Capítulo 3. Una pesadilla.

108 59 24
                                    

Caden

A veces creo que la vida es buena haciéndome chistes e incluso pequeñas zancadillas con el poder de hacer que mi cara se estrelle contra la realidad, o contra una pesadilla, como lo es en este caso.

¿Por qué lo digo? Bueno, retrocedamos un poco el tiempo, específicamente a hace dos días.


Mirandaaa, querida, ¿cómo estás?—. le sonrío encantadoramente.

—Caden, no molestes, en serio hoy no, tengo un desorden ahora mismo con todos estos papeles, debo verificar cada perfil estudiantil y expediente, no estoy para juegos ahora mismo.

Y era cierto, a pesar de que Miranda siempre está en un constante estado de estrés y de nervios, logro distinguir que realmente hoy es peor que cualquier otro día, su pelo desordenado en un moño bajo, sus lentes a nada de caerse al suelo debido a que se resbalan lentamente por al sudor de su nariz, y sus mejillas enrojecidas de tanto moverse de un lado a otro, demuestran que realmente hoy, definitivamente no es su día.

Así que opto por ignorar la razón por la cual vine y decido brindar mi ayuda, o al menos lo que pueda.

—¿En qué puedo ayudarte?

Realmente no soy mucho de ayudar a las personas, y no porque no quiera, muy en el fondo y bajo mi capa de superioridad existe una buena persona, lo juro. Pero simplemente a veces las personas son muy mal agradecidas como para andar regalando favores a personas que no lo valoran.

—¿Caden Fernsby me está ofreciendo su ayuda?—. pregunta sarcástica dejando todo lo que tiene que hacer de lado para poner sus manos sobre sus caderas y mirarme con incredulidad.

—No lo digas en ese tonito que si no me arrepentiré—. le respondo algo hastiado por su asombro, yo sé que soy un grano en el trasero, pero uno bueno y guapo, por supuesto.

—Ven—. me responde poniendo los ojos en blanco mientras quita varios papeles que se encuentran encima del teclado de la computadora.

Rodeo el mostrador para poder entrar a su pequeño caos y me siento en la silla giratoria que se encuentra delante del monitor.

—¿Qué necesitas que haga?

—Estos papeles de aquí—. señala una montaña de papeles del lado derecho. —Son los datos de los estudiantes, sé que no debería mostrarte esto, pero estoy a punto de un colapso nervioso y necesito terminar rápido, así que lo que necesito es que compares los datos de esos papeles con los de la página interna de la universidad. Si hay alguna equivocación, lo apuntas en el papel correspondiente y lo dejas a un lado, ¿entendido?

—Entendido jefa.

Hago un pequeño señalamiento como cuando los soldados se saludan y río un poco, bah, que tan complicado puede ser esto.

Dos horas después y no había acabado, es más, dudaba si quiera que fuera por la mitad, y no, es que lo difícil no era comparar, lo difícil era que muchos de los datos estaban erróneos y eso nos quitaba más tiempo del necesario, o al menos a mí.

—Dios mío por favor mándame una señal de que ya debo irme de aquí, no lo soporto más—. digo al aire, mientras tengo la cabeza apoyada en la mano izquierda y con la derecha agarro otro papel.

Observo sin interés el documento hasta que mi vista se posiciona en la fotografía del expediente.

Audrey Green.

Sexo: Femenino.

Edad: 19 años.

Nacionalidad: Inglesa.

Carrera Universitaria: Biología.

Materias matriculadas: Biología Animal y Humana, Biología Vegetal y Ecología.

Y bueno mucha más información.

Miro a la chica nuevamente y algo en mi interior se remueve, algo como una emoción o un desconcierto, realmente no lo sé, pero algo en ella me resulta familiar, además de eso, no puedo ignorar que es jodidamente hermosa, de hecho, me atrevería a decir que es la chica más linda que he visto, y eso que he visto bastantes, sin afán de presumir, por supuesto.

Y lo que es aún mejor, Dios pareció escuchar mis plegarias porque justo en este momento está entrando el director, mira de manera reprobatoria a Miranda por dejarme ver los expedientes y esta me pide amablemente que me retire.

No había ni siquiera terminado de pedírmelo cuando ya yo me encontraba afuera, dispuesto a buscar una buena fiesta a la que poner sazón con mi presencia.

Audrey Green, contando los segundos para poder conocerte.

Y me acabo de estrellar, directa y duramente contra el suelo. Siento la necesidad de buscar una bolsa de basura e inmediatamente asfixiarme con ella.

La vida me odia, no lo sé, lo que sí sé es que estoy en una pesadilla en la que ni, aunque me pellizquen un testículo voy a poder despertar, porque puedo jurar que tengo a Megan delante de mí y lo que es aún peor, parece ser que es la compañera de habitación de Audrey.

La jodida chica que he esperado ver por estos dos largos y eternos días desde que vi su foto, que, por cierto, es mucho más hermosa en persona, es compañera de habitación de mi exnovia.

Y no, no es que Megan sea una mala persona, estuvimos juntos ya hace unos años y terminamos en buenos términos. Durante la relación los primeros meses fueron increíbles, pero luego simplemente no encajamos más, empezaron las peleas, celos absurdos y bueno, todas esas cosas tóxicas que lamentablemente, destruyen las relaciones. Fuera de eso, es una persona increíble al menos hasta donde tengo memoria, porque desde entonces no la había vuelto a ver, hasta ahora.

—¿Te vas a quedar ahí sin venir a darme un abrazo?—. pregunta la pelirroja, sacándome de mis pensamientos.

Dirijo mi mirada hacia Audrey y ella parece mucho más confundida que yo, claro, porque el único que sabe cómo están aquí las cosas soy yo.

Que jodido.

Me dirijo lentamente hacia Megan y la abrazo, un abrazo eterno a mi parecer, pero que en realidad no fueron más de cinco segundos.

—Megan, ella es Audrey—. digo sin más al separarme de ella, porque ni siquiera puedo decir que es una amiga, Megan me ha cagado toda la jugada. —Audrey... Ella es Megan...

—Su exnovia—. menciona sonriente mientras le estrecha la mano a la pequeña pelinegra que se encuentra a mi lado.

—Oh...—. dice incómoda. —Es un gusto.

—Bueno...—. digo mientras entrelazo mis manos detrás de mi espalda y me alejo lentamente, notoriamente incómodo con la situación. —Creo que debería irme a... entrenar, hasta pronto chicas.

Me despido con la mano y paseo una última vez la mirada entre Audrey y Megan. Me dirijo rápidamente hacia la salida, pero una pequeña mano jala la manga de mi camisa. Volteo lentamente y observo a Audrey.

—Gracias...—. responde por lo bajo, carraspea la garganta y continúa. —Por ayudarme a encontrar la habitación, realmente se me hubiera complicado hacerlo sola.

—No es nada—. le sonrío honestamente. —Para eso estamos los futuros amigos.

¿Amigos? ¿AMIGOS?

Ignoro la gran cagada que acabo de hacer y miro detrás de ella donde se encuentra Megan acomodando su cama, fingiendo que no ha escuchado ni visto nada, bajo nuevamente mi mirada hacia Audrey y la contemplo unos segundos más antes de irme, su cabello negro, sus grandes y preciosos ojos grises, todo.

—Hasta pronto pequeño Huracán, nos veremos por ahí.

Una vida para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora