05. Rosas

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Phillip estaba en el jardín de la vivienda, en ese momento la nieve no le estaba inundando la piel, estaba solamente disfrutando del sol y la brisa, escuchó pasos pero no se limitó a saber de quiénes eran, solamente eran la brisa, el sol y él contra el mundo, hasta que Kenneth se sentó a su lado.

-¿Disfrutando la brisa?

-Sí, ayer... Ehm, no sé cómo decirlo, ocurrió algo entre el amo y yo pero supongo que ahora estamos bien, me vendría súper un descanso bajo el sol. - Comentó Phillip con una sonrisa, sintiendo el viento acariciar su rostro. - Por cierto, ¿Cómo se conocieron el amo y tú?

-¿Encerio quieres saber?

-¿Por qué no? De seguro es una historia divertida.

-Bueno, ya que me estás rogando...

Damien y yo nos conocemos desde la preparatoria, él siempre fue un chico muy callado e incluso muy temperamental, se enojaba por cualquier mínima cosa que otra persona ajena a él hiciera, pero conmigo tenía algo especial, confiaba en mí incluso cuándo se sentía miserable.

Nunca lo pude comprender del todo, aún me tiene en shock saber que es satanista, pero supongo que puedo manejarlo... Nunca haría algo para lastimarme, bueno, eso creo, quizá en algún momento lo llegue a fastidiar tanto cómo para tirarme un hechizo y convertirme en un ornitorrinco.

Kenneth río suavemente, poco después volvió a comentar.

Y si te preguntas, Descubrí que Damien es satanista ya que en algún punto de preparatoria, él no llegó a clases, yo me preocupé más de lo normal y decidí salir de clases a la fuerza, caminé a la casa de Damien ¡y adentro de la casa estaba hablando con el mismo satanás! Me obligó a mantener la boca cerrada durante todo ese tiempo escolar, después me confesó que era el hijo de Satanás en carne y hueso, casi me desmayo, aunque supongo que nadie ah logrado saber lo que oculta dentro de estas cuatro paredes, nadie además de tú, yo, y... Bueno, Bebe.

-Entiendo... No, espera, no entiendo... ¡Todo esto es confuso!

-Ahora sabes cómo me siento yo, Phillip.- Kenneth soltó otra risita, levantándose.- Será mejor volver al negocio... Ejem, tú también deberías volver a trabajar, quién sabe si Damien esté invocando una cabra con 3 ojos y barba de sacerdote.

Phillip asintió mientras se levantaba, despidiéndose de Kenneth y acercándose a la puerta del patio entrando nuevamente en la preciosa vivienda, por alguna razón, hacía mucho más calor ahí adentro, quizá por la inmensidad de lámparas colgadas por todo el lugar.

Comenzó a caminar suavemente observando los cuadros que representaban a la cultura satanista, le causaban escalofríos, aunque nunca admitiría aquello frente a nadie, calladito se ve más bonito.

Se acercó a una puerta, tocó la perilla preguntándose qué podría haber ahí adentro, aún la vivienda se le hacía nueva y desconocida, pero decidió no husmear por su bien propio. Mientras caminaba se encontró a aquel chico de cabellos azabache desordenados, tenía hojas en esos mechones, además de que su respiración se podía notar levemente más agitada de lo normal.

-¿Por qué te ves así, amo? ¿Ocurrió algo malo?

-No, no... Solamente salí al pueblo, eso sí, habían muchos ojos mirándome.

-¿Y por qué las hojas en el cabello? ¿Por qué está agitado? ¿Qué oculta?

-¿Todos los esclavos hacen tantas preguntas? Respira un poco, rubiecita.- Contestó algo irritado por las preguntas continúas del rubio, quitó hojas de su cabello y volvió a hablar. -No tengo tiempo para esto.

No Merezco Tu Piedad || DipDonde viven las historias. Descúbrelo ahora