Capítulo 5. Galletitas de fibra y miel.

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Audrey

Hoy es un nuevo día, pasado pisado, el día de ayer queda en el olvido y me dispongo a levantarme temprano para poder hacer algo de ejercicio mientras llega la hora de tener que alistarme para mi primer día de universidad.

Me coloco rápidamente un short deportivo junto con un top negro y mis zapatillas de correr, volteo hacia la cama de Megan y observo que aún sigue sumida en un profundo sueño, decido no hacer bulla y salgo lo más rápido posible para no molestarla, me hago una cola alta mientras camino por el pasillo hacia las escaleras y mientras bajo me coloco mis audífonos.

Empiezo a caminar a una velocidad considerable mientras pienso en todo lo ocurrido los últimos meses, la llamada de ayer de Josh me había dejado totalmente descolocada. Y mi mente no paraba de divagar entre todos los recuerdos que tenía en Londres.

Tomo mi teléfono y decido mandarle una foto a Tory.

Primer día de clases, te cuento como me va en el transcurso del día, besos.

Sé que aún no me responderá, a pesar de que en el Reino Unido es de tarde ahora mismo, debe estar ocupada con muchas cosas del instituto, la conozco, y sé que está poniendo todo su empeño en acabar rápidamente esa etapa para poder volar hasta acá.

Guardo nuevamente mi teléfono en el bolsillo de mi short y aumento la velocidad, corro lo más rápido que puedo para liberar las cargas emocionales y disminuyo el ritmo luego de unos minutos al ir escuchando gritos y sonidos de silbatos. Logro divisar a varios chicos dando vueltas en lo que parece el campo de futbol de la universidad, y no puedo evitar sorprenderme al ver tal disciplina, no pensé que hubiera alguien despierto a esta hora, son si acaso las seis de la mañana y aún se encuentra algo oscuro.

Me dispongo a ir hacia el campo y al llegar me siento en una de las gradas de en medio de la amplia gradería, no puedo evitar sentir una alucinación increíble al ver lo imponente del lugar, cada día me sorprende más este sitio, y eso que aún no había ido a clases.

Observo con atención a los chicos que siguen corriendo en círculos por toda la cancha, vestidos simplemente con camisetas holgadas y pantaloncillos cortos, si así vestidos se ven bien, no me quiero ni imaginar cuando están con uniforme.

Una de las tantas cabezas que logro divisar, se me hace conocida, y claro, por supuesto que es Caden, este chico sí que sabe cómo ser un típico cliché. Pero ignorando totalmente eso, no puedo evitar que los ojos se me vayan por todo su cuerpo, podrá ser el chico más extraño e insoportable del mundo, pero sí que es atractivo.

Detienen la práctica y el entrenador les grita que pueden ir a beber agua, la mayoría se dirigen al grupo de porristas que de igual manera se encuentran entrenando en una de las esquinas del campo, y otros cuantos se acercan a una banca que se encuentra frente a la gradería donde hay varios bolsos de entrenamiento.

—¿O me sigues o el destino nos une?—. pregunta una voz que poco a poco se va haciendo más familiar.

—Yo creo más bien que son simples casualidades de la vida—. bromeo un poco.

—Las casualidades no existen, Huracán.

Me guiña un ojo, mientras bebe de una botella de agua.

Es la segunda vez que me llama de aquella manera y no logro entender por qué; sin embargo, decido ignorarlo, debe ser alguna tontería, un simple apodo con el que fastidiar.

—¿Alguna vez te han dicho lo muy cliché que eres?

—No en realidad, eso es algo nuevo.

Me sonríe directamente y no puedo evitar fijarme en los pequeños hoyuelos que se forman en sus mejillas al realizar esa acción.

Una vida para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora