Capítulo 13. ¿Qué malo podría pasarme?

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Audrey

La verdad es que no me encuentro bien, sí, me siento mejor, no he mentido con respecto a eso, pero sinceramente ocupo distraer mi mente y mi corazón de alguna manera. He llamado a Tory un par de veces, la primera vez no obtuve respuesta alguna, y la segunda vez me ha contestado Phillip, me mostró a Tory en una videollamada y pude verla por unos minutos, se encontraba despierta, pero no pude platicar con ella, se encuentra muy débil para poder esforzarse al emitir palabra alguna como para poder conversar.

Su aspecto retumba en mi cabeza, una y otra vez, se encontraba sin ninguna de sus pelucas, sus ojeras casi le llegaban hasta los pómulos y su piel se encontraba pálida como la nieve, sus pequeños ojos achinados se encontraban rojos de tanto llorar y su mirada me transmitía dolor puro, un dolor que llegó hasta lo más profundo de mí.

No podía hacer nada al respecto, no podía tomar un vuelo hacia Inglaterra ahora mismo ni en unos cuantos meses, no tenía el dinero, ni el tiempo, ni ningún aspecto positivo por el cual volver, además de Tory. Y eso me inquietaba aún más, ver su estado y saber que no podía estar allá con ella me partía el alma.

—Otro chupito por favor, pero esta vez de vodka—. le digo al chico que se encuentra detrás de la barra.

Este me tiende otro pequeño vaso y me lo bebo en un santiamén, sin siquiera darle tiempo al líquido a que me queme la garganta, la verdad es que ya no siento nada, al menos no en la garganta ni en la boca, porque en el pecho aún siento mil emociones que no puedo controlar.

—Audrey, estás bebiendo demasiado...—. susurra Caden a mi lado que ni siquiera se ha separado ni por un segundo.

—Necesito esto—. le digo suplicante. —Necesito olvidar, necesito no sentir.

Este se me queda mirando, pero asiente dudoso.

—Iré al baño—. le informo mientras dejo el pequeño vaso sobre la barra. —Ya vuelvo.

—Voy contigo.

—No, yo puedo sola, gracias—. le respondo tajante, sé que él no se merece ese trato de mi parte, cuando en realidad ha sido un buen amigo, pero necesito estar sola un momento y Caden no me deja respirar con tanta preocupación que emana.

Comienzo a caminar entre las personas sin esperar una respuesta de su parte, volteo la cabeza hacia atrás por un segundo para verificar que no venga detrás de mí y no lo veo por ningún lado, se ha perdido entre la multitud que camina y baila de un lado a otro. Sigo mi camino escaleras arriba y me dirijo al baño, es fácil deducir cual de todas las puertas de la casa esconde el sanitario, hay una fila enorme que lo delata y me toca ponerme de última en espera.

Llega mi turno de utilizar el baño y una cabellera rubia se interpone en mi camino tomando ella la perilla de la puerta.

—Uy, cuanto lo siento, ¿ibas a ocupar el baño?—. pregunta Sophie con fingida inocencia.

La miro fijamente por un segundo y siento como un cuerpo grande se me coloca al lado, alzo mi rostro para poder saber quien es y me encuentro con esos ojos cafés tan similares y a la vez tan diferentes a los de Caden, es Riley. Volteo mi mirada de nuevo hacia Sophie, ignorando olímpicamente al castaño y le respondo.

—Si tengo que ir después de ti prefiero ir a orinar detrás de un arbusto, no quiero que se me pegue ninguna enfermedad.

Me doy la vuelta sin esperar su respuesta, y bajo rápidamente las escaleras. Escucho exclamaciones por parte de las personas que se encontraban cerca de nosotras y sonrío interiormente, no voy a permitir que nada ni nadie me arruine la noche.

Una vida para recordarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora