―Estás loco ―Renjun susurró, pero por primera vez después de todo el tiempo que podía recordar, Renjun pensó que no podía ser una cosa mala.
Mark estaba diciendo todas las cosas correctas. Él estaba dando a Renjun su sueño en una bandeja de plata. Renjun no sabía cuánto tiempo podría durar cuando el polvo se asentase. Siendo un hombre de familia a tiempo completo no era juego de niños. Precisaba de perseverancia, dedicación y un estómago fuerte.
Necesitaba mucho amor.
Renjun lo había logrado.
Y no tenía confianza en que Mark podría permanecer.
Renjun se asustó y saltó hacia atrás cuando Mark cayó de rodillas en la alfombra delante de él. Las manos fuertes del hombre, con las que Renjun estaba obsesionado en sus sueños, agarraron sus caderas.
―Dame una oportunidad, Renjun. No te dejaré caer. Te lo juro.
―¿Y qué pasa si te dejo entrar en mi vida y me dejas luego? ¿Qué voy a hacer entonces?
―No lo haré. ―Mark insistió.
―No puedes saber eso.
―¿Qué tal una prueba, entonces?
Las cejas de Renjun se unieron.
―¿Una qué?
―Me pones en un período de prueba, digamos, tres meses. Si me equivoco durante ese tiempo, puedes mandarme a seguir mi camino. Sin argumentos. Si te defraudo, me puedes echar.
Renjun miró a Mark. Él estaba vacilante, y lo sabía. Quería mucho quedarse con Mark.
―Creo que no sobreviviría si me abandonas de nuevo, Mark. No soy lo suficientemente fuerte para pasar por esto otra vez.
Renjun nunca lo habría creído si no lo hubiera visto con sus propios ojos, pero la vida parecía salir de Mark con sus palabras. Lágrimas brillaban en sus ojos por un segundo antes de que Mark las quitase. Sus hombros fuertes y amplios, estaban bajos, así como él estaba.
―¿Mark?
La sonrisa de Mark vaciló, sin llegar nunca a los ojos.
―Yo entiendo, Renjun, y yo no te culpo. Lo arruiné. Rompí muchas promesas que te hice antes. No tienes ninguna razón para creer nada de lo que digo.
Mark se acercó a una maleta que estaba colocada sobre la mesa de madera del hotel. Sacó una tarjeta y luego se volvió a Renjun, entregándole la tarjeta.
―La tarjeta tiene todos mis números de teléfono en ella. Si tú necesitas algo, si los niños necesitan algo, me gustaría que me llamases. En cualquier momento, de día o de noche. Yo sé que no me crees, pero te prometo que voy a contestar si me llamas.
―Mark...
―Yo aprecio que hayas venido aquí, y que me hayas dado la oportunidad de explicarme ―Mark aún no había mirado a los ojos a Renjun desviando la mirada a cualquier lugar, menos para él... hasta el último segundo. ―Adiós, Renjun.
Un dolor repentino, profundo y angustioso arrancó a Renjun y fue la única excusa para lo que hizo a continuación. Él no era una persona violenta, entonces estaba tan sorprendido como Mark cuando golpeó en la cara del hombre.
Renjun jadeó y se cubrió la boca con la mano. Sus ojos en estado de shock.
―Lo siento.
―No, está bien. Tienes el derecho de...
Renjun lo golpeó de nuevo.
―¡Renjun!
―¡Cállate! ―Dijo Renjun. ―Sigues asumiendo las cosas, haciendo declaraciones y ni una sola vez me dejaste tomar alguna decisión sobre cual rumbo las cosas deben tomar.