una nueva esperanza floreció en mi interior y corrí hacia él como una demente.
-Señor, debe sacarme de aquí. Me están reteniendo contra mi voluntad por favor -el hombre sacudió la cabeza mientras entraba a la habitación y cerraba la puerta detrás de él.
-Señorita, no me interesan los motivos por los cuales usted esta aquí. Yo solo vengo a examinarla, nada más -me paré en seco ¿Ese hombre trabajaba para delincuentes? Pues no parecía un delincuente. Rivera tampoco lo parecía. Ciertamente, esa mujer parecía sacada de una pasarela. A excepción de su mirada. Si que tenía la mirada de una delincuente. Fría, despiadada y peligrosa. Caí en cuenta de que no conocía el nombre de la castaña, pero después de todo, ¿Para que necesitaba saber su nombre? Huiría de aquí en cuanto tuviera oportunidad. Y esta parecía ser una- ¿En donde esta lastimada? -volví la vista hacia el médico, y obedecí cuando me indicó que me sentara en la cama.
-En el estómago, y las piernas, creo hasta debajo del busto
-Levántese la playera -con cierta reserva, me levante la playera de osito a la altura de mis costillas, revelando unas hematomas inmensas. El doctor torció el gesto y palpó por encima de las heridas- Nada roto -susurró, luego se arrodilló frente a mi, examinando mis piernas.
Aprovechando que su cabeza estaba inclinada, tome la lámpara que estaba sobre el buró y se la estampe en la cabeza. Mire horrorizada como su cuerpo caía como un peso muerto sobre mis piernas. Con una mueca, me lo quite de encima y camine hasta la puerta ¿Lo habré matado? De todas formas no había sido amable conmigo. Y trabajaba para unos secuestradores.
Mientras me convencía de que se lo merecía, llegue hasta la puerta y giré la manija. Mire a ambos lados del corredor. No hay moros en la costa. Vamos, vamos, vamos.
Mi maldita conciencia insistía en ver esto como un maldito juego de espionaje, pero mi pulso acelerado y todo el miedo que sentía era todo lo contrario ¿Qué harían si me encontraran intentando escaparme? ¿Me pegarían? ¿O me asesinarían directamente? Con estos positivos pensamientos, vagué por los pasillos e interminables pasillos de la casa, deslizándome endirección contraria cada vez que sentía alguna voz o movimiento cerca.
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Suya | Rivari
FanfictionElla era una mafiosa, ella una simple universitaria. Abril al ser secuestrada termina en las manos de una mujer como Samantha Rivera. Terriblemente poderosa, posesiva y seductora. Samantha no sabía porque la había aceptado como un "Regalo". Lo úni...