Capítulo 7

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Pov Abril Garza.

-Ari, despierta. Vamos, pequeña hemos llegado -fruncí el ceño ante el fuerte rayo de luz que me dió directo en la cara.

-Tengo calor -me quejé.

-Lo sé, estamos en la otra punta del mundo, es verano aquí. Si te bajaras del coche, podrías quitarte la chaqueta -abrí los ojos, para fijarlos en Samantha, que estaba parada al lado del coche, sosteniendo la puerta abierta junto a mi.

Esperen ¿En qué momento habíamos llegado a un coche?

-¿No estábamos en un avión? -pregunte mientras bajaba del coche ayudada por su mano.

-Eso fue hace tres horas, eres una verdadera dormilona

Ignoré su broma cuando mis ojos se posaron sobre la colosal estructura que se alzaba frente a nosotras.

La casa estaba totalmente construida de madera, vidrio y ladrillo, lo que la hacía confundirse con la abundante vegetación.

-¿Estamos en Brasil?

-Algo así

-Siempre quise conocer Brasil... -susurré, luego me giré sobre mis talones al sentir el rugido de las olas atrás de nosotras- ¡Oh, cielos! -Samantha intentó tomarme por el codo, pero me sacudí y comencé a correr hacia el mar. Cuando deje el camino de madera por atrás, la arena caliente me quemó los pies, pero no me importó y seguí corriendo hasta que el agua del océano mojó mis tobillos- Esto es perfecto -susurré, y luego comencé a reír como una desquiciada. El agua era totalmente trasparente, y la arena blanca resplandecía el sol.

Tuve la súbita sensación de estar en el paraíso.

-Abril, vuelve aquí

-¡Jodete! -grite, luego reí al ver un par de cangrejos sobre la arena.

Me quite la chaqueta, tirándola sobre la arena y sintiendo el alivio instantáneo.

-Podrás venir a la playa más tarde, ahora ven aquí

La voz de Samantha se volvía cada vez más cercana, y me giré sobre mis talones para fruncirle el ceño.

-¿Podrías dejar de molestar? Muchas gracias

Volví a girarme, pero no me perdí de su ceja levantada y su expresión azorada.

-Muy bien señorita, es suficiente. A casa -murmuró mientras me volvía a cargar.

-¡No! ¡Pero quiero meterme al mar!

-Deja de gritar, lo harás más tarde

-Eres peor que un padre

-Y tú peor que una niña mimada

-Por supuesto que no soy mimada -me quejé, ofendida.

Samantha se limitó a reírse y caminar hasta la casa con tranquilidad.

El lugar parecía desierto.

-¿Hay alguien más aquí?

-Hay dos empleados que viven a la otra punta de la Isla, nadie más

-¿Por qué?

-Porque es una Isla privada

Me depósito sobre el fresco suelo de mármol de la casa, y me señaló hacia un pasillo.

-Ve a la última habitación a la derecha, hay ropa para ti allí -asentí distraída, y me volteé, pero Samantha tomó mi mandibula con una mano, obligame a mirarla- Y recuerda que estamos en una Isla. Nada de intentar escape, no estoy de humor para tonterías ¿Entendiste?

Suya | RivariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora