En los últimos dos años, Wednesday Addams y Enid Sinclair se han enfrentado a todo tipo de desafíos y misterios. Su último año en Nevermore parecía perfilarse como el más pacífico hasta el momento. Pero durante unas vacaciones escolares de primavera...
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La noche cayó sobre Jericó, pero no todos los que habitaban en la ciudad se dejaron abrazar por los brazos de Morfeo.
El motel Clayton estaba situado en una de las afueras de Jericho, cerca de la carretera principal y en el extremo opuesto del camino que conducía directamente a Nevermore, al otro lado de la ciudad. Tuvo su origen en una antigua casa colonial, casi una mansión, ampliada y convertida en bed and breakfast en el último medio siglo. La Sra. Clayton, orgullosa descendiente de una de las familias fundadoras de Jericho, garantizó cómodas camas, buena comida y discreción. Entre las muchas renovaciones realizadas en la antigua residencia en los últimos años, impulsadas principalmente por su hijo, estuvo la mejora del aislamiento acústico de las habitaciones, lo que aseguró una mayor privacidad para los huéspedes.
Por eso nadie escuchó los gritos de ira y frustración de los últimos dos días.
Dentro de la habitación 12, una figura estaba sentada en el suelo a los pies de una cama sin hacer, con una pila de libros esparcidos a su alrededor y un botiquín de primeros auxilios a su lado. Estaban vendando su mano izquierda después de limpiar las quemaduras en su piel. Usar una varita aumentó su poder, pero les faltaba práctica y experiencia, y canalizar más magia de la que deberían se tradujo en un trozo de madera casi incandescente en su mano. No fue agradable.
Pero casi habían resuelto el problema. La loba era el ancla.
La loba era el ancla .
Se había convertido casi en un mantra. Tenían sus sospechas y ver de lejos cómo aparecía otro de ellos junto al hombre lobo no hizo más que confirmar lo que ya temían. El fracaso total de su hechizo inicial y la más absurda de las corrupciones.
Wednesday Addams.
Wednesday Addams.
Wednesday Addams.
Un nombre sin duda maldito. A veces deseaban que al repetirlo conjuraran a la chica a su presencia para poner fin a todo el asunto.
Pero no tenían tiempo para dulces fantasías de fácil venganza. Terminando de aplicar el vendaje en sus manos, se levantaron y con reverencia tomaron el libro que habían robado de la biblioteca de los Nightshades. Niños tontos, incapaces de apreciar el poder que poseían allí comiendo polvo. El hechizo se había corrompido, pero después de horas de consulta tenían una idea clara y sabían qué hacer. Ahora, Addams sabía que estaban en Jericó. Su loba sin duda había ladrado la alarma como la perra que era.
Necesitaban recuperarse y preparar algo extra en caso de que las cosas salieran mal, pero pronto sería el momento de regresar a Nevermore.
La loba era el ancla.
Era hora de asegurarse de que Wednesday Addams terminara a la deriva antes del final.
