𝚌𝚑𝚊𝚙𝚝𝚎𝚛 𝚎𝚒𝚐𝚑𝚝.

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A la mañana siguiente
Sin asunto

Buenos días, Harold. Malas noticias. Debo ir a Tirol del Sur. Katia está en el hospital. Dicen los médicos que ha sufrido un colapso por calor o algo por el estilo. Tengo que ir a recoger a los niños. Me duele la cabeza. (¡Demasiado whisky!) Gracias por la hermosa noche de ayer. Yo tampoco sé qué es «infidelidad». Sólo sé que te necesito mucho, H, muchísimo. Y mi familia me necesita a mí. Ya me marcho. Mañana volveré a escribirte. Espero que te encuentres bien después de tanto vino francés corriente...

Al día siguiente
Asunto:

Todo en orden

¿No hay ningún mensaje de Harry? Sólo quería decirte que hemos vuelto. Katia ha venido con nosotros. Tuvo un colapso circulatorio, pero ya se ha recuperado. Escribe, Haaarry..., ¡por favor!

Dos horas después
Asunto: Para el señor Harry Styles

Distinguido señor Styles:

Me cuesta un gran esfuerzo escribirle. Le confieso que me avergüenza hacerlo, y con cada línea será mayor el bochorno que yo misma me cause. Soy Katia Tomlinson, creo que no hace falta que me presente con más detalles. Señor Styles, me dirijo a usted para pedirle un favor muy grande. Sé que cuando le diga de qué se trata se quedará atónito o incluso escandalizado. A continuación intentaré explicarle los motivos. No soy una excelente escritora. Lamentablemente no lo soy, pero me esforzaré por expresar en esta forma desacostumbrada para mí todo lo que me tiene preocupada desde hace meses, lo que poco a poco ha ido alterando mi vida, la mía y la de mi familia, también la de mi esposo, cosa que creo poder juzgar bien después de todos los años que hemos vivido en armonía. El favor que quería pedirle es que se encuentre usted con mi esposo, señor Styles. ¡Hágalo de una vez, por favor, para que acabe esta pesadilla! Somos personas adultas, no puedo exigirle nada. Tan sólo puedo rogarle encarecidamente que se encuentre con él. Mi inferioridad y mi debilidad me hacen sufrir. No sabe lo humillante que es para mí redactar estas líneas. Usted en cambio no ha mostrado ni la más mínima flaqueza, señor Styles. No tiene nada que reprocharse. Y yo tampoco, desgraciadamente. Desgraciadamente, yo tampoco tengo nada que reprocharle. A un fantasma no se le puede reprochar nada. Usted no es concreto, señor Styles, no es tangible, no es real, es tan sólo una fantasía de mi marido, ilusión de dicha infinita de los sentimientos, éxtasis apartado de la realidad, una utopía de amor hecha de letras. Contra eso no puedo hacer nada, tan sólo esperar a que el destino sea clemente y acabe convirtiéndolo en una persona de carne y hueso, en un hombre de perfiles definidos, con virtudes y defectos, con puntos sensibles. Hasta que mi marido no pueda verlo a usted como me ve a mí, como un ser vulnerable, una criatura imperfecta, un ejemplar de la defectuosa especie humana, hasta que no se encuentre usted con él cara a cara no dejará de ser superior. Sólo entonces tendré la posibilidad de plantarle cara, señor Styles. Sólo entonces podré luchar por Louis.

«No me obligues a hojear mi álbum familiar, Harold», le escribió una vez mi marido. Pues, en lugar de él, ahora soy yo quien se ve obligado a hacerlo. Cuando nos conocimos, Louis tenía 23, yo era su profesora de piano en el conservatorio, catorce años mayor que él, bien casada, madre de dos hijos encantadores. Un accidente de tráfico redujo nuestra familia a un montón de escombros: el pequeño de 3 años, traumatizado; la mayor, gravemente herida; yo, con daños permanentes; el padre de los niños, Félix, mi esposo, muerto. Sin el piano me habría hundido. Pero la música es vida, mientras suene nada muere para siempre. Cuando se es músico y se toca un instrumento, los recuerdos se viven como si fueran hechos inmediatos. Eso me levantaba la moral. También estaban mis alumnos y mis alumnas, tenía una distracción, una tarea, un sentido. Pues sí, y de repente estaba... Louis. Aquel joven vivaz, dinámico, descarado, precioso, empezó a recoger nuestras ruinas por sí mismo, sin esperar nada a cambio. Esas personas excepcionales vienen al mundo para combatir la tristeza. Son muy pocas. No sé qué habré hecho para merecerlo, pero de pronto lo tenía a mi lado. Los niños lo recibieron con los brazos abiertos, sí, y yo me enamoré perdidamente de él.

𝙲𝚘𝚗𝚝𝚛𝚊 𝚎𝚕 𝚟𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘 𝚍𝚎𝚕 𝚗𝚘𝚛𝚝𝚎  | ʟ.ꜱ |Where stories live. Discover now